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Las amistades peligrosas

Próximo a cumplirse el primer aniversario de la muerte de nuestro paisano Esteban Márquez Triguero, me encuentro su nombre enredado en cierta polémica a cuento de un libro del "arqueólogo" Georgeos Díaz-Montexano sobre la Atlántida, cuya ubicación se habría localizado definitivamente en las regiones del Estrecho de Gibraltar. La cosa es tan delirante que no he querido gastar más tiempo en el asunto, aunque los interesados pueden leer una síntesis del tema y sus polémicas anexas en esta entrada del blog de Javier Armentia Por la boca muere el pez. El nombre de Esteban Márquez Triguero aparece enredado, como digo, en los comentarios a este artículo, a cuenta de su pertenencia o no a la "Real Academia de la Historia" o a la "Real Academia de Córdoba" (yo doy fe de que pertenecía a esta última, pero no a la primera), pues al parecer, el tal Díaz-Montexano alegaba la pertenencia de nuestro paisano a la venerable institución histórica como modo de prestigiar sus descubrimientos, los cuales, obviamente, no son tomados muy en serio por la arqueología "oficial" (como estos heterodoxos gustan llamarla de modo despectivo).

Al parecer, Márquez Triguero habría participado, junto con otros "investigadores" en una "expedición científica" el verano de 2003. Al enumerar los "científicos" de tal expedición se habla del "miembro de la Real Academia de la Historia D. Esteban Márquez Triguero de la Universidad de Córdoba (geología y geominería)", atribuyendo al director del Museo Posada del Moro de Torrecampo títulos que no le correspondían (por cierto, que en tal expedición figura también Raúl Menasalvas, en el cual me sorprende el título de "arqueólogo subacuático" siendo como es el director del Museo Municipal de Puertollano, en plena Mancha manchega). Lo cierto es que a nuestro paisano le cuadran bien estas compañías. Ya en su momento hablamos aquí mismo de sus intereses poco ortodoxos en el mundo de la ciencia, pero, ahora que la muerte lo ha convertido en una persona más venerable de lo que ya lo era en vida (por otros méritos, aunque no fuera por su rigor investigador), me causa tristeza verlo mezclado en estos asuntos tan estrafalarios, pues su personalidad era demasiado rica y profunda como para que se le juzgue atendiendo a un solo criterio, y más si este es puramente científico.

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