Julio Romero de Torres y Los Pedroches
Julio Romero de Torres tiene una relación pasada y otra presente con Los Pedroches. La pasada se refiere a su abuelo, que, como nos descubrió Mercedes Valverde, era natural de Pozoblanco. La presente se vincula a la posesión que la Fundación Prasa tiene de varias obras del pintor cordobés, las cuales un día (que hoy se antoja lejanísimo) soñamos que podrían haberse expuesto de forma permanente en Los Pedroches. Sin embargo, hace poco supimos, a través de Cordópolis, que la Fundación había sacado a subasta Las dos sendas, que fue vendida finalmente por 475.000 dólares. La Fundación Prasa también es propietaria de los cuadros Consagración de la copla y Rivalidad, cuyo expediente para ser declarados Bienes de Interés Cultural ha sido iniciado recientemente por la Junta de Andalucía.
Durante 2020 se está conmemorando el 90 aniversario de la muerte del pintor, ocurrida en mayo de 1930. Con tal motivo, el Ayuntamiento de Córdoba ha creado el Archivo Digital Julio Romero de Torres, que comprende su archivo y su fototeca, parte del legado que fue donado a la ciudad por la familia tras su muerte.
Algunos blogeros de la comarca han investigado sobre la relación de Romero de Torres con sus respectivas localidades, como María Dolores Rubio de Medina con Hinojosa del Duque y Sebastián Muriel con Alcaracejos.
Lo cierto es que la herramienta del archivo digital nos permite asomarnos tímidamente a la existencia de una mínima élite cultural que en aquel primer tercio del siglo XX mantenía inquietudes artísticas y literarias de difícil cumplimiento en estos pueblos nuestros perdidos entonces en medio de la sierra. Baste apuntar, como prueba de este aislamiento, que para llegar desde Córdoba capital a Pozoblanco debían emplearse siete horas en tren, haciendo en Belmez una parada de dos horas. Así consta en una carta enviada en 1912 por un joven y entusiasta Antonio Porras Márquez a Enrique Romero de Torres, hermano de Julio, en la que invita a ambos a desplazarse a Pozoblanco para desde allí "hacer el camino de este pueblo a la sierra en carruajes". La intención era visitar algunas "ruinas", con el aliciente de que "si hay en las ruinas algo interesante y puede ser, lo llevará usted para el museo" (Enrique era entonces director del Museo de Bellas Artes de Córdoba). Antonio Porras insiste a Enrique hasta en tres ocasiones para que convenza a su hermano: "que no deje de venir Julio, que sacuda esa buena pereza meridional que a todos los coge un poco". En cuanto a la forma de llegar a Pozoblanco, aclara: "De Córdoba pueden ustedes salir a las 3 de la madrugada para llegar a Pozoblanco a las 10 de la mañana, parando dos horas para desayunar en Belmez, o las 4 de la tarde para llegar aquí a las 11 y media de la noche".
Hay que apuntar que en 1912 Antonio Porras, aunque ya había contraído matrimonio, era todavía un joven estudiante de derecho que se encontraba realizando su tesis doctoral y que alternaba periodos de estancia en Pozoblanco con otros en Madrid, donde finalmente acabaría estableciéndose. Todavía no era el escritor y diplomático que llegaría a ser. Quizás había entablado amistad con los Romero de Torres durante su estancia en Córdoba mientras estudiaba bachillerato en el Colegio de la Asunción. De su admiración por Romero de Torres nos avisan también las alusiones a su obra realizadas durante una conferencia pronunciada ese mismo año en el Círculo de la Amistad de Córdoba. Según El Cronista del Valle (14-12-1912), Porras consideró que "la musa gitana de Romero de Torres era la que compendiaba y resumía todos los tiempos y todos los caracteres cordobeses".
El aislamiento cultural en que se encontraban entonces Los Pedroches queda dolorosamente reflejado en la carta enviada desde Belalcázar en 1908 por Amador Jover al propio Julio Romero de Torres. Amador se presenta como "tenedor de libros" (lo que hoy llamaríamos "contable") de la empresa Electro-Harinera de Belalcázar y se dirige a Romero de Torres como "mi querido amigo". En la carta lo felicita por su "señalado triunfo" con el cuadro Musa gitana, que había obtenido una primera medalla en la Exposición Nacional de Bellas Artes en 1908 y fue comprada por el Estado español.
Amador llega a pedir al pintor que le enviara "un fotograbado o copia del cuadro para saborear, como profano, sus bellezas", puesto que aún no había podido contemplar la obra debido a que "a este pueblo no vienen periódicos ilustrados". Jover se lamenta amargamente de su propia situación: "Aquí en este rincón del mundo estoy a tu disposición y aunque las prosaicas necesidades de la vida me han obligado a meterme aquí y respirar este nauseabundo ambiente de positivismo práctico, ya sabes que yo soy siempre de los más entusiastas admiradores de las bellas artes y siento hacia ellas una afición singularísima". No he podido confirmar si este Amador Jover sería el padre de Amador Jover Moyano, quien fuera rector de la Universidad de Córdoba entre 1990 y 1998. [Actualización: Feliciano Casillas, Cronista Oficial de Belalcázar, me confirma que nuestro Amador Jover (y Conde-Salazar) era en realidad el abuelo paterno del rector].
