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El nombre del museo

El artículo titulado Prasatorrecampo del lunes pasado ha dado lugar a algún comentario directo y a varios correos privados que, despuntando un germinal debate cultural, matizan o desarrollan algunos de los puntos allí someramente tratados. De entre ellos, me gustaría destacar la amable carta enviada por el Director del Museo Prasa Torrecampo, Juan Baustista Carpio Dueñas, quien, abordando una cuestión polémica que ya en varias ocasiones ha salido a relucir en comentarios, explica detalladamente las razones por las cuales la Casa-Museo "Posada del Moro" ha pasado a llamarse Museo Prasa Torrecampo. Pienso que la argumentación del director del museo sienta la cuestión y que la rotundidad de su explicación sólo podría contradecirse con juicios emocionales, a los cuales, ya sabemos, no siempre acompaña la razón. A pesar de su extensión, y dado el indudable interés que ofrece para los lectores de Solienses, reproduzco a continuación la parte fundamental del escrito de Juan B. Carpio:

1.¿Por qué no mantener el antiguo nombre "Casa – Museo Posada del Moro"?

a. Casa – Museo.

i. La denominación "Casa-Museo" fue adoptada por Esteban Márquez a comienzos de la década de los 70, cuando abre al público por primera vez el museo. De esta forma intentaba destacar la importancia que la "Casa", el edificio de la Posada del Moro, tendría en el conjunto de un museo que no se basaba únicamente en la colección expuesta, sino también en la conservación de un edificio singular, que el propietario, Esteban, había restaurado derrochando ilusión, trabajo y también dinero, con un considerable acierto.

ii. Sin embargo, los centros que en esos años se abrieron al público con el nombre "Casa-Museo" no respondían a esta tipología. El "aperturismo" franquista de los años 60 había creado unas nuevas necesidades, entre las que estaba el desarrollo de nuevas instituciones culturales: en resumidas cuentas, era necesario crear museos para responder a las demandas del turismo y “barnizar” un vacío en las políticas culturales. Pero la creación de centros museísticos requería la existencia de una base legal y reglamentaria adecuada, unas ideas museológicas desarrolladas (y, si venían de Europa... ¡malo!) y, por supuesto, presupuestos. No había dinero. Pero sí había una posibilidad: cogemos la casa natal (o la última residencia...) de algún personaje importante de nuestra Historia -si puede ser una “gloria patria”, mejor que mejor-, la decoramos con mobiliario más o menos relacionado con su vida o con su época y encargamos su apertura diaria a alguna familia de la localidad a cambio de las propinas. Las “Casas-Museo” proliferaron como setas y el nombre, naturalmente, se puso de moda en el país. Hoy aún podemos encontrar 734.000 entradas en Google que responden a esta denominación.

iii. Por todo lo anterior, hoy en día el público tiende a identificar una “casa-museo” con un lugar en el que se pueden encontrar curiosidades sobre la vida de alguna gran personalidad pero que, salvo contadas y conocidas excepciones, no cumple todas las funciones que se le suponen a un museo moderno. Toda casa – museo tiene, además, un referente: Lorca, Galdós, Unamuno, Blas Infante, Falla.... Resultaría inútil intentar explicar a los visitantes (reales y potenciales) del museo la intención de Esteban Márquez cuando eligió un nombre que, además, hoy está enormemente devaluado.

b. Posada del Moro.

i. Con este nombre es comúnmente conocida la casa renacentista que ocupa el número 1 de la calle del Mudo y que, tras anexarle un edificio contiguo (núm. 3 de la misma calle) albergó el museo. En el proyecto actualmente en marcha se contempla la restauración de este edificio, una casa del siglo XVI rehabilitada y restaurada por Esteban Márquez, que pretendemos convertir en una de las más importantes “piezas” del museo. Aunque, por razones de conservación, se ha optado por no utilizar la portada principal de la Posada como entrada al museo, en el proyecto arquitectónico se ha tenido siempre en cuenta que esta fachada debe potenciarse, manteniéndola como la más destacada imagen pública del museo. Un dibujo basado en esta portada sirve de icono al logotipo del nuevo museo, y la dirección del centro se mantendrá en la Posada del Moro; C/ Mudo, 1.

ii. Sin embargo, la Posada del Moro es sólo una pequeña parte del espacio destinado al nuevo museo, que se extenderá por la Plaza de Jesús, Calle Mudo y calle Pablo Romero Alamillo. Para potenciar la importancia patrimonial (arquitectónica e histórica) de la Posada del Moro, creo que no es conveniente confundir el nombre de este elemento con el del conjunto que formará el nuevo museo.

iii. El nombre “Posada del Moro” casa perfectamente con el discurso general que se ha planteado en el actual proyecto de museo, que pretende presentar la comarca de Los Pedroches, y Torrecampo en particular, como un espacio de tránsito, de camino, de contacto, entre el norte (la Meseta) y el sur (Valle del Guadalquivir). Si la base del discurso es “el camino”, ¿qué mejor sede que una posada? Sin embargo, mantenerlo como nombre global del museo provocaría en los visitantes tres confusiones esenciales, que he creído necesario evitar:

  • 1. Como acabo de señalar, sólo una pequeña parte del nuevo museo se corresponderá con la antigua “Posada del Moro”. Contribuir a la confusión de una parte con el todo puede terminar provocando la devaluación de la imagen que queremos potenciar, la de ese importante elemento patrimonial que es la Posada del Moro.
  • 2. Al ser el contenido esencial de la colección de origen arqueológico, el nombre “Posada del Moro” puede ser relacionado por los visitantes con nuestro pasado andalusí, con el que no tiene absolutamente nada que ver. Este tipo de nombres se prestan a interpretaciones románticas de la historia (“pisada del moro”, “fuente de la mora”... en fin, “tesoros de los moros”) de las que nuestro discurso museológico pretende huir.
  • 3. Tampoco es “Posada del Moro” el nombre original del edificio del siglo XVI, sino fruto de un uso y del apodo de unos propietarios que es relativamente reciente, como aparece explicado en diferentes publicaciones por el propio Esteban Márquez. La casa no fue construida como Posada ni tiene su origen “en tiempo de los moros”.

Por todo lo anterior, en el momento de redactar el Proyecto de Museo que actualmente estamos desarrollando consideré necesario buscar un nombre para el nuevo centro, eliminando de forma total la expresión “casa-museo” y manteniendo el nombre de Posada del Moro para el edificio que es conocido con ese nombre, y que se mantendrá como imagen y dirección institucional del nuevo centro.

2. ¿Por qué “Museo PRASA Torrecampo?

a.Museo. En el momento de iniciarse la redacción del proyecto de museo, se planteó la posibilidad de ampliar la denominación a “centro de estudios y exposiciones...”, “centro cultural...” ya que los objetivos de la nueva institución parecían sobrepasar el tradicional concepto de museo. Sin embargo, hoy en día el concepto de museo es mucho más amplio que el de la simple sala de exposiciones. El centro que se abrirá en Torrecampo será “una institución permanente, sin finalidad lucrativa, al servicio de la sociedad y de su desarrollo, abierto al público, que adquiere, conserva, investiga, comunica y exhibe para fines de estudio, de educación y de deleite, testimonios materiales del hombre y su entorno” (definición del ICOM). A pesar de tratarse de un centro de titularidad privada, nuestro museo está, en efecto, al servicio de la sociedad y de su desarrollo. Y adoptará la forma y las funciones propias de todo museo, lejos de la simple exposición de objetos raros, curiosos o valiosos que adoptan en ocasiones algunas exposiciones permanentes de colecciones particulares. El salón de actos – teatro, las aulas didácticas y otros espacios de uso público permitirán programar actividades y ser utilizadas por los visitantes como una forma de facilitar esos fines de estudio, educación y deleite que debe tener un museo.

b. Torrecampo. El nombre de la localidad en la que está ubicado el museo debe aparecer en su denominación oficial no sólo porque contribuye a su localización por parte de visitantes potenciales, sino también porque uno de los objetivos más importantes que Grupo PRASA y Fundación PRASA se han marcado en el momento de impulsar este proyecto ha sido precisamente el de dotar a este municipio de un equipamiento cultural moderno, que pueda contribuir a su desarrollo.

c. PRASA. De esta forma, el nombre del centro podría haber quedado como “Museo de Torrecampo”. Reconozco que en este caso mi decisión no fue rápida, y necesité darle algunas vueltas al asunto. En la decisión final pesaron fundamentalmente dos argumentos:

  • i. Nuestro museo, con 35 años de historia, tiene una clara vocación de continuidad, de permanencia. Y ¿qué pasaría si, pongamos que dentro de otros 35 años, el Ayuntamiento de Torrecampo decidiera crear un museo diferente al nuestro? ¿El nuestro sería el “Museo de Torrecampo” porque nos “apropiamos” del nombre tiempo atrás? No es que crea que hoy nadie vaya a criticarme, o a criticar a PRASA, por usurpar el nombre del pueblo... (Bueno, ahora que lo pienso no estoy tan seguro de eso, pero en cualquier caso no me llevó a desechar el nombre “Museo de Torrecampo” la posibilidad de críticas en el presente, sino más bien las futuras).
  • ii. PRASA es el nombre del propietario del museo (Grupo PRASA) y también de la entidad encargada de su gestión (Fundación PRASA). He considerado que, al tratarse de un centro completamente privado, el nombre de propietario y gestor deben aparecer en la propia denominación oficial del museo, pues lo contrario podría llegar a entenderse incluso como una forma de dejación de responsabilidades, como una forma de “ocultar” quienes son los responsables del funcionamiento del centro. Y eso siendo consciente de que algunos criticarán el “objetivo publicitario” del proyecto.

2 comentarios :

Anónimo | viernes, septiembre 21, 2007 1:11:00 p. m.

gracias a antonio y al sr. director del museo.todo clarísimo y justificadísimo.
Una petición para el director:te rogaría publicades mas información sobre el museo y sus expectativas en la revista El Celemín y acercases más esta institución al pueblo de Torrecampo.Gracas.

jose diaz | domingo, septiembre 23, 2007 6:57:00 p. m.

Gracias, Juan B.por tus explicaciones; brillante como siempre; por algo tuve algo que ver en tu formación: Sólo te falta añadir a ese maravilloso proyecto, que quien regente ese museo o lo que sea (para mí el nombre es lo de menos)se adorne con las enormes patillas de bandolero que lucía el entrañable Esteban. Para mí y mucha gente, era un atractivo turístico más, y de primer orden.
Un abrazo.

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