¿Encina en peligro?

¿Encina en peligro?

Partidor de la dehesa de la Vera de Añora, con encina al fondo.

En la segunda mitad del siglo XIX, cuando la dehesa de la Vera de Añora fue enajenada a consecuencia de la Ley de Desamortización Civil, se abrieron numerosos caminos de poca anchura con la finalidad de permitir el acceso a las diferentes fincas en que se fue dividiendo este bien municipal antiguamente de propios. A estos caminos, que no respondían a la tradición viaria sino a una necesidad funcional sobrevenida, se les llamó "partidores" y constituían en realidad una delimitación de los lotes en que se subdividió la dehesa para su venta. Muchos de ellos, con el tiempo, se fueron perdiendo, fundamentalmente usurpados por los propietarios colindantes al desaparecer su utilidad por unificación de parcelas o apertura de vías mayores.

Ahora, nos ha sorprendido comprobar que se están recuperando algunos de ellos. Confieso que desconozco a través de qué iniciativa, si institucional o particular, pero lo cierto es que este fin de semana, paseando por la dehesa de Añora, nos hemos encontrado de pronto, y ya perfectamente delimitado por alambradas, con este camino hasta hace pocas semanas inexistente. En la Oficina Virtual del Catastro he comprobado que, en efecto, se trata de uno de los antiguos partidores que unen la carretera de Pozoblanco a Alcaracejos (A-423) con el más o menos paralelo camino de Alcaracejos a Pozoblanco. En realidad, poco importan las motivaciones de su recuperación, siendo lo verdaderamente importante su nueva incorporación a los espacios públicos de libre disfrute.

Lo que, sin embargo, nos ha llenado de estupefacción ha sido contemplar la estampa que reproduce la fotografía de arriba. En el centro de este pequeño camino, de tan sólo unos dos metros de ancho, se levanta orgullosa una encina que no tendrá menos de cuatrocientos años, impidiendo absolutamente no ya el paso de cualquier vehículo, sino incluso dificultando el tránsito de viandantes. Queda claro que el esperpento obedece a una modificación del trazado original del partidor, pues resulta inverosímil imaginar que en su día se manifestara tal torpeza. Pero incluso ahora, cuando resulta ya difícil que cualquier barbaridad nos sorprenda, cuesta creer que alguien profesionalmente cualificado haya realizado un trazado viario que contenga un obstáculo para el tránsito de tal magnitud. Resulta obvio que la encina, por su edad, es anterior al camino y que, por tanto, ese de ningún modo puede ser el recorrido original. Entonces, ¿por qué se ha hecho así? Esto, antes que una denuncia, es una ardiente súplica de explicación racional.


Resulta imposible el paso de cualquier vehículo y muy dificultoso incluso de caminantes.

Me niego a pensar que la intención de los diseñadores sea eliminar la encina para liberar el itinerario (¿pero cómo no asustarse por la sospecha?). Constituiría tal aberración (además de un delito, cuya vigilancia compete al Ayuntamiento de Añora como titular del dominio), que ni quiero plantearme que algún desalmado haya imaginado semejante solución (será oportuno recordar ahora nuestra "Historia de una encina": uno y dos). Pero entonces, ¿por qué? ¿Hay alguna intencionalidad tras este disparate o todo obedece, como escribiera Agustín García Calvo, a la mano del que sabe?


Con el recuadro azul se señala la encina afectada.


Hasta que uno no llega al pie de la encina no acaba de creer lo que ve.