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Si no creyera en el silencio

Ahora ya he perdido algo de afición, desplazado por otros gustos que vienen empujando, pero durante años fui el seguidor número uno de Silvio a este lado del río. Todos tenemos un pasado. Conservo la colección completa de sus discos en formato cassette hasta que desaparecieron, y luego me pasé al CD y compré todos los anteriores y, por fin, guardo la obra completa en formato mp3. Cuando el intercambio de archivos era aún una quimera, contacté con silviófilos de todo el mundo y acumulé más de doscientas canciones inéditas, algunas con sonido infame, pero nunca era suficiente. Sí, yo soy de los que adquirí aquella perla envenenada del "En vivo en Argentina" con Pablo Milanés y las colaboraciones con el Grupo de Experimentación sonora del ICAIC y luego todos los discos de otros intérpretes en los que Silvio hacía un dueto en una sola canción, con Compay Segundo, Leon Giego, Amaury Pérez, Alejandro Filio, Liuba María Hevia (dios mío, "Ausencias"), José María Vitier, Síntesis, Los Sabandeños, Pancho Amat, Vicente Feliú, en fin, tantos nombres, incluso aquel Alevosía de Aute donde solo hacía los coros exclusivamente perceptibles para incondicionales trastornados, pero tan bellos que lo justificaban todo. Fueron años de fiebre. Acudí a todas las giras que realizó entonces por España, algunas ya en época Solienses, como Madrid en 2004 o Córdoba en 2005.

Hubo un tiempo en que me supe el título de todos los discos de Silvio por orden cronológico y el de todas las canciones por su orden en cada uno de ellos, todas las letras todas. Entre cientos de canciones, resultaba imposible elegir una ni diez. Algunas de ellas estaban prendidas a vivencias personales, "Con diez años de menos", pero no los tenía (te lo dije, y no quisiste creerlo), "Quién fuera", pero no fui, "En estos días", siempre aquellos, "Preludio a Girón", y ya te habías ido, y, en fin, "Hombre", que tantas cosas significa. En la fase más fieramente vocacional sonaba "Fusil contra fusil", la de Cuando digo futuro, que luego encontró su versión más rotunda en Érase que se era. La "Canción urgente para Nicaragua" en los años limpios de la universidad, cuando canciones como esta sonaban en los 40 principales,  y luego el Tríptico ("El dulce abismo"). Y aquel día, "En el jardín de la noche". En fin, para qué llorar más. Nadie sale indemne de "El viento eres tú".

Pero hay una canción que siempre está ahí cuando la necesitas. La explicación a todo, de ayer y hoy, de antes y después. La escuchas de nuevo, tras tantos años, y ya está. "La maza", ese pozo inagotable de metáforas, esa explicación de la vida civil en todas sus miserias, que tiene la impagable virtud de eximirte de escribir ni una palabra más.

Por no hablar de otras cosas, hablo de mí. Otros ponen la diana y señalan, marcan el objetivo. Durante este fin de semana he leído cien páginas de Sholombra que me han dejado en estado de shock. Casi tanto como lo que vino después.

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