Las encinas de Erífanis
Ando leyendo estos días una recopilación que ha editado recientemente Aurora Luque de la poesía griega y romana escrita por mujeres bajo el título de Grecorromanas. Lírica superviviente de la Antigüedad clásica. No sorprende que toda la poesía que nos ha llegado escrita por mujeres en casi once siglos de historia (del VII aC. al IV dC.), en más de mil años, quepa en un tomito la mayoría de cuyas páginas están dedicadas a la biografía o ambientación histórica y unas pocas tan solo a los versos. Lo cierto es que conocemos muchos nombres y poca obra, porque la transmisión literaria no ha sido generosa con la poesía femenina más antigua.
Uno de los primeros nombres que surge, tras la figura imponente de Safo, que inunda toda la Antigüedad, es el de Erífanis, de la que nada más sabemos que su nombre y que puede ser la precursora de la poesía bucólica que luego consagrarían Teócrito y Virgilio. Lo que me ha interesado de esta poeta es que de su producción literaria tan solo se ha conservado un verso, transmitido por Ateneo de Náucratis en su Banquete de los sabios. Tan solo un verso, de cuatro palabras:
μακραὶ δρύες, ὦ Μέναλκα
Solo cuatro palabras. Y una de ellas es "encinas".
Cuando lo he leído ("altas encinas, oh Menalcas"), me ha venido a la mente mi tierra, si es que alguna vez se va de ella. Hace mucho tiempo que no la piso y de pronto me ha inundado en lo más profundo la nostalgia. Nostalgia: otro helenismo, que etimológicamente significa "dolor del regreso" (de νόστος 'regreso' y ἄλγος 'dolor') y algo así es lo que he sentido al oler la encina de Erífanis y sentir toda la catarata de sensaciones que arrastra, porque sé que en el regreso nada será igual que era, como no lo fue para Odiseo y, sobre todo, para Penélope.
Luego he advertido que la palabra 'encina' (δρῦς, δρὑος) aparece con cierta frecuencia en los pocos versos de la lírica griega escrita por mujeres que se han conservado y que nos presenta Luque. Las nombra Ánite de Tegea como morada de la cigarra y antes la bizantina Moiró invoca a las hamadríades, las ninfas de las encinas, que mueren cuando muere el árbol. En su "Himno a Delos" Calímaco nos presenta a Melia, una ninfa que teme por su encina, alcanzada por un rayo, "angustiada por la encina cuya vida es su vida". Y el poeta de Cirene invoca a las Musas: "Decid: ¿nacieron realmente las encinas al mismo tiempo que las ninfas? Las ninfas se alegran cuando la lluvia hace crecer las encinas; las ninfas lloran cuando las encinas pierden sus hojas". Lo pongo en griego porque se trata de un texto muy hermoso, cargado de melancolía:
ἐμαὶ θεαί, εἴπατε Μοῦσαι,
ἦ ῥ᾽ ἐτεὸν ἐγένοντο τότε δρύες ἡνίκα Νύμφαι;
νύμφαι μὲν χαίρουσιν, ὅτε δρύας ὄμβρος ἀέξει,
νύμφαι δ᾽ αὖ κλαίουσιν, ὅτε δρυσὶν οὐκέτι φύλλα.
Como Ben Jafaya, el poeta hispanoárabe del siglo XI, que añoraba su país y esperaba desde la montaña ver un rayo que acaso procediera de su tierra, lejos, al otro lado, pienso en las encinas y me esfuerzo por recodar su tacto, la rugosidad apacible de su piel, la dulce sombra que cobija la hierba fresca para la liebre y el jabalí. Hace tiempo que no veo mis encinas, las centenarias y las recién plantadas, y ahora siento una alta responsabilidad ante ellas, si es que su existencia, como jura la mitología, va ligada a la de las hamadríades, las ninfas que las cuidan y cuya vida, como la mía, como la de todos, está siempre insegura en el hilo azaroso de la pura resistencia.
15 comentarios :
Ahora sí parece un blog de cultura. Muy interesante, muchas gracias por el artículo.
Sí, como La2, otras veces somos más de Tele5.
