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Nuevas pistas sobre Rodríguez de León

Antonio Rodríguez de León y portada de su novela "Edipo padre".


Creo que se debe a Francisco Onieva la recuperación de la figura literaria de Antonio Rodríguez de León. En 2010, dentro de las II Jornadas de Historia Local de Villanueva del Duque, Onieva pronunció una conferencia sobre el controvertido personaje y más tarde publicó sendos artículos en la revista Cuzna y en el Libro de Feria de Villanueva del Duque, para finalmente recoger todo su conocimiento sobre el personaje histórico y el escritor en el libro Antonio Rodríguez de León. En tierra de nadie, editado por la Diputación de Córdoba en 2013.


Antonio Rodríguez de León nació en Villanueva del Duque en 1896, aunque su familia pronto se trasladó a Sevilla y como sevillano se crió. Aunque desarrolló una carrera de cierto éxito en el periodismo (especialmente como crítico teatral) y escribió algunas obras narrativas y dramáticas, Rodríguez de León era sobre todo conocido por haberle tocado vivir el crucial momento del 18 de julio de 1936 como gobernador civil de Córdoba y no haber salido airoso de la prueba. Sobre su actuación aquella jornada hay dos posturas enfrentadas. Francisco Moreno Gómez, en su libro La guerra civil en Córdoba (1986), al relatar la entrega de la ciudad a los sublevados, lo llama "traidor" ("es difícil explicar la traición del gobernador Rodríguez de León") y lo acusa de actuar "por despecho con los dirigentes del Frente Popular". Onieva, sin embargo, niega esta condición y considera que "durante su gestión dio muestras de una honda creencia democrática". Considera el biógrafo que el gobernador, simplemente, se equivocó "en el único momento en que no debía equivocarse" y lo considera "un republicano convencido". Entre ambos extremos irreconciliables se debate su figura.


Hace unos días, en una de esas páginas web de libros antiguos en las que de vez en cuando me pierdo, encontré a la venta una primera edición de la única novela que Rodríguez de León publicó. Se trata de Edipo padre, editada en 1939 ("año de la Victoria") por la Imprenta FE de Sevilla dentro de la colección "La novela del sábado", de la que ocupa el número 13 (el número 1 de la colección fue Marruecos. Diario de una bandera, escrita por un tal Francisco Franco). Lo que me ha llegado ha sido una pésima edición en formato de novela de quiosco cuya tinta comienza a borrarse y dificulta notablemente la lectura, pero el hecho de que solo costara 6 euros me animó a adquirirla para mi colección de autores comarcales.


La obra ha resultado ser una novelita decimonónica en la que, francamente, me cuesta reconocer la más mínima referencia al mito tebano aludido en el título. En un ambiente opresivo de personajes alcanforados, se cuenta la obsesión de un padre por su hija fallecida y el intento de sustituirla por otra joven que guarda gran parecido con la difunta, jugando -quizás involuntariamente- con cierta ambigüedad incestuosa y un final trágico (en su sentido más laxo).


De hecho, lo que más me ha interesado de la obra ha sido la nota preliminar sobre el autor, en la que alguien que firma con las iniciales J.P.M. realiza una encendida alabanza de la faceta periodística del escritor a través de una pequeña entrevista. Lo primero que me llamó la atención es que a Rodríguez de León se le considere "netamente sevillano" y no haya la más mínima alusión a su ascendencia cordobesa. Él mismo, al preguntársele sobre sus artículos en torno a la Semana Santa hispalense, alude a su esfuerzo por dar a conocer en los diarios madrileños "aspectos de la semana grande de mi tierra". No menos significativo es el silencio absoluto que se observa sobre su pasado político, como gobernador civil de Ciudad Real (1933-1934) y de Córdoba (1936). Cuando el prologuista le pregunta sobre su experiencia en el diario El Sol de Madrid, Rodríguez de León contesta: "Desde la fundación de 'El Sol' colaboré sin salir de Sevilla. Gustaron, por lo visto, mis trabajos, y me llamaron a su redacción. En ella estuve hasta estallar el Movimiento. En aquella casa de 'El Sol' hubo siempre la mar de líos. Yo me mantuve ajeno a todos". Lo del 18 de julio en la sede del Gobierno Civil de Córdoba no le debió parecer suficiente "lío" como para nombrarlo.


La nota biográfica sobre el autor, en fin, termina con un párrafo que reproduce el lenguaje patriótico habitual de la época, poco compatible realmente con la condición de "republicano convencido": "Rodríguez de León está donde estuvo siempre. 'En el periódico'. Vedle ahí, en la redacción de FE, como el más puro y ardiente de los camaradas, nutriendo de pensamiento y de pasión las columnas de ese gran rotativo que, cual todos los del Movimiento, entinta los rodillos de sus máquinas en la sangre alegre, fecunda y sagrada de los que cayeron por España y por el Caudillo". Si en la jornada del 18 de julio de 1936 Rodríguez de León vivió su Match Point particular, no cabe duda de que cayó del lado más adecuado para sus intereses.

1 comentarios :

Anónimo | martes, febrero 09, 2021 1:30:00 p. m.

Buenas tardes. Noticia muy interesante por la trascendencia de la figura de Rodríguez de León. Mi buen amigo Francisco Onieva nos ha dado a conocer sobrasadamente su figura en su doble vertiente: política y literaria. Pero Antonio Rodríguez de León merece ser conocido en toda su dimensión y dentro del contexto de varias etapas históricas diferentes en las que se movió y desarrollo su carrera política y literaria. Acercarse a Rodríguez de León es acercarse a la historia de Villanueva del Duque y Belalcázar, y una parte de la historia de los Pedroches. Merece mucho la pena.

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