Tres novelas de Los Pedroches

Tres novelas de Los Pedroches

2017 ha sido un año rico para la literatura de nuestra comarca, tal como hicimos ver en la entrada titulada "Los diez libros de 2017 en Los Pedroches". Y, entre todas las obras publicadas durante el año pasado, señalamos ahora la aparición de tres novelas que no solo han sido escritas por autores de la tierra, sino que tienen además a Los Pedroches como tema argumental. Son contribuciones destacadas para la creación de una literatura específicamente comarcal, aquella que habla de nuestros pueblos, de nuestra historia y de nuestra forma de vida, aquella que ayuda a dejar testimonio para el futuro y, sobre todo, que colabora a que podamos comprendernos mejor a nosotros mismos como individuos y como comunidad.



En primer lugar tenemos Acuérdate de Paula porque vas a morir (Editorial Amarante), de Félix Ángel Moreno Ruiz, donde la presencia de Los Pedroches es meramente referencial. Una familia emigrante de Pedroche que se instala en Córdoba capital y vive allí la trágica experiencia de un suceso violento que traerá funestas consecuencias en forma de venganza algunos años después. Se trata, como ya hemos escrito en otras ocasiones, de una novela negra, envuelta en un clima de tensión e intriga que consigue atrapar al lector en sus diversas etapas narrativas, hasta llegar a un desenlace final que no por esperado resulta menos desolador.

La segunda es El olivar de Fornitura (Alféizar Ediciones), de Alfonso Cantador Alias, una novela ambientada en la Villanueva de Córdoba (llamada aquí Villaencina de la Jara) de los años veinte del siglo pasado. Cuenta la peripecia (al parecer real) de Alfonso Cantador Casado (1887-1937), oficial y delegado de quintas del Ayuntamiento de la localidad, cuyas inquietudes políticas y empresariales le llevan a Madrid, donde vive una aventura amorosa sin final feliz. Como ya comenté a propósito de su anterior novela, Raimundo de Bentomiz, la obra de Cantador adolece de cierto esquematismo estructural en el que la trama no llega a ser desarrollada tan generosamente como debería, dejando al lector la impresión de que faltan episodios por contar (por ejemplo, si no lo leyéramos en la solapa, no sabríamos exactamente para qué ha viajado el protagonista a Madrid). Lo más valioso de la novela es la descripción costumbrista de estampas y personajes de la Villanueva de la época: el ordenanza Francisquito, el jefe de estación Nicolás, el episodio del día de los Santos, las tertulias político-filosóficas en la taberna de Zaleas, el crudo desengaño amoroso del tío Miguel, el viaje a Córdoba en la locomotora de vapor...

Pero, sin duda, la novela de Los Pedroches de 2017 es La mula roja (Autoedición), de Gloria Cambrón Pimentel, que aún no había leído cuando confeccioné la entrada de los diez libros. La obra está ambientada en la Hinojosa del Duque de posguerra (con breves episodios en Dos Torres y Añora) y cuenta la historia de Engracia y su familia, supervivientes en un cortijo de la dehesa en el que se instalaron tras huir del pueblo para escapar de los riesgos que conllevaba la vida en la localidad durante la guerra civil. Tras la desaparición de su marido en el último bombardeo que sufre el pueblo y su infructuosa búsqueda, Engracia debe hacerse cargo de sacar adelante a toda la familia, empleando para ello sus fuerzas e ingenio en un ambiente poco propicio para la prosperidad.

Por el tono y el argumento, La mula roja tiene un aire que, desde la modestia y salvando las distancias, recuerda los "Episodios de una guerra interminable" de Almudena Grandes. Independientemente de la pura peripecia argumental, la novela recrea de forma muy acertada el ambiente rural en Los Pedroches de la época, tanto la vida de las familias aisladas en los cortijos de la dehesa como la difícil aventura de recuperar la normalidad tras la finalización del conflicto bélico, en un entorno de miseria económica (y moral) que lo hacía todo más complicado. Gloria Cambrón erige como protagonista absoluta a una mujer valiente de Los Pedroches, esas mujeres tan reconocibles en nuestros pueblos, con una fuerza interior que sobrecoge, capaces de cualquier sacrificio con tal de lograr su propósito. En una sociedad de posguerra eminentemente matriarcal en apariencia, porque casi todos los varones habían muerto o huido, pero profundamente machista a pesar de todo, Engracia consigue prosperar en un ambiente hostil. La novela es una reivindicación del valor de la familia en la fortuna adversa, salpicada de temas habituales en la literatura feminista: la denuncia de la situación de la mujer en la sociedad, la solidaridad entre mujeres en el contexto patriarcal (sororidad), la reconstrucción de la herencia cultural femenina, en fin, la revisión de modelos femeninos atrapados en entornos de opresión ancestral y la búsqueda tantas veces estéril de su anhelada autonomía.

El tono suave de la exposición (como "un susurro", según ha señalado María Rosal), sin estridencias, concede al relato una fuerza narrativa poderosa y un intenso contenido emocional, alimentado por la experiencia autobiográfica que subyace bajo la ficción literaria. La historia de Engracia es la historia de la abuela de Gloria Cambrón, pero es también la historia de muchos otros lectores que se sentirán identificados con un testimonio conmovedor que se convierte en memoria colectiva de varias generaciones.