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Budapest y lo incierto


Esquina de Terror Haza, en la avenida Andràssy de Budapest.

Tras la caída del muro de Berlín, la ciudad de Budapest retiró inmediatamente de sus calles y plazas todas las esculturas y monumentos que durante cuarenta años de dominio soviético se habían instalado para ensalzar los valores comunistas. Pero, a diferencia de lo ocurrido en otros lugares, todo este material no se destruyó, sino que se trasladó a un parque en las afueras de la ciudad (Memento Park) que constituye hoy un insólito museo de naturaleza puramente histórica. Mucho más céntrico, en el número 60 de la cosmopolita avenida Andrássy, se encuentra Terror Haza, la Casa del Terror, un museo abierto en el edificio que fue centro de detención y tortura durante el régimen fascista de Horthy y también durante la dictadura comunista, como evocan siniestras la cruz flechada y la estrella del alero. Budapest no renuncia a su historia y la ofrece al visitante como modelo de lo que no debe olvidarse.


La cúpula del Parlamento vista desde la plaza Szabadság.

Pero una vez cumplido este deber con el pasado, Budapest se presenta como una ciudad elegante y fascinante, moderna y abierta. Sus calles rebosantes de clasicismo, sus colinas imperiales, sus pequeñas plazas pobladas de cafés, su río Danubio (que une y articula una ciudad que son dos), sus lujosos balnearios decadentes, su asombroso palacio de la ópera... Pasear por las calles de Budapest constituye un lujo que se convierte en superlativo si es Navidad y todos los caminos conducen a los mercadillos artesanos de la plaza Vörösmarty o alrededores de la basílica de San Esteban. Y el ensueño continúa sobre el lago helado al pie del castillo de Vajdahunyad, conformando una estampa fabulosa que uno sólo creía materia irreal de cuentos infantiles. Más allá están las humeantes aguas termales de Széchenyi y, por si el placer aún no fuera suficiente, La Bohème aguarda en el Magyar Allami Operaház, Chagall en la Magyar Nemzeti Galéria y Caravaggio en el Szépmüvészeti Múseum. Imposible pedir más en tan pocos días.


Patinaje sobre un lago helado junto al castillo de Vajdahunyad.

El placer mayor de cualquier ciudad son sus calles, recorrerlas caminando sin prisa una y otra vez, deteniéndose a mirar, entrando extraño en cualquier iglesia que ofrece su hospitalidad, demorándote frente al imprescindible café, degustando el goulash barato para turistas, descubriendo aquí y allá formas de vivir admirables y otras tan odiosas. Uno regresa de estos viajes más sabio, más libre, más fuerte. Con la maleta llena de preguntas sin contestar, con menos seguridad aún que cuando marchó, pero con nuevas ganas de enfrentarse a eso tan incierto que está por venir.


El majestuoso Puente de las Cadenas, que une Pest con Buda.


Mercadillo navideño.


Ropas de prisionero en un campo de concentración, en el Museo de Arte Judío de la Sinagoga.


Estatua de Anonymus, en el interior del castillo de Vajdahunyad.


Unos turistas fotografían en Palacio Real, con el Danubio detrás.

9 comentarios :

Anónimo | jueves, enero 16, 2014 9:43:00 a. m.

Hombre Antonio, Budapest está bien pero tampoco es para tanto. Da la impresion que cuando cruzais los Pirineos ya todos os asombra.
Yo he ido varias veces porque mi hijo estuvo de Erasmus y no me ha sorprendido gran cosa. En España tenemos muchas ciudades mas interesantes que Budapest y Vd., lo sabe pero no las saca aquí en Solienses.

Peña Fernández | jueves, enero 16, 2014 12:51:00 p. m.

Llegué a Budapest sin expectativa alguna. Una ciudad más que apuntar en mi papiro vital. Pie que adelanta a otro, comer sin saber, oler para aprobar, fotografías mentales, vocablo inconcebible ¿y por qué no? Un baño en las termas Szechenyi (¡claro que he tenido que buscar el nombre!). Sí, para gustos los colores, los sabores, los edredones y los leones... El carácter extraordinario de las ciudades visitadas no me permite sorprenderme con facilidad pero este lugar además de respetuoso con la historia (Nota: necesario), es acogedor con el extranjero (aunque por supuesto intentarán venderte sus productos locales y los acabarás comprando sin oponer resistencia). Irradia belleza y desvela anécdotas. La creatividad es comparable a la de otras ciudades de renombre. Las aspiraciones de la escena juvenil están con creces cubiertas.

