Solienses: Por las hoces del Duratón

Por las hoces del Duratón

Inicio de la ruta de senderismo de los dos ríos, en Sepúlveda (Segovia).

Hay lugares a los que uno viaja buscando modernidad e innovación, pero, en cambio, siempre que acudo a Castilla y León mi propósito es empaparme de cultura tradicional. Uno nunca se siente defraudado allí en la búsqueda de raíces. Pienso que su apuesta por el turismo rural es un modelo en el que deberían mirarse Los Pedroches, cuya principal oferta se fundamenta también en el paisaje y la cultura popular. A Sepúlveda y a Pedraza acuden cada fin de semana centenares de madrileños tan solo para comer el reputado lechazo segoviano en cualquiera de los muchísimos restaurantes que han nacido al calor de una tradición bien vendida y convertida en soporte y motor de su economía. Cierto que ambas villas gozan de una conservación envidiable de su patrimonio monumental y urbanístico y que las hoces del Duratón representan un atractivo paisajístico difícilmente superable, pero buena parte del éxito la tiene también la actitud de los empresarios locales, siempre dispuestos a agradar al visitante. La ruta senderista bajo las paredes rocosas en las que habitan decenas de buitres, la peregrinación a los impresionantes abismos de la ermita de San Frutos o el azar inolvidable de desembocar en la encantadora Plaza Mayor de Pedraza son experiencias que se entienden mejor reflexionándolas luego frente a un cuarto de cordero asado en horno de leña. Ni aun así uno se olvida de Los Pedroches, porque, si acaso la tentación asomó, allí estaba la Virgen de la Peña de Sepúlveda para espantarla.