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Alarifes de Pozoblanco, alarifes de Los Pedroches

Por una nota necrológica escrita por Miguel Cardador en el semanario La comarca he conocido la muerte reciente de Bonifacio de Torres Fernández. Miguel dice que a Bonifacio le gustaba definirse como "alarife de profesión" y eso me ha llevado a identificarlo -espero que acertadamente- con el autor del libro Alarifes en Pozoblanco (2007), una de las obras más singulares y extraordinarias sobre Pozoblanco y Los Pedroches publicada en las últimas décadas. Un explícito subtítulo resume acertadamente su contenido: de cómo se construyó un pueblo a través del hilo conductor de una familia de Alarifes, que durante 300 años participaron en ello.

Bonifacio de Torres, nacido en 1929, trabajó como constructor durante toda su vida, pero al mismo tiempo fue desarrollando unas inquietudes culturales a las que, tras jubilarse, dio finalmente forma por medio de este libro capital para la historia del arte y el urbanismo en Los Pedroches. Se trata de una obra heterogénea y dispersa, propia de un aprendizaje autodidacta en las tareas de investigación y divulgación, pero que sabe, sin embargo, abordar aspectos destacados de la materia que trata y, sobre todo, aporta una riquísima información de tipo técnico y cronológico que de otro modo hubiera sido más complejo conseguir.

Alarifes de Pozoblanco comienza siendo, sencillamente, una obra de genealogía familiar. Bonifacio emprende la aventura de investigar sus raíces familiares a través de varias generaciones de antepasados que, llegados a la localidad hacia 1700, tuvieron un papel protagonista en la construcción de muchos de los edificios principales de Pozoblanco y de otras localidades de la comarca. Pero pronto el trabajo supera sus propósitos iniciales y se convierte en un catálogo minucioso de obras y actuaciones urbanísticas bien documentadas que van constituyendo, por sí solas, un estudio de alcance histórico comarcal quizás inicialmente no imaginado.

El libro se divide en cuatro partes. En la primera, muy breve, se realiza un estudio documental sobre el origen y expansión del apellido "de Torres", que se vincula en su más lejana estirpe con linajes emparentados con la realeza navarra y portuguesa. La segunda parte, la más extensa y variada, aborda un recorrido detallado por nueve generaciones de su familia, deteniéndose principalmente en aquellos miembros dedicados profesionalmente a la construcción. Ello conduce al autor a realizar un repaso por la historia de algunas de las edificaciones más emblemáticas de Pozoblanco a través de su historia, comenzando con la ermita de Jesús de la Columna, levantada en 1704 y en cuya construcción pudo participar -aunque no es seguro- Cayetano de Torres, el primero de la estirpe que se asentó en Pozoblanco. A partir de ahí, el ensanche de la Plazuela de la Iglesia de Pozoblanco (1752), la reparación de la iglesia y torre de Villanueva de Córdoba (1764), la cárcel pública de Hinojosa del Duque -que luego sería Casa Consistorial, hoy desaparecida- (1783), la ermita de San Bartolomé de Torremilano (1804), la reconstrucción del Molino de la Gargantilla (1803), la capilla bautismal de la iglesia de San Mateo de Villanueva del Duque y el cementerio de El Guijo (1820), la capilla del Colegio Salesiano de Pozoblanco, el matadero de Industrias Pecuarias de Los Pedroches ("La Salchi", 1925), el puente sobre el río Cuzna en la carretera de La Canaleja (1963), el Parque de Bomberos de Pozoblanco (1989) o la nueva fábrica de piensos de COVAP, ya en el siglo XXI, son solamente algunas de las obras en las que han participado los sucesivos miembros de esta estirpe de constructores y a las que se hace referencia a lo largo del libro. La tercera parte, con entidad propia, está dedicada a la iglesia parroquial de Santa Catalina de Pozoblanco, de la que se relata su historia desde los orígenes. Finalmente, en la cuarta se vuelve al propósito inicial de reconstruir la genealogía de los "de Torres" mediante una breve reseña biográfica de todos sus representantes.


Obras del puente sobre el Cuzna en la carretera de La Canaleja (1963), realizado por Bonifacio de Torres en sociedad con otros maestros alarifes de Pozoblanco.

Se trata, en fin, de una obra ambiciosa que oscila entre lo familiar y lo colectivo, entre lo particular y el interés general. En Alarifes de Pozoblanco está la biografía de una familia contada por uno de sus miembros, pero está, sobre todo, la historia de un pueblo (y, en muchos casos, de toda la comarca) a través de uno de los elementos culturales que más ha perdurado: el patrimonio arquitectónico y monumental y el desarrollo urbanístico de nuestros pueblos. Una obra de referencia (puede comprarse aquí) por la que debemos estar muy agradecidos a su autor, Bonifacio de Torres, que participó él mismo en esta grandiosa tarea de construcción literal de nuestros pueblos y luego, además, quiso contarla a futuras generaciones para que tantos nombres y tantos trabajos no quedaran para siempre en el olvido.

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