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La prisión del partido


Rótulos de la calle Juzgado de Pozoblanco, antes Prisión.

Los nombres de las calles guardan la biografía de un pueblo. Sabemos que los cambios de denominación nunca responden a causas fortuitas, sino que revelan profundos condicionantes políticos o sociológicos. Los nombres son la expresión de cada época, la forma de sentir, de pensar, de ser, y en ellos se contiene el cambio de las realidades objetivas de una localidad y de sus gentes, que van así conformando los anales de su historia. La reciente iniciativa del Ayuntamiento de Pozoblanco de rotular determinadas calles con el título antiguo o tradicional nos permite ahora el milagro de conjugar en una sola imagen de modo simultáneo pasado y presente (siendo, como es, el futuro siempre tan incierto, tan peligroso, y por ello tan fascinante).

Tras un primer intento infructuoso en 1895 de construir una nueva prisión de partido en Pozoblanco, en 1902 se encarga al arquitecto Adolfo Castiñeyra y Boloix el proyecto que finalmente sería llevado a cabo. La urgencia venía motivada por el mal estado de la antigua cárcel, situada en pleno centro de la localidad (en la calle Real), que carecía ya, tras muchos años de uso, de las mínimas condiciones de higiene y seguridad. La obra, sin embargo, por problemas relacionados con la compra de los terrenos donde se ubicaría, no se adjudicó hasta 1906.


En esta vieja fotografía se puede ver la antigua prisión: es la tercera casa de la derecha, con la fachada de tiras blanqueadas.

El nuevo edificio, entonces fuera de la población, se componía de cuatro cuerpos en disposición palaciega, conformando una elegante estructura que fue posible por tratarse de un solar diáfano sin condicionantes previos. Los tres principales cierran sendos lados consecutivos del patio de acceso y albergaban, el del frente, la cárcel propiamente dicha, el lateral izquierdo la casa cuartel para la guardia civil y el derecho las habitaciones para los vigilantes. Adosado perpendicularmente a la fachada posterior del cuerpo central se proyectó otro para alojar las dependencias auxiliares (cocinas, almacenes, enfermería y capilla). A un lado y otro de este edificio se encontraban los patios de recreo y alrededor de todo el conjunto corría un camino de ronda que lo dejaba totalmente aislado. Formando un cuerpo saliente en el centro de la fachada principal se disponía un pabellón para juzgado y oficinas. El patio de acceso ajardinado se cierra a la calle por una verja sobre muro abierta en el centro por dos robustos pilares de granito moldurados que sostienen los portones de acceso, también de hierro.

En la construcción del edificio original se combinaba la fábrica de mampostería como base principal de los muros con el ladrillo para los dinteles y jambas de los huecos, el hierro laminado para los pisos de celdas y galerías, la madera de pino para las armaduras y el cemento Portland para las coronaciones de cornisas de los muros.


Llevando la comunión a los presos a la cárcel del partido.

En su breve “Memoria descriptiva” del proyecto, que puede consultarse en el Archivo Municipal de Pozoblanco, reflejaba Castiñeyra su preocupación higienista (por ejemplo, al determinar la ubicación de las letrinas fuera de las celdas) y, sobre todo, su conocimiento de los trabajos teóricos sobre la reforma de los sistemas carcelarios (se remonta a John Howard) y las principales prisiones construidas en el mundo que siguen la tendencia moderna de considerar la cárcel como un lugar de regeneración del delincuente y no un espacio sólo para los “castigos y tormentos terribles”. En este sentido, y una vez constatado el atraso en que se encuentra España con respecto a estos edificios, el arquitecto llega a considerar la prisión de Pozoblanco que se proyecta como la primera de la provincia de Córdoba que se ajustará a los nuevos modelos.

El edificio conserva en la actualidad muy pocos de sus componentes originarios, incluso estructurales, pudiendo apenas reconstruirse su estado primitivo a base de fotografías antiguas o referencias de quienes lo conocieron. La fachada remataba con un sotabanco que fue eliminado en 1917, junto con la canal maestra, a causa de las humedades que producía en los muros y enlucidos. Los vanos del cuerpo central, adintelados los del piso superior y en arco rebajado los del inferior, salvo la puerta, que es de medio punto, se protegían con un guardapolvo. Toda la construcción, condicionada por su estricta funcionalidad, trasmite el gusto ecléctico de los edificios oficiales de la época, aunque con un lenguaje simple y escasas pretensiones artísticas.


Imagen de la prisión del partido con anterioridad a la construcción de la escuela hogar.

El módulo destinado a cuartel de la guardia civil fue demolido en los años setenta para construir en su lugar una escuela hogar, con lo que se rompió para siempre la planta original del conjunto. El cuerpo central corrió la misma suerte en 2003, con el fin de edificar el nuevo Palacio de Justicia, conservándose tan sólo en parte el muro de la fachada principal. De la obra primitiva de Castiñeyra sólo se mantiene hoy el ala derecha (que ha sido respetuosamente restaurado para acoger un servicio técnico de la Diputación) y la verja de entrada, el elemento artístico más relevante y que parece dotar de unidad a todo el conjunto.


El edificio de los juzgados, esta mañana.

[Referencias, notas y bibliografía en mi artículo "El arquitecto Adolfo Castiñeyra y Boloix en Los Pedroches", en Crónica de Córdoba y sus pueblos, vol. XVII, en prensa]

1 comentarios :

Conrado Castilla | martes, diciembre 21, 2010 7:26:00 p. m.

Precisamente y en relación con la prisión del partido se abrió una calle que unía el llamado campo chico, hoy avenida de República Argentina, con la calle Prisión, y que no es otra que la actual calle Cervantes y que en cierto modo articuló urbanísticamente esa parte de la localidad.

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