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Todo sobre las pilistras

Entrada solo para jardineros aficionados y filólogos aburridos.



Mis pilistras, hace unos días.

En la parte derecha de nuestro blog Solienses hay una sección titulada "Lo más leído en los últimos días", donde aparecen las cinco entradas más visitadas en las jornadas anteriores. Por lo general, los que aparecen son los artículos más recientes, pero con cierta frecuencia, especialmente cuando pasan algunos días sin actualizaciones, se "cuelan" entradas históricas que, por razones que resulta difícil justificar, suelen atraer la atención constante de los lectores.


Entre estas suele encontrarse casi siempre (hoy mismo ocupa la cuarta posición) la entrada titulada "De nuevo con las pilistras" (2017), que sería la continuación de una anterior que llamé simplemente "Pilistras" (2006). De hecho, "De nuevo con las pilistras" es el décimo quinto artículo más leído en toda la historia de Solienses. En "Pilistras" simplemente mostraba mi sorpresa por haber descubierto que el auténtico nombre académico de nuestras plantas hogareñas era "aspidistras", según deduje durante la lectura de la novela El viento de la luna (2006) de Antonio Muñoz Molina. En "De nuevo con las pilistras", sin embargo, además de reclamar la inclusión del término "pilistra" en el diccionario de la RAE amparándome en testimonios de Camilo José Cela ("verdea la hoja de lanza de la pilistra") y Antonio Alcalá, contaba un problemilla que había tenido recientemente con mis propias macetas de pilistras: una plaga de cochinilla. Expliqué brevemente que, tras ver las manchitas blancas sobre las hojas, acudí a una floristería de Pozoblanco donde me vendieron un producto para erradicar el insecto. Limpié una a una las hojas de mis macetas y apliqué la loción. "Y vamos a esperar el resultado", concluía. Era agosto de 2017.


Pero luego nunca volví a retomar el tema. La cuestión de las pilistras, sin embargo, no ha dejado de tener actualidad entre las bambalinas del blog. Han sido numerosas las consultas que he recibido pidiendo el nombre del producto para exterminar la plaga y el artículo no cesa de estar entre los más leídos, seguramente gracias a lectores que nada tienen que ver con Los Pedroches pero que vienen aquí guiados por el buscador Google cuando se interesan por las pilistras y los remedios contra la cochinilla. Pues bien, ha llegado el momento de que lo cuente todo sobre mis macetas de pilistras. Que Solienses adquiera su dimensión de servicio público y desvele qué pasó con ellas desde agosto de 2017, con la seguridad de que -aunque algunos lectores consideren el tema demasiado frívolo y un punto delirante- mis remedios pueden serles de utilidad a otras personas que lleguen aquí en el futuro buscando auxilio en su zozobra pilistral.


Comenzaré diciendo que aquel primer remedio contra la cochinilla no funcionó. Lo apliqué varias veces, en intervalos periódicos, tal como rezaban las instrucciones, pero el insecto se reproducía una y otra vez. Probé sucesivamente con otros productos que me recomendaban en floristerías e incluso con remedios caseros que me decían unos y otros en una pequeña comunidad de afectados que llegó a formarse en torno al problema de la cochinilla en mis pilistras. De los remedios caseros, el peor fue lavar las hojas con agua y detergente (mistol o fairy), tal como me recomendaron. Quizás fuera que no apliqué la proporción adecuada, pero a las hojas les salieron unas manchas oscuras que tardaron en desaparecer y, sin embargo, no tuvo ningún efecto sobre la cochinilla. Los productos que les suministraba parecían tener un efecto momentáneo, pero en cuanto pasaban unas semanas se veía que el insecto continuaba allí, reproduciéndose a su antojo. Así pasaron muchos meses y hasta años. Abatido por tantos fracasos, pensaba ya dejarlas perder, a pesar del vínculo emocional que me unía a ellas. Pero la naturaleza y la historia nos tenían reservado un capítulo imprevisto.


