Dudas
Andamos en el filo de la navaja. Todos con la mejor intención estamos aprendiendo a vivir de nuevo en sociedad, a convivir, combinando nuestra propia satisfacción con el derecho a la salud de los demás. Son cosas que nos ha traído la pandemia, muchas de las cuales ya no se irán. Lo advierto ahora a propósito de las convocatorias culturales en diversos pueblos. Se programa con entusiasmo, con esperanza, con voluntad íntima de recobrar la normalidad, y luego se entrega todo al azar incierto de qué ocurrirá cuando llegue el día. Mientras en Villanueva de Córdoba y El Viso superan la tasa de mil casos de contagio (por cien mil habitantes) y se suspende toda actividad municipal, en Hinojosa del Duque se nos invita esta noche al concierto de Los Secretos y en Añora mañana a la Gala de las Olimpiadas Rurales. Pozoblanco, por su parte, ya anda difundiendo el Slow Music para septiembre, con figuras tan atractivas como Amaral y María José Llergo. ¿Qué hacer? Los Ayuntamientos organizadores extreman las medidas sanitarias y minimizan los riesgos. La economía no puede estancarse y para ello es necesario recobrar cierto nivel de movilidad, lo que implica necesariamente un cierto grado de inseguridad. Entre esos abismos nos movemos desde hace tiempo. Escuchar a Los Secretos ante la fachada plateresca de la Catedral de la Sierra, revivir la nostalgia de ese gran descubrimiento que han sido las Olimpiadas Rurales, asistir al regreso de la hija pródiga María José Llergo convertida en estrella... son reclamos demasiado potentes como para resistirse. Y sin embargo... ¿qué hacer?
5 comentarios :
La duda planteada está clara. Claro está también en hecho de que en estos eventos no se respetan ni medidas de seguridad ni de otra índole, por mucho que digan las autoridades y sus buenas intenciones (es gracioso eso de que extreman las medidas sanitarias...); y el riesgo existe. Si la economía está por encima de la salud, y asumimos el riesgo de seguir así a la buena suerte, pues tira palante. Difícilmente se pueden entender programas culturales tan dispares de restricción (en unos pueblos) y otros de permisión. Esto es política. Los ciudadanos deberíamos entender que un muerto también vale algo. Evidentemente ya no estamos en los 900 de antaño. Evidentemente la vida sigue..., pero toda la cautela es poca. El horizonte abierto del verano pasado lo hemos pagado todo este año (y seguro que los negocios salieron de la miseria..., ja, ja, ja..., en que dicen estar. Un poco de sensatez.
Que hacer?. Creo Antonio que lo tenemos todos claro; otra cosa es que busquemos escusas para no hacer lo correcto. Estamos en pandemia y no querer saber que si no evitamos las concentraciones, guardamos las distancias de seguridad, seguiremos sufriendo las consecuencias de dicha pandemia y ni siquiera el avance de la vacunación lo evita. Cuantos ejemplos vamos a necesitar? O nos tomamos esto mas en serio y nos dejamos de conciertos y olimpiadas o tendremos otra vez una situación muy grave.
Lo que no se debe hacer son actos como el de las olimpiadas rurales. Recordad los de Añora que pasasteis hace unos meses de no tener ningún caso a tener el récord en España de incidencia en poblaciones de más de 1500 habitantes. Ojo al dato.
Tener 1500 sobre 100.000 habitantes en realidad es que en el pueblo existan 20 casos. No se trata de bajar la guardia pero tampoco se puede hacer todo un penario. El problema no son las actividades, el problema es que los asistentes son y somos ( en ocasiones me incluyo) fiel reflejo de una sociedad que ha crecido a base de una gran mentira: tenemos derecho a todo y cero obligaciones.
No, no amigo, no fueron 20 casos, fueron más de cien con una tasa de incidencia de cerca de los 8000 por cada 100.000. Récord absoluto.
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