Consumado el cambio de color en la iglesia del Carmen de Cardeña
La Iglesia del Nuestra Señora del Carmen de Cardeña tras el cambio de color en determinados elementos de la fachada [Fotos: Solienses].
En anteriores entradas (aquí la primera y también la segunda) hemos abordado el tema del cambio de color de la fachada de la iglesia de Nuestra Señora del Carmen de Cardeña, no por el hecho en sí de una mera modificación de carácter estético, sino enfocándolo desde el punto de vista del respeto debido al mantenimiento de las formas propias del patrimonio histórico-artístico y de la consideración y acatamiento de la voluntad creativa del autor. Una simple alteración de color, por insignificante que parezca, constituye un atentado (leve en este caso, si se quiere, dado su carácter fácilmente reversible) contra la integridad de una obra artística. Imaginen, por llevar la comparación al extremo, qué ocurriría si se cambiaran los negros y grises del "Guernica" de Picasso por verdes y rojos. Total, un mero cambio de color. Qué más da. Pero resulta que el autor ideó su obra de otra manera y cualquier alteración, por pequeña que sea, contribuye a desvirtuar su intención y su significado.
Vale, de acuerdo. Carlos Sáenz de Santamaría no es Picasso. Ni siquiera es uno de los grandes arquitectos cordobeses del siglo XX, como se le reconoce a Rafael de La Hoz o Adolfo Castiñeyra y Boloix, ni esta es una obra de especial relevancia. Pero ello no invalida el presupuesto teórico de cómo debe manejarse cualquier intervención en un monumento de interés histórico (y la parroquia de Cardeña lo es, aunque solo tenga poco más de sesenta años años). El argumento de la antigüedad como valor absoluto para conceder carácter patrimonial a una obra ya lo refutamos hace muchos años aquí en Solienses. No vamos a volver sobre ello.
Lo cierto es que ya se ha consumado el cambio de color en la fachada de la iglesia del Carmen de Cardeña, aunque aún no haya finalizado la intervención en su conjunto. Centrar el debate en gustos personales sobre la aceptación de un color u otro a nada conduce. A mí me gusta más este, a mí el otro. Eso da igual. Lo que resulta relevante es que no se ha respetado la voluntad creativa del autor de la obra y la modificación supone una desconexión de esta construcción con respecto a otras del mismo arquitecto, a cuya serie pertenece. Indirectamente, la alteración cromática de la iglesia borra claves de interpretación de otros edificios de la localidad (he visto varias viviendas particulares y hasta el consultorio médico, colindante con la iglesia) que asumieron, seguramente por imitación, los colores antiguos de la parroquia y que ahora quedan descontextualizados. Pero, sobre todo, hay una intervención pública (la del Ayuntamiento) en dirección contraria a las directrices más básicas de salvaguarda y protección del patrimonio histórico y artístico de nuestros pueblos.
La iglesia de Nuestra Señora del Carmen de Cardeña antes de la intervención.
5 comentarios :
Así es. El arquitecto, que representaba la línea neobarroca en la provincia, usaba el color adecuado a su intención estética y algo más. La enmienda cardeñera es signo de desconocimiento del patrimonio local construido con lo aportado por el pasado. Esa grisura de la fachada, no será símbolo del espíritu eclesial siglo XXI, ¿verdad?
Pues si que va a dar de si una mano de pintura en la fachada de un local.
Por fin se ha rectificado el error constructivo inicial de pintar color albero la fachada de un edificio en nuestra comarca. Ya era hora.
Iglesia del Dulce Nombre de Jesús (Villanueva de Córdoba), de estilo neobarroco y del mismo arquitecto. Os sorprenderá... ;)
Muy cierto, anónimo | martes, julio 21, 2020 8:35:00 p. m., basta consultar la Cordobapedia para comprobar que ambas iglesias (Cardeña y Villanueva de Córdoba) son del mismo arquitecto. Paradoja del señor Sáenz de Santamaría con la de Cardeña, que ahora se ha pintado con lógica en un color cuyo significado es el de la elegancia y neutralidad, además de ser éste más acorde con el entorno. Pero seguimos erre que erre, estirando el tema como si fuera un chicle. Delirios de grandeza.
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