El Premio Solienses reivindica en Alcaracejos su "dimensión comarcal"
José Manuel Blanco, Premio Solienses 2022, con el arado romano de Ofiarpe, junto al editor de Solienses, Antonio Merino [Fotos: Agustín Merino].Un centenar de personas, procedentes de todos los puntos de la comarca, nos reunimos la mañana de ayer al cobijo del Centro Termal y el antiguo silo de Alcaracejos para proceder a la entrega del Premio Solienses en su decimotercera edición, que había sido concedido a la novela Pueblo chico, infierno grande de José Manuel Blanco (Torrecampo, 1989). Tras dos años de ausencia, el reencuentro significó un abrazo del mundo de la cultura de Los Pedroches, especialmente de su universo literario, para reivindicar una vez más el espíritu comarcal que debe primar en las relaciones entre todos nuestros pueblos.
La organización del acto de entrega del Premio Solienses constituye un delicado mecanismo de relojería que se trabaja a ciegas. Nunca se sabe qué va a ocurrir, si las piezas encajarán en el momento definitivo, si todo lo hablado se hará realidad, si lo prometido se cumplirá. Son muchas personas que trabajan a distancia, sin saber unas de otras, con un principio de incertidumbre generador de angustias, siempre al arbitrio de cualquier imprevisto. Pero luego, llega el día y milagrosamente todo se cumple. Las piezas encajan, las nubes se disipan y el sol brilla en una maravillosa mañana de libros y música que justifica todos los temores y previsiones, los momentos de inquietud y desasosiego.
A las once y cuarto de la mañana, tal como estaba previsto, comenzaron las visitas al edificio del moderno centro termal y del antiguo silo. Ya a esa hora La Banda del Soul, que actuaría para cerrar el acto, tenía ajustados sus instrumentos y el Ayuntamiento de Alcaracejos había hecho gala de un amplio despliegue de instalaciones. Toda la explanada que se abre frente al monumental silo estaba al servicio del Premio Solienses. Unas coquetas carpas morunas aislaban del sol al público que asistiera al acto de entrega del premio y otras nos cobijarían al final para tomar un aperitivo, que resultó generoso. En el interior, los visitantes se sorprendían con las diferentes estancias de termalismo y estética adaptadas a las peculiaridades arquitectónicas de un edificio construido en los años sesenta del siglo XX para uso agrícola. En los diferentes niveles superiores se conserva maquinaria original y la configuración estructural primitiva de un silo para almacenamiento de cereales. Se culmina en la terraza, con impresionantes vistas sobre toda la comarca, a la que puede accederse por su atractivo ascensor externo.
A las doce comenzamos el acto de entrega del premio propiamente dicho, al que hemos dotado de una estructura fija que nos parece acertada con el paso de los años. El editor de Solienses, Antonio Merino, (hablaré así, en tercera persona de mí mismo, como César, para mejor entendernos) presentó en primer lugar al alcalde de Alcaracejos, José Luis Cabrera, del que destacó el entusiasmo con el que había acogido la idea de celebrar la entrega del premio en aquel lugar tan insólito para este tipo de actos. El alcalde señaló que para Alcaracejos era "un placer albergar este acto cultural consolidado en la comarca de Los Pedroches". Declaró haber leído ya el libro premiado, que le había encantado, y reconoció que "Villanueva de la Encina es el pueblo de cualquiera de los que estamos aquí y somos de Los Pedroches, esa calor de agosto la sufrimos todos y nos encanta, ese olor a tormenta... nuestras verbenas, esa vida en la calle, que nos conocemos todos...". Y añadió: "Es fundamental que contemos a la gente lo bien que se vive aquí, la calidad de vida que tenemos" y alabó el hecho de que el libro colabore a poner en valor el mundo rural. Cabrera terminó elogiando el Centro Termal como un recurso turístico de referencia en la comarca de Los Pedroches y destacó la apuesta de Alcaracejos por el Camino Mozárabe a Santiago.
