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Esta noche en el Auditorio del Recinto Ferial se "presenta" la "nueva" página web del Ayuntamiento de Pozoblanco (también ha Diputación ha cambiado la suya). Qué cosas. Nueva no significa necesariamente mejor. Lo cierto es que el diseño de la anterior era bastante atractivo e incluso más eficaz que el actual, más, como se dice ahora, intuitivo. En el nuevo cuesta encontrar algunas secciones, aunque sin duda ninguna presenta un aspecto general moderno y dinámico. El problema de estas páginas institucionales está, como ya he dicho otras veces, en que hay que actualizarlas constantemente, casi diariamente, pues si no pierden totalmente su utilidad. Por ejemplo, nadie pide que en la página web de un ayuntamiento esté la cartelera cinematográfica, pero, si está, hay que tenerla al día, pues de nada sirve una cartelera que, como antes, anuncie las funciones de un año atrás. Insisto, en estas páginas institucionales, que deben ser más eficaces que impactantes, son más importantes los contenidos que los pesadísimos montajes de Macromedia Flash.

Por lo demás, la nueva página, en alguna de sus secciones, se ha limitado a reproducir los contenidos de la anterior, como en el apartado de Historia de Pozoblanco, donde se mantiene el mismo texto que ya critiqué en otra ocasión.



Hace unos días me referí al libro Memorias de un niño de la guerra, escrito por un hinojoseño que de niño vivió la guerra civil desde una familia perteneciente al bando, digamos para entendernos, republicano. Ahora encuentro en la página Pedroche en la Red un documento, al parecer bastante conocido en ese pueblo, que nos presenta una visión de la misma historia desde el otro lado. Se trata de un escrito de la abadesa del convento de Pedroche en el que narra la entrada de los "rojos" en el edificio en julio de 1936 y el estado en el que se lo encontró luego en marzo de 1939. El documento, redactado con la misma subjetividad y parcialidad que el libro de Félix Jurado, interesa sin embargo como testimonio vivo de la época, como expresión de sentimientos y modos de vivir en tan crucial momento de nuestra historia, y, en fin, y tras la aplicación metódica del rigor historiográfico, como fuente de información histórica sobre aquellos sucesos. Aconsejo la lectura completa del documento (son sólo cinco folios), pero he aquí un fragmento:

"Al entregarles la llave de la Iglesia entraron en ella y según nos dijeron se fueron derechos al altar mayor y al encontrarse el Sagrario vacío, viendo frustradas sus sacrílegas intenciones, lo arrancaron del altar y a puntapiés lo echaron al medio de la Iglesia.

Mientras esto sucedía se nos intimó la orden de salida. El capitán llamó nuevamente al torno y me dijo: “tienen ustedes que salir cuanto antes, pero no con eso que tienen puesto, sino vestidas como todas las mujeres”. Yo le dije que para algunas teníamos traje de seglar, pero no para todas, pero que le dieran un poco de tiempo y se pediría, pues las del pueblo algunas lo habían a su casa. A lo que contestó: “Lo que nos interesa es que salgan ustedes enseguida. Así,que para no perder tiempo salgan ustedes como están”.

Al llegar a este punto no puedo, nunca recordarlo sin un temor reverencial. Por segunda vez tuve que coger en mis manos indignas el Sagrado Copón, pero ésta ya para consumir las Sagradas Formas distribuyéndolas a la Comunidad y librar al Señor por este medio de una profanación segura. Inmediatamente nos dirigimos todas a la portería llevando al Señor en nuestro pecho como salvaguardia en tan eminente peligro. Pasamos con nuestros hábitos por entre las turbas que invadían el patio y la calle, sin que nadie nos molestara de palabra ni de obra, lo que consideramos como un verdadero milagro, dado el estado feroz en que las turbas se encontraban."

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