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Elogio de la sobriedad


Leonor de Guzmán (Paqui Jiménez González) llora la muerte de su esposo en la representación de ayer en Belalcázar.

He asistido a las tres ediciones de El halcón y la columna, desde que comenzaran las representaciones allá por 2006. Escribí mis pareceres de las dos primeras (2006 y 2010), dejando en ellos constancia de todo lo positivo que encontraba en unas puestas en escena muy meritorias al servicio de un texto muy bien construido y ejemplarmente ajustado al objetivo previsto: crear una obra emblemática que se erigiera como seña de identidad de un pueblo, indagando en sus orígenes históricos gracias a la presencia de unos personajes de carne y hueso que contienen todos los componentes esenciales de los prototipos dramáticos: la ambición, la crueldad, la nobleza, el despecho, la piedad… Hay en El halcón y la columna un profundo análisis de la compleja naturaleza del ser humano hilvanado a través de varias generaciones de nobles y vasallos en Gahete y Belalcázar, con un texto hermoso cargado de emocionantes reflexiones sobre el presente y el futuro, sobre el auténtico ser del hombre y sus inclinaciones.

Podemos asegurar que las representaciones de El halcón y la columna se han consolidado como la expresión cultural de un pueblo que la ha convertido en tradicional en solo tres ediciones. Belalcázar ha hecho suya en poco tiempo una inversión cultural que no solo implica un reclamo turístico para una localidad que tiene ya muchos, sino que exige además una predisposición a la reflexión histórica y filosófica, no siempre fácil de alcanzar. Los organizadores deberían, por ello, no dejarse vencer por la engañosa tentación de rebajar los contenidos más complejos de la propuesta escénica buscando agradar al mayor público posible, sino, aprovechando la sólida implantación que la iniciativa parece haber logrado, obligar al espectador a realizar ese esfuerzo de comprensión suplementario que con frecuencia se evita en las propuestas veraniegas, que alguien ha decidido que deben ser tópicamente ligeras.

En el preestreno ayer de la tercera edición de El halcón de la columna, destinado especialmente al pueblo de Belalcázar, a las autoridades y a la prensa, me pareció advertir una ligera inclinación en este sentido que apunto. El primer acto se demoró plácidamente en vistosas ceremonias (una boda, un funeral, con especial dedicación a un ritual religioso cuyo fin dramático no alcanzo a entender), con exceso de figurantes, con bailes y caballos que entran y salen a lo largo de toda la representación. Me pareció como si quisiera acentuarse el factor espectáculo (buscando, quizás, semajarse a otras propuestas vecinas) en una obra que posee las suficientes cualidades literarias y teatrales como para no necesitar adornos que distraigan de lo principal, haciendo de la sobriedad su mayor valor. Porque lo principal son los duelos dialécticos entre los personajes, la desnuda representación de las miserias y grandezas humanas a través de la simple palabra arropada por las históricas arquerías del convento de Santa Clara, donde sobran caballos, estandartes y fanfarrias.

La representación de ayer, en fin, adoleció de algunos errores técnicos y de interpretación que sin duda serán corregidos en las funciones siguientes y que, desde luego, no restan brillantez al mérito inmenso de todo un pueblo poniendo en pie de modo tan colosal la historia remota de sus orígenes.


Cola Mª Bazurto (Jorge López de Medina) y el maestre Gutierre de Sotomayor (Antonio Murillo Navarro).


El halconero Paniagua (Francisco Jurado Rodríguez).


El coro lanza sus advertencias desde la galería superior.


Elvira de Stúñiga (Loles Moreno Gómez), el alcalde de Gahete (José Soto Caballero) y Alfonso de Sotomayor (Francisco Javier Blázquez Pascual).


El patio de la huerta del Convento de Santa Clara presta el decorado ideal a la representación.

5 comentarios :

Anónimo | viernes, agosto 08, 2014 10:13:00 a. m.

Que casualidad que todas estas representaciones de teatro popular en los pueblos sean realizadas siempre el año anterior a las elecciones municipales, así el alcalde de turno se apunta la medalla aunque al final el mérito sea del pueblo.

Anónimo | viernes, agosto 08, 2014 12:56:00 p. m.

Que pena de comentario anterior, que todo lo llevemos al mismo terreno, enhorabuena a todos los que lo han hecho posible, con trabajo, esfuerzo y dedicación.

Anónimo | viernes, agosto 08, 2014 2:43:00 p. m.

Una maravilla la representacion. Tuve la suerte de ver el estreno y valio la pena . Enhorabuena a todos y al pueblo de Belalvazar.

Anónimo | sábado, agosto 09, 2014 8:44:00 a. m.

Una obra de teatro espectacular.no tiene nada que ver con la vaquera de la finojosa.belalcazar ha teatralizado su historia a traves de sus vecinos que han interpretado de maravilla.enhorabuena a todos ellos!!!

Anónimo | lunes, agosto 11, 2014 4:19:00 p. m.

El texto de Francisco Benítez, una maravilla. Gran autor teatral y gran poeta.

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