😂😂😂
Muy bueno el artículo. Gracias
Tú haz como yo, Antonio, que tengo en mi mesa de trabajo un trozo de corteza de encina, mas de 20 cent., y le toco de vez en cuando. No es lo mismo, pero consuela.
Hermosas, sugerentes y cálidas palabras.... La encina como fuente eterna de Naturaleza, Amor y Sabiduría... gracias... muchas gracias...
Nota muy personal: Creo que este blog, y su autor, siempre han estado motivados por una fuerte preocupación cultural.
Anodadado, inquieto quedo tras leer tal evento, pero decir debo, que la encina al jornalero, en nuestra tierra es sudor y lamento. SyR.
Los pedroches van ligados a las encinas, un lujo que no siempre sabemos apreciar!!!
La encina, per se, está por encima del bien y del mal. Lo mismo le ocurre al trigo, a los cerdos, a las minas o a los frutales de huerta. El problema no es de la Naturaleza. El espíritu de esta entrada, creo, va de cierta elevación.....Aunque siempre hay aterrizajes forzados... Muy respetable opinión en cualquier caso.
Sudor, lamento y...también es fresca sombra para ese sudor. Fresca sombra también para sus cerdos, vacas y ovejas. Madera para sus vigas. Orgullosa contemplación ante una buena montanera. Nido de pájaros, dormidero de palomas, raíces que retienen los suelos, sustento de su mitología en la Virgen de la Encina. Pura poesía pero también concreta realidad. No siempre sudor y lamento, sino compañía amorosa en los días largos de trabajo y faena, verde horizonte en ese futuro que nos espera. Dejemos que su imagen vuele dentro de nuestra imaginación: nuestras encinas.
Fabuloso encuentro mitològico autòctono. Gràcias
He sido consciente de lo que tenemos ya con cierta edad. Hasta entonces esto nuestro tenía poco o ningún mérito. Me sorprendían los bosques de Gredos y del Norte. Ahora la encina me resulta fascinante y nuestra tierra mucho más. Deben desde nuestros pueblos enseñar a amarla, encina y tierra, tierra y encina
Sudor. He ido a escamujar y talar ramas de encinas para hacer picón y leña. He ido a recoger bellotas para alimentar los guarros que criàbamos para la matanza en la zahurda de casa. Y no amo las encinas. Las encinas como integrantes del biotopo que conforma nuestro medio natural hay protegerlas con el conocimiento y la legislación. Si banalizamos el lenguaje puede ocurrirnos como a los madrileños que ya muchos creen que la libertad consiste en poder emborracharse como y donde quieran. Salud y republica y cuidaos, a vosotros y a las encinas.
Lamento. A las encinas hay que cuidarlas entre todos. Y no vale encomendar o otros que cuiden de nuestras encinas. Las encinas están ahí para disfrutarlas. Cada uno disfruta de un bien como ese a su manera. Unos lo agradecen y otros no. Yo he disfrutado y disfruto de la encina movido por su imagen. Siento alegría y placer en su contemplación. Otros han disfrutado o disfrutan de la encina aprovechándose de ella, beneficiándose de ella. El concepto "disfrutar" engloba estas dos posibilidades: "sentir placer" "aprovecharse". Pero en las dos se encuentra el deber de protegerlas. Unos para seguir sintiendo esa compañía que gratifica. Otros para seguir sacando de ellas un rendimiento. Alabar la encina por medio del simbolismo o el lenguaje poético no es banalizar el lenguaje sino, quizá, predisponer el ánimo para caer en la cuenta de esa presencia continua que nos ha venido protegiendo desde la antigüedad. Podar la encina, utilizar sus ramas para hacer picón no solo es trabajo y sudor, lamento, sino también protección. Unos y otros desean su permanencia. Cuidémonos y cuidemos nuestras encinas. Amemos la encina. No es una orden, sino un deseo.
No entiendo a qué se refiere con banalizar el lenguaje.
Quizás se encuentra incómodo cuando se poetiza sobre el sudor el sufrimiento y el trabajo?. Pobre entonces Miguel Hernández...
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