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Imágenes para una memoria emocional


El párroco de Pedroche sostiene la imagen de la Virgen de Piedrasantas dentro de un vehículo para su traslado [Foto: Antonio Jesús Dueñas].

Una imagen no siempre vale más que mil palabras, pero hay estampas que hablan por sí solas. En este año de la pandemia, desierto de rituales colectivos de fenomenología religiosa e integración social, se están viviendo momentos de alto significado simbólico reservados a grupos reducidos de elegidos. Suprimidas casi todas las fiestas patronales y todas las romerías primaverales, sin embargo el traslado ritual de las imágenes sagradas se ha mantenido, aunque realizado la mayoría de las veces con un cierto halo de misterio y secretismo, a fin de evitar aglomeraciones, que ha terminado por conceder a estos actos una entidad significativa que algún día habrá de estudiarse desde la antrolopología cultural. 

De la mayoría de estos momentos no tenemos testimonio gráfico, lo que impedirá que se mantengan en la memoria viva y solo sean materia futura de vaga tradición oral ("te acuerdas el año que..."), pero fotografías como esta de Antonio Jesús Dueñas están llamadas a perdurar durante generaciones y convertirse en documentos preciosos de memoria emocional y gran valor histórico. Se trata del traslado de la imagen de la Virgen de Piedrasantas, patrona de Pedroche, desde la parroquia del Salvador hasta su ermita realizada en la madrugada de ayer. Como ha ocurrido en otros pueblos, se ha prescindido en esta ocasión de salidas procesionales y se ha optado por la austeridad de las manos del párroco y el prosaísmo de un vehículo como medio de transporte, sin el acompañamiento festivo de los piostros que le es consustancial. Pero la mirada indiscreta de Antonio Jesús, que guardó pacientemente vela durante toda la noche esperando el incierto momento, ha captado para la eternidad una escena que transmite sensaciones contradictorias y afectos difíciles de explicar con palabras. Es lo que concede el valor especial a una creación entre muchas: su capacidad de evocación y su potencial de proyectar al porvenir estados de ánimo individuales y colectivos que no podrían expresarse mejor de otro modo.

4 comentarios :

Anónimo | martes, septiembre 08, 2020 1:32:00 p. m.

Traer y llevar, esa es la cuestión. Da igual el procedimiento empleado: un automóvil, un carro, las andas y las vírgenes por el camino. Estos años de calamidades vienen bien para la leyenda. Hay algo más que contar pero todo nos remite a ese hecho primordial en el que, según la leyenda, perdió Pedroche sus derechos a la Virgen de Luna. La soledad agranda el misterio. La soledad del traslado, la Virgen, en soledad por un camino, en busca de su pueblo y su parroquia. La soledad de un cura párroco, el poseedor mayor de los derechos hacia la Virgen, y la camarera. Casi un secuestro. La mascarilla. Menos mal que se mece a la niña y se muestra su cara. ¡Es la Virgen! Nocturnidad, alevosía, premeditación, que muy pocos se enteren, alimentar los secretos. Pero, ¿un automóvil? ¿No podía mejor haber sido una vieja tartana? Y la gente, tras las rejas o entre visillos, viendo pasar a su patrona por su puerta, sintiendo los miedos antiguos del ocultismo y la impotencia para otra cosa que no sea la oración.
Vendrán tiempos mejores pero estos se recordarán siempre.

Anónimo | martes, septiembre 08, 2020 5:14:00 p. m.

Genial descripción de la Andalucía profunda del clasismo de casino.

Anónimo | miércoles, septiembre 09, 2020 2:08:00 a. m.

¿Captado para la eternidad una escena?
Algunos no estaremos "una eternidad" con algo que respetamos pero... ni nos va ni nos viene.
Aquí paz y después gloria.
🙄🙄🙄

Anónimo | jueves, septiembre 10, 2020 11:41:00 a. m.

Los mítines también se harán por plasma... Esto es el nuevo orden mundial.

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