Fueron apenas unos días en la ciudad y busqué en mi cabeza el modo de quedarme sin hablar húngaro... Menos mal que el turismo nada tiene que ver con la fidelidad. La promiscuidad está permitida. Amo a París como amo a Londres. Disfruté de Dubrovnik como disfruté de Mostar. Liubliana me dijo que no estaba celosa de Cracovia.
En mi país hay miles de cosas bonitas que visitar e intento disfrutar de ellas como casi todos cuando no los invitan a sacar su parte aventurera. Soy la primera persona en destacarlas y compartirlas con mis nuevos paisanos pero ¿por qué conformarse con los territorios impuestos por unas fronteras y alguna que otra formalidad más? Mejor un turismo "a lo Pangea".

Anónimo | jueves, enero 16, 2014 4:59:00 p. m.

Muy bonito el relato de Peña Fernandez pero leyendolo da la impresion que tenia razón la ministra de trabajo cuando dice que los jovenes españoles emigran por su caracter aventurero y no por falta de expectativas de trabajo en España.

Anónimo | jueves, enero 16, 2014 6:14:00 p. m.

La España alejada del glamour y los focos es preciosa, arrebatadora ; la españa oficial que intentan cargarse quienes nos gobiernan es una puta mierda ...

Peña Fernández | jueves, enero 16, 2014 8:24:00 p. m.

La realidad es que algunos deciden irse como jóvenes aventureros (de los reales no nacidos de eufemismos) ya que lo habrían hecho de todos modos aunque las circunstancias les permitieran quedarse. Lo normal hace unos años.
El problema es que cada vez se estrecha más la opción de escoger (por no decir que no la hay). Antes te ibas si así lo querías o te quedabas si la idea no te gustaba. Ahora te vas te guste o no. Y los que se van en contra de su voluntad, sufren mucho mucho y se enervan mucho mucho cuando esconden el sufrimiento bajo una alfombra propagandística de mercadillo barato.

patidifuso | jueves, enero 16, 2014 11:40:00 p. m.

Cuando se oculta el sufrimiento, aunque sea por vergüenza o falso pudor, estamos alentando a quienes lo provocan.Es la coartada del silencio. La complicidad en la tortura , la estructura del crimen por todos consentido.
Saludos desde el otro lado.

Anónimo | viernes, enero 17, 2014 12:41:00 p. m.

Según la doctrina cristiana venimos a este mundo a sufrir, a un valle de lágrimas.
Nos han educado para ello. Por eso los curas no quieren que follemos si no es para procrear.
Y jovenes, no iros de España. España está llena de riquezas y hay de sobra para todos, lo que pasa es que estan mal distribuidas. Id a por ellas.

Anónimo | jueves, enero 23, 2014 9:18:00 p. m.

Anónimo del viernes 17
Qué poco has leído de Hungría y su historia, qué poco sabes de la " hoz y el martillo " qué poco sabes del desafío cristiano a todo lo brutal e inconsistente,qué poco sabes de la la alegría verdadera de amor de Cristo. En fin... qué poco sabes.

Anónimo | viernes, enero 24, 2014 10:37:00 p. m.

Anonimo del jueves 23
Como no rebates mis argumentos porque son ciertos solo sabes descalificar acusándome de ignorante.
Cuando hablas del desafío cristiano a todo lo brutal no se si te refieres a los cristianos de la iglesia de Roma o de otras confesiones pero la verdad que me es igual. Ahora si, te voy a decir lo que si sé.
¿desafió el papa Pio XII a la Alemania Nazi cuando invadió y masacró a un pueblo de una honda raíz católica como es el polaco? Lo se. NO
¿desafió la iglesia católica a la dictadura fascista de Franco? NO
¿Desafió la jerarquía católica a las dictaduras sudamericanas como la chilena o argentina? NO
Hoz y martillo: Herramientas simples formadas generalmente por una parte activa que acostumbra a ser metálica y un elemento de agarre que comúnmente es de madera.
Y ahora no quiero decirte mas cosas que sé. Que yo se mucho, que no me he educado con la logse sino con Villar Palasí. Que en dos sentadas me leí el Ulises de Joyce y encima me gustó.

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