Intervino a continuación Antonio Merino, que reivindicó el edificio del silo como integrante de nuestro patrimonio histórico monumental de carácter industrial. Acorde con el acto que allí se celebraba, sugirió su carácter profundamente literario: "Fácilmente podríamos imaginárnoslo como escenario de un crimen que luego tuviera que investigar el inspector Homero de Félix Ángel Moreno. Se trata de un edificio que no desentonaría en la ciudad distópica de Sholombra, tal como nos la describe Juan Bosco Castilla. Resulta, en fin, una obra arquitectónica repleta de melancolía de otros tiempos en la evocación de Alejandro López Andrada, que en Los años de la niebla, se refiere al 'perfil de su silo cabrilleando entre paredes blancas y tejadillos' y destaca 'la silueta fornida y emblemática del silo'". Tras recordar que el acto de entrega del Premio Solienses ha recorrido ya doce de los diecisiete pueblos de Los Pedroches, quiso destacar precisamente su "dimensión comarcal" como una de las esencias del premio, "que no importe cada pueblo individualmente sino la comarca en su conjunto". "Una vez que estamos aquí todos juntos -dijo-, ya no se sabe de qué pueblo somos cada uno de nosotros, si somos jarotes, noriegos, tarugos o mojinos, sino que todos nos reconocemos como vecinos de Los Pedroches, con una historia común, una cultura común y, por qué no decirlo, con reclamaciones sociales presentes también comunes, ya afecten a las comunicaciones, a los servicios públicos o a la economía más apegada a la tierra. De algún modo, este peregrinar por los pueblos de Los Pedroches nos hace ciudadanos de un territorio comarcal que trasciende el localismo, y no importa si estamos en el convento de Santa Clara, en el monasterio de Pedrique o en el yacimiento de Majadaiglesia, porque lo que importa es que estamos en nuestra tierra, en Los Pedroches, y no nos sentimos forasteros si estamos en Alcaracejos, en Hinojosa del Duque o en Villanueva de Córdoba, sino que, estemos donde estemos, siempre nos sentimos en casa, en nuestro pueblo".
En cuanto a la novela premiada ("no creemos ni queremos que sea la obra definitiva de su autor"), señaló el valor de haberse atrevido en ella "a enfrentarse a uno de los últimos tabúes que persisten en el mundo rural, el de la homosexualidad". Merino acabó agradeciendo su colaboración a todas aquellas personas e instituciones que han colaborado para que el acto de entrega del premio hubiera sido posible un año más.
Seguidamente tomó la palabra Sergio Rubio, en nombre del jurado, para describir Pueblo chico, infierno grande como "un libro con un tono divertido, que recoge costumbres de nuestra comarca e idealiza de alguna manera la homosexualidad en el entorno rural". Sergio reconoció la dificultad del jurado para elegir la obra ganadora dada la calidad de las tres novelas finalistas ("los tres libros están cargados de talento, buena escritura y guiños a nuestra tierra"). Reflexionó en torno al concepto de "talento" para concluir que "esta comarca está cargada de talento, de personas que se implican, de una manera u otra, en hacerla crecer y por eso no podemos dejar que se muera, no podemos dejar que nuestros pueblos se vacíen cada año un poco más. Debe haber una solución y tenemos que estar unidos para encontrarla".
A continuación, Antonio Merino entregó a José Manuel Blanco la réplica del arado romano que confecciona expresamente para la ocasión la asociación de artesanos Ofiarpe. Tras recibirlo, el autor premiado definió su obra como "una novela muy de Los Pedroches". Aunque partía de apuntes anteriores, reconoció haberla escrito en buena parte durante el confinamiento. "La novela son Los Pedroches, quise jugar precisamente con eso. Los nombres de los personajes son los de los patrones y patronas de por aquí, está la comida, están los lugares. Se trata también de la historia de alguien que quiere hacer un cambio en su vida y Villanueva de la Encina lo transforma". Blanco finalizó advirtiendo que "tiene algún tipo de simbolismo el hecho de que el reencuentro del Premio Solienses tras la pandemia sea con una novela que hable tanto de Los Pedroches".
El acto siguió con la actuación de La Banda del Soul (a la que dedicaremos una entrada aparte mañana) y con un aperitivo por cortesía del Ayuntamiento de Alcaracejos, durante el cual pudimos compartir inquietudes, proyectos, quejas y alegrías con la gente de la cultura, la política y la sociedad de Los Pedroches.