Con motivo del fallecimiento del pintor el 12 de mayo de 1930, el archivo contiene diversas muestras de condolencia enviadas desde Los Pedroches a los hermanos de Julio Romero de Torres. Desde Pozoblanco, por ejemplo, le remite un telefonema Aquilino Zurbano Menjíbar, que en la prensa de la época aparece como representante comercial en la provincia de la marca "Ceregumil Fernández" (anunciado como "alimento vegetariano completo"). Desde Cardeña, el maestro nacional Joaquín Mir de las Heras envía también su pésame a la familia. Desde Hinojosa del Duque, el abogado Pablo Murillo Torrico manda una carta a los hermanos de Julio "para manifestaros nuestro profundo sentimiento y daros a todos el más sentido pésame, pésame que no solo es de su familia, es de Córdoba y toda su provincia, es de España, es del mundo entero". Desde Alcaracejos, el párroco Juan Herruzo Ruiz ofrece sufragios por el alma del pintor ("a quien España entera admira"). Desde Barcelona, finalmente, el barítono pozoalbense Marcos Redondo envía un telefonema comunicando "sentidísimo pésame por irreparable pérdida glorioso hermano".
7 comentarios :
Gran artículo,muy bueno.
Muchas gracias.
Me contaba mi abuela que ella cuando era muy jovencita fue a Cordoba
con algun familiar y tuvieron que hacer noche en una pension de Belmez , que tiempos . Y tambien me contaron que un bisabuelo mio venia a Cordoba con su carro y su yunta llevando y trayendo mercancia . Si le hubieran dicho que ahora vamos a Cordoba en una hora.
En 20 minutos, si vamos en tren.
Lo que yo veo en esta muestra de archivo que nos facilita Antonio son tres cosas:
1ª: Que en nuestros tiempos han desaparecido las cartas y lo que hoy utilizamos para comunicarnos está desnaturalizando el lenguaje. Tengo pruebas fehacientes de que la gente joven y no tan joven han olvidado la redacción, aquel ejercicio de expresión escrita que tanto nos ayudó después en nuestras instancias, solicitudes y proyectos. Las páginas WEB están llenas de "recortar y pegar" y la buena redacción no existe.
2ª: Tenemos que volver a las cartas. En una carta comunicamos nuestros mejores deseos y afectos. Mientras la escribimos tenemos tiempo de reflexionar, de esmerarnos en su redacción, de romper una cuartilla porque no nos gusta lo que hemos escrito y empezar otra de nuevo, de declarar nuestro amor a la persona deseada o de comunicar cuánto la echamos de menos en una ausencia. Hoy, todo esto está resumido en un guasap y en un clic de nuestro dedo. Poca energía positiva puede comunicar el clic de un dedo.
3ª Hoy existen personas ilustradas e investigadoras como antes. Incluso más que antes y mejor preparados. Todas ellas equivalen a cualquiera de las clásicas que nacieron en nuestra comarca o llegaron a ella de fuera: familia Ocaña Torrejón y Ocaña Prados de Villanueva de Córdoba. Como había poca "Ilustración", los pocos destacaban.
De todas formas el del "nauseabundo positivismo práctico" se pasó tres pueblos. Aunque fuera un ilustre muy ilustrado contable o llevador de cuentas de una muy positiva fábrica de harinas en Belálcazar. Solía haber entonces una gran distancia entre algunos intelectuales que "leían" mucho y el pueblo, que no sabía leer, solo vivir de una manera práctica.
Mucha miseria es lo que había en aquellas fechas. Unos cuantos privilegiados y una legión de empobrecidos harapientos.
Esta pregunta va dirigida al responsable de este blog: ya que ha sacado el tema de Romero de Torres y Belalcázar según un documento existente en el Archivo del Museo que lleva su nombre, ¿ por qué no alude al magnífico artículo que ha publicado un cronista de Belalcázar llamado Feliciano Casillas sobre el tema? Veo que ha aludido a él pero no ha mencionado ni ha puesto el enlace a dicho artículo en este blog. Creo que las personas que leen cada día este blog tienen derecho a saberlo y que les informes.
Efectivamente era mi abuelo Amador Jover Conde-Salazar. Tengo unas referencias históricas familiares y era descendiente de unos banqueros catalanes de la villa de Copons. Sus antepasados estuvieron en múltiples actividades culturales cordobesas. Un ascendiente fué fundador del Real Círculo de la Amistad de Córdoba.La sensibilidad de mi abuelo era genética, pero sus circunstancias adversas económicas hicieron buscar sobrevivir a las mismas. Me pondré en contacto con Feliciano para tener una copia de la carta de mi abuelo a Julio Romero de Torres. Enhorabuena por las actividades culturales que hacéis. Un abrazo a todos de Amador Jover Moyano. Ex-rector de la Universidad de Córdoba. Mi correo es sc1jomoa@uco.es
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