Lo más leído en los últimos días

BLOGDROCHES Actualidad

Blogs de autor

Políticos

El comienzo de la tradición

Aliara durante su actuación de anoche en el patio de La Salchi [Foto: Cultura Pozoblanco].

De los conciertos de Aliara uno siempre sale inspirado, hace años que lo vengo comprobando. Anoche me dio por pensar sobre el origen de la tradición. Acabo de leer Feria de la manchega Ana Iris Simón (del que tengo previsto hablar también en una próxima entrada a propósito de la llamada literatura rural). Ana Iris es una joven escritora que sin llegar a los treinta ha publicado un libro sobre su infancia y he advertido que para ella eso es su tradición: las canciones de Camela y El Último de la Fila. En su imaginario ancestral ya figura Whatsapp y Aliexpress, los botellones y los adosados, las hipotecas y Mercadona. Así es el ciclo imparable de la vida: para cada uno su tradición es su infancia, dondequiera que esta empiece.


Aliara ofreció ayer en el FolkPozoblanco un concierto sobre la historia de la música tradicional, sobre su tradición particular como grupo, que más o menos es la mía también. Fijaron el corte en Joaquín Díaz, que es un poner, y desde allí abordaron Nuestro Pequeño Mundo, Nuevo Mester de Juglaría, Jarcha y hasta Mocedades, grupos en los que ellos mismos encuentran sus raíces. Con menos público que en otras ocasiones, Aliara interpretó diecisiete canciones, incluidos los dos bises, que abarcan desde "Ya se van los pastores a la Extremadura" hasta "Esclavo de la tierra", de "Tres hojitas, madre" a "El vendedor", del "Romance del quintado" a "Sinnerman". Fue un concierto a medida de una generación. Allí estuvieron los "Carnavalitos" de Jarcha y "El arbolito (donde dormía el pavo real)", para que no faltara nada, y hasta la "Jota del que sí que". Esa es nuestra tradición, la que cantábamos de jóvenes en las fiestas con los amigos, en los rituales festivos nocturnos y se escuchaba en la radio y televisión en blanco y negro.


El público agradeció el esfuerzo del grupo por ofrecer un concierto diferente y aplaudió con deferencia y respeto. José María recordó que algunas de estas canciones se aprendían antes en la escuela y pidió a los asistentes que continuaran enseñándoselas a sus hijos y nietos, y todos estuvimos de acuerdo. Había sido un recorrido nostálgico por nuestra tradición, la que un día vivