Santa Lucía en Villanueva del Duque
Candelorio de aulagas la víspera de la fiesta [Foto: José Caballero Navas]
Durante esta semana se ha celebrado en Villanueva del Duque su tradicional fiesta de Santa Lucía, una de las celebraciones de Los Pedroches que guarda aún su complejo ritual con la pureza que concede el no haberse convertido en una fiesta de especial atracción turística. El hecho de no haberse desplazado al fin de semana y de constituir, por tanto, una celebración de carácter eminentemente local la ha preservado de injerencias foráneas y le ha permitido conservar un ceremonial genuino con mucho encanto y sabor antiguo.
Lucía Suárez ha detallado con acierto las distintas fases de esta solemnidad en el blog del Ayuntamiento de Villanueva del Duque. La fiesta comienza la víspera del 13 de diciembre a las tres de la tarde [ver fotos], cuando los cuatro hermanos mayores (el del Bastón, el del Junco, el de la Bandera y el de la Alabarda) comienzan por riguroso turno a lanzar cohetes al tiempo que las campanas de la parroquia de San Mateo comienzan a sonar. Tras los cultos religiosos, a las nueve de la noche, y a repique de campanas, se procede al encendido de los candelorios de aulagas, siguiendo el mismo turno (primero el hermano del Bastón y luego, en orden, los demás), a cuyo alrededor se reúnen familares, amigos y vecinos de los Hermanos para comer altramuces y beber vino de pitarra en porrones.
Disparos anunciando el encendido de los candelorios de aulagas. [Foto: Lucía Suárez].
El día de la fiesta titular [ver fotos], la celebración comienza a las seis de la mañana con la Cata del Anís. Luego, tras el desayuno y recogida procesional de las autoridades, acompañados de dos tambores que no cesarán de tocar en todas las fases de la celebración, todos se dirigen a la parroquia para cumplir con los oficios religiosos. En la procesión posterior, los hermanos entrantes serán los encargados de portar la imagen. Todos los miembros de la Hermandad participan seguidamente en los cuatro convites que los Hermanos Mayores hacen a las puertas de sus domicilios, con tostados, altramuces y nuevamente vino de pitarra, que ahora se bebe en unas curiosas templaderas de plata especialmente conservadas para la ocasión. En el recorrido, se procede al revoloteo de la bandera al repique del tambor. La fiesta, como prueba de continuidad y permanencia, termina con la entrega de símbolos a los hermanos entrantes.
Vídeo: Revoloteo de bandera mientras se ofrece a los presentes altramuces y vino en las templaeras.
Recorrido de la hermandad por los cuatro convites. [Foto: Lucía Suárez]
Los cuatro hermanos mayores de este año portando cada uno sus símbolos. [Foto: Lucía Suárez]
Imagen titular durante la procesión. [Foto: Lucía Suárez]
1 comentarios :
Magnifico. Es estupendo que la fiesta se celebre su día y que no esté al arbitrio del calendario para que coincida con un sábado. Eso es lo que hay que hacer. Seguro que los vecinos así la disfrutan mas.
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