No es irrelevante conocer quiénes nos acompañaron en este acto, porque su presencia significa un apoyo a esta iniciativa y una garantía de que pueda mantenerse en el futuro. Allí estuvieron representantes de la política comarcal: el presidente de la Mancomunidad de Municipios y alcalde de Pedroche, Santiago Ruiz; el alcalde de El Viso y delegado de Cohesión Territorial de la Diputación de Córdoba, Juan Díaz; la alcaldesa de Villanueva de Córdoba, Dolores Sánchez; el alcalde de Hinojosa del Duque, Matías González; la alcaldesa de Torrecampo, Paqui Alamillo; el propio alcalde de Alcaracejos, José Luis Cabrera; los concejales de Cultura de Pozoblanco, Juan Bautista Escribano; de Villanueva de Córdoba, Juan Manuel Rísquez; de Pedroche, Pedro de la Fuente y de Alcaracejos, María José Romo; el concejal de Hinojosa del Duque Juan Felipe Flores; el de Añora, Juan Gómez, y la de Alcaracejos Paula de la Torre. También asistió el coordinador provincial de IU en Córdoba, Sebastián Pérez, que es natural de Hinojosa del Duque.
Del mundo de la cultura, destacamos la presencia de anteriores ganadores del Premio Solienses, como Juana Castro, Pedro Tébar, Juan Bosco Castilla y María Pizarro. También asistieron los escritores Isabel Romero (finalista al premio de este año), Juan Ferrero y Alfonso Cantador, que se desplazó expresamente desde Sevilla para acudir a este acto. No faltaron amigos que han colaborado con Solienses en anteriores ocasiones, como los fotógrafos África Villén, Rafa Sánchez y Moisés Vargas; miembros del jurado, como José Luis González, Antonio Morillo, Teresa León, Teresa Madrid, Teodora López, Sebastián Madrid, Feliciano Casillas, Angélica Cabello y Rafaela Redondo; los artesanos de Ofiarpe autores del arado romano, Patricio Moreno, Santiago Valverde y Eduardo Ruiz; periodistas y comunicadores, como Julia López (Hoy al Día), Rosa García (El Día de Córdoba), Pedro García (El Quincenal), Nacho Solaz (Canal 54) y Manolo Marín (Los Pedroches de mi corazón); los investigadores locales José López Navarrete y Sebastián Muriel, así como Juan Madrid, del grupo Alcaria; y, por supuesto, nuestra anfitriona de las reuniones del jurado Daría Romero, presidenta del CIET. Y muchos otros que ahora no puedo recordar. A todos ellos, gracias, porque sin vuestra asistencia días tan inolvidables como este no serían posibles.
Con La Banda del Soul.
3 comentarios :
Gracias, Antonio, por tu excelente labor en pro de la Cultura de nuestro Valle de Los Pedroches. Cuando finamente algo sale bien, es porque alguien lo ha hecho bien.
Disfruté, el pasado domingo veintidós, en la entrega de la decimotercera edición del Premio Solienses en el Centro Termal de Alcaracejos. A lo largo de un acto perfecto - enhorabuena a todos los que lo han hecho posible - Los Pedroches y Solienses, [Antonio Merino], subieron un peldaño alto en la escalera cultural de una Comarca que se supera a sí misma. Me lo he vuelto a "tragar" en las redes [el acto] y he vuelto a disfrutar. ¡ Pasión por los Pedroches! ¡ Qué le vamos a hacer!. Gracias a todos/as por el buen rato.
El premio Solienses, recuperado tras esta oscura etapa de nuestras vidas, es el único acto en el que están presentes ciudadanos de toda la Comarca. Lástima que no todos los Alcaldes/Alcaldesas lo sigan y estén presentes. Una idea de Comarca que sí entendemos los que asistimos años tras año, dejando a un lado colores políticos y ridículas fronteras que nos separen: "un sólo pueblo con diecisiete barrios". Fue una alegría volver a vernos, disfrutar con la cultura, con la música, en ese acto que propicia el tesón y la generosidad de Antonio Merino y, este año, con la colaboración del Ayuntamiento de Alcaracejos, con su Alcalde, José Luis Cabrera, en uno de los lugares especiales y sorprendentes de nuestra tierra que hay que conocer.
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