El confinamiento de marzo de 2020 y el posterior cierre perimetral a causa de la pandemia del coronavirus sorprendió a las pilistras en el patio (allí las había dejado, siguiendo la teoría de que en invierno estas plantas están mejor al raso, teoría que luego refutaré), sin que nadie pudiera atenderlas hasta tres meses después. Se alimentaron tan solo de la escasa agua de lluvia que cayó durante ese periodo y sufrieron el efecto de su enemigo más feroz: el calor. Cuando finalmente a finales de junio pude acudir en su auxilio, el panorama que me encontré fue desolador: casi todas las hojas se habían secado por la falta de riego y exceso de temperatura, pero, créanlo o no, la cochinilla seguía allí. Y había también un signo de esperanza.


A la izquierda, como quedaron tras el confinamiento de 2020 y a la derecha y centro, tras la poda radical.

La esperanza era que, aunque se habían secado las hojas grandes, habían brotado sin embargo muchísimos "hijos" o "tallos" que se veían verdes y frescos. Por desgracia, ni siquiera ellos escapaban a la plaga: parecía que ya nacían con la cochinilla en sus entrañas. Así que tomé una drástica decisión: corté todas las hojas grandes, incluso las que no estaban secas del todo (pero llenas de cochinilla) y dejé tan solo los brotes nuevos, a los que, a su vez, sometí a una actuación radical. Les apliqué un producto que ha sido, al menos en mi caso, el único que ha dado resultado en estas circunstancias. Se trata de un plagicida de la marca Greendel llamado "Anticochinillas y mosca blanca". Se aplica mediante pulverización y hay que tomar precauciones al manipularlo (guantes y mascarilla) puesto que podría ser tóxico para las personas. Se vende en floristerías.


Y se obró el milagro. Los brotes nuevos crecieron con cierta rapidez (top secret: unas bolitas de nitrato ayudaron un poco) y las macetas han recuperado su antiguo esplendor, aunque las hojas no son aún tan altas como las antiguas. Pero, después de este periplo, continúo teniendo siete macetas de pilistras frondosas que han sabido, por su parte, adaptarse a largos periodos de soledad y falta de cuidados forzados por sucesivos confinamientos y cierres perimetrales de distintas entidades geográficas. Ahora las dejo siempre en el interior, pues he comprobado que, incluso en invierno, les favorece, siempre que tengan suficiente luz. La creencia de que el frío les hace bien es un mito, al menos en largas temporadas y con el clima de nuestra comarca. Es mejor, según mi experiencia, cuidarlas en interior y solo sacarlas en breves periodos de cuatro o cinco días para que respiren y se oxigenen, especialmente si llueve, y siempre totalmente protegidas del sol y del exceso de calor.


Así estaban ya en agosto de 2020, mes y medio después de la intervención.

Lo que sigue sin solución es la no admisión del término "pilistra" por parte del diccionario de la RAE, como ya en 2002 reclamaba Antonio Rodríguez Almodóvar. Y eso que la literatura, que da carta de naturaleza al lenguaje, cada vez se muestra más proclive a su uso. El escritor pacense José Joaquín Rodríguez Lara las llama "civiles jamás floridos" en su poemario La tierra al fondo y en un hermoso artículo ("El ocaso de las pilistras") que les dedica en su blog escribe: "La pilistra es la resignación hecha maceta. Hermana del silencio, hija de la sombra, amante del sosiego, almohada de las horas". J.R. Alonso de la Torre, por su parte, escribe en El periódico de Extremadura: "La pilistra es el toldo de antes, la sombrilla de cuando no había sombrillas, la señal del microclima cuando nadie llamaba así a un rincón fresco en los territorios del sofoco. Las pilistras crecían en los arriates del patio, a la vera del pozo, en la esquina de la sombra. Había pilistras en los largos corredores oscuros y en la penumbra de los salones". Las llama pilistras la cordobesa Isabel Pérez Montalbán en el poema "Las liendres" (Vikinga, 2020) y el gaditano Manuel Ríos Ruiz en "Viaje a medianoche" y la jiennense Carmen Camacho las hace aparecer con ese nombre en su relato "Un buen final", publicado recientemente en Diario de Sevilla.


