Entre los días 6 y 13 de octubre ha tenido lugar una singular experiencia de intercambio de ideas propiciada por la Asociación de Amigos de Belalcázar. Se trata del Foro de la Hispanidad, desarrollado en torno a la figura del conquistador Sebastián de Belalcázar y que ha significado una muestra muy destacada de la importancia de Internet como difusor de cultura e intercambio de opiniones entre personas muy lejanas geográficamente. En el Foro, presentado por José Cortés Fernández, han participado personalidades como Andrés Terán, Ministro del Ecuador para la Misión ante la Unión Europea, Regina Varona, historiadora de Popayán, Oscar Tobar, Presidente de la Sociedad de Genealogía e Historia Familiar del Cauca, Zamira Díaz de Zuluaga, escritora e historiadora de la Universidad del Cauca, Christian Caicedo de la Serna, historiador de Santiago de Cali, Nicolás Ramos, Vicepresidente del Centro de Estudios Históricos y Sociales de Santiago de Cali y Manuel Rubio Capilla, cronista oficial de Belalcázar. Como moderador actuó Francisco Carrasco Jiménez, del Diario Córdoba
De momento sólo he podido leer las intervenciones correspondientes al primer tema (¿Qué aportó la figura de Sebastián de Belalcázar en la historia de las ciudades de Cali, Popayán, Quito y Guayaquil?), las cuales, lejos de responder al enunciado, versan fundamentalmente, como cabía esperar, sobre la valoración histórica y moral de la conquista de América en general y de las acciones de Sebastián de Belalcázar en particular. Quisiera destacar especialmente dos intervenciones. En primer lugar la del historiador Christian Caicedo de la Serna, que, contrariamente a lo que cabía esperar en un foro como éste, aporta una visión negativa de la actuación de Sebastián de Belalcázar en América:
Belalcázar no descuidó el febril sueño mercantilista del conquistador: el valor personal que conducía a los rescates y al saqueo, del que se obtenía el reparto del botín, con el cual era fácil alcanzar fama y gloria. En Cajamarca, fue "de los cuatro Capitanes que allí se hallaron de a caballo", y participó en la masacre de incas y cautiverio de Atahualpa. Comandó a su costa el descubrimiento, conquista y pacificación de Quito, gastando como 40.000 pesos, buena parte producto del pillaje del oro del Tahuantinsuyo, apresando a Rumiñahui, Rey de Quito, a quien sentenció a muerte y ejecutó en la plaza de Quito; como lo hizo con Zopozopagua luego de capturarlo; armando una gran hoguera, lo quemó vivo junto a sus principales validos. Hizo la guerra a timanaes, yalcones, piramas, guanacas, paeces, y llegando hasta los putimaes, quimbayas y pijaos.
En segundo lugar, la de Roberto Cabezas, que hace una valiente negación del tópico de que determinados acontecimientos históricos hay que verlos con la perspectiva de la época en que sucedieron:
La máxima de que la óptica del mundo que pudieron haber tenido los conquistadores y la que tenemos nosotros es diferente es errónea. Pienso que la única variación significativa es el mero avance tecnológico (...). Pienso que hoy en día siguen siendo plenamente válidas, a la luz de los acontecimientos tanto recientes como plenamente actuales, las motivaciones que dieron lugar a la conquista americana. En aquella época las potencias se guiaban por poder, territorios y riqueza. Hoy en día las potencias se guían por poder, territorios y riqueza (...)Hace cinco siglos la tecnología apenas daba para atravesar un océano y la capacidad de matar era más o menos limitada en función de lo que hoy conocemos. Hoy los invasores utilizan una tecnología que controla las operaciones militares desde el espacio exterior cercano y se lanzan bombas de varias toneladas guiadas por láser. Pero, en el fondo, las motivaciones son las mismas que las que llevaron a nuestros ancestros primitivos a salir del Africa para conquistar otros continentes.
Prometo seguir leyendo con interés.