Entre nuestros escritores comarcales, he encontrado división de uso entre pilistra/aspidistra. El torrecampeño José Manuel Blanco en su novela Pueblo chico, infierno grande, de la que hablamos hace poco, se inclina por el segundo: "Un pasillo central de cantos rodados, dispuestos como si fuera un mosaico de teselas tamaño king size, distribuía los dormitorios a los lados, escoltados por macetas de aspidistras" (página 84). Sin embargo, Félix Ángel Moreno Ruiz escribió en un comentario a la segunda entrada que acababa de "poner un pasillo adornado con pilistras en la última novela de Homero, ambientada en los Pedroches, que estoy terminando" y que aún no se ha publicado. Y añadía: "No había casa en nuestra tierra que no tuviera, al menos, un par de macetas de esta planta tan humilde y, a la vez, tan hermosa, que da un agradable frescor. Las duraderas y resistentes pilistras, heredadas de padres a hijos, con sus tiestos vencidos por el tiempo... ¡Qué recuerdos!". 



21 comentarios :

Anónimo | lunes, julio 26, 2021 9:56:00 p. m.

Su nombre es aspidistra. No entiendo porque nos empeñamos en cambiar el nombre. Aspidistra. Pilistra esta mal. Se dice moto y no amoto. Se dice furboneta y no furgoneta. Haver si hablamos bien, cojones.

Anónimo | lunes, julio 26, 2021 11:17:00 p. m.

Al debate terminológico aspidistra/pilistra se suma ahora el de cómo llamar a las hojas nuevas que van saliendo:¿tallos, brotes, hijos?

Anónimo | martes, julio 27, 2021 12:07:00 a. m.

Busca en la Wikipedia, el término "pilistra"

Anónimo | martes, julio 27, 2021 2:32:00 a. m.

Que recuerdos de noches de verano adolescentes, de feria en Belalcázar, con la silla detrás de la puerta y las pilastras en sus altos maceteros tambaleantes en la oscuridad de la noche, agarrados por la cintura para evitar que el tropezón acabará con la maceta en el suelo. Pilastras, siempre pilistras.

Anónimo | martes, julio 27, 2021 10:50:00 a. m.

Y hablando de Homero, ¿cuándo parecerá la próxima novela? Algunos la estamos esperando desde hace tiempo.

Conrado Castilla | martes, julio 27, 2021 1:56:00 p. m.

En la entrada de la casa de mis padres siempre ha habido pilistras (así las llamaba mi madre) y también en el patio. Siempre tan hermosas. Las que estaban dentro de la casa se sacaban cada día al caer la tarde para regarlas.

Anónimo | martes, julio 27, 2021 8:43:00 p. m.

Escritores de los pedroches,nada de magdalena, las pilistras es el objeto evocador.

Anónimo | miércoles, julio 28, 2021 8:07:00 a. m.

Aspidistra hay o había en casi todas las casas de los Pedroches. El motivo de elegir dicha planta con carácter ornamental lo desconozco. Porque seamos realistas, es una planta fea, que no florece, que no es aromática, que no da frutos. Vamos, que hasta tenemos dificultad para nombrarla. No se, pero no le encuentro ningún atractivo. Esa es la realidad. Lo demás es hablar por hablar que tampoco esta mal.

Anónimo | jueves, julio 29, 2021 1:07:00 a. m.

Al anónimo 8:07 a.m.
El motivo de elegirla como planta ornamental supongo que sería por sus varias cualidades, como pudieran ser su verde y decorativa fronda y por su gran adaptación y dureza a estar en patios sombreados, galerías, pasillos, etc. También hay que tener en cuenta que en tiempos de nuestros abuelos (que era cuando esta planta estaba más de moda) no había floristerías como ahora, por lo que las variedades de plantas que había por entonces en los patios (aspidistras, acantos, cintas, etc.), pasaban de padres a hijos o se intercambiaban entre vecinos practicando para ello distintas técnicas de reproducción. Por cierto, sí que echan flores.

Anónimo | jueves, julio 29, 2021 1:49:00 p. m.

Las pilistras que heredamos de nuestras madres, que ellas heredaron de sus madres y a su vez, éstas, de las suyas... Son la planta más agradecida, más sufrida, que las pilistras. Pero a mí se me resiste una que planté en una maceta pequeñita. Debe ser que sólo quieren que las heredes de tu madre para que así, el recuerdo de nuestras casas perviva.

Anónimo | jueves, julio 29, 2021 2:07:00 p. m.

Al comentario del 26, 9,56 p.m. : A ver si escribimos bien...

Anónimo | jueves, julio 29, 2021 5:14:00 p. m.

Las cintas y las pilastras son las plantas de mi infancia y quizás por eso me gustan, si son o no bonitas es relativo. Se dice que la belleza está en el corazón y en el caso de las pilistras la belleza está en la emoción, en las emociones que evoca

Anónimo | jueves, julio 29, 2021 5:19:00 p. m.

Buena explicación. Pero a las de mi casa nunca les he visto flores. Me fíjare mejor.

Anónimo | viernes, julio 30, 2021 9:13:00 a. m.

En mi casa los sabados por la noche siempre estaban en el pasillo de la casa y cuando llegaba todo bolinga (un poquito mareao) como siempre tropezada con ellas y alguna vez tiraba alguna, servía para que mis padres supieran a la hora que llegaba y como llegaba, vamos unas traicioneras en toda regla. Malditas pilistras...

Anónimo | sábado, julio 31, 2021 1:42:00 p. m.

...malditas,malditas.
¡Mira que estar los sábados por la noche en el pasillo!
Alcohol y ehhhh,bueno como se llamen no es buena combinación
y no se deben mezclar 😂😂😂
Por fin una entrada sin politequeo y desenfadada que va sumando comentarios y comentaristas.
Ánimo,y la próxima que sea de contenido cultural,intentemos batir el récord.

Anónimo | domingo, agosto 01, 2021 9:07:00 a. m.

Bueno, no hay que ser muy listo para saber qué las pilistras representan a las clases populares y son comunistas y republicanas. A lo eso me parece.

Anónimo | domingo, agosto 01, 2021 9:38:00 p. m.

Los republicanos de derechas preferimos un florido pensil.

Anónimo | domingo, agosto 01, 2021 9:59:00 p. m.

Y el niño dijo: ¡Papa!

Anónimo | lunes, agosto 02, 2021 3:00:00 p. m.

Las pilistras, las cintas, las costillas de Adan, tantas otras....
allí donde iba no había lugar para ellas. Con lágrimas en los ojos fuimos repartiéndolas entre las pocas vecinas que quedaban en la calle, ella que tanto las había mimado, aún con la dureza de sus manos, ya las ha olvidado, igual que a cada uno de nosotros.

Anónimo | martes, agosto 03, 2021 3:03:00 p. m.

El pasillo sin vida, el portal sin vida, el patio,lo que ayer fue el corral, la cuadra el pajar.... Ciertas los ojos y puedes recordar y sentir el frescor de la noche, de macetas regadas y el agua que se queda entre los chinatos del suelo. Ahora ya no queda nada, como conservar plantas si vengo dos veces al año y la casa está vacía. Las pilistras en Madrid no son lo mismo, las veo desubicadas, como muchas veces me pasa a mi.

Anónimo | jueves, agosto 05, 2021 10:19:00 p. m.

Bolsillos llenos de chinatos, tiraor al cuello con estaquilla en vaivén, gorrión al avizor. Calor, mucho calor. La alberca. Y las pilistras, siempre las pilistras. Aquellas siestas que no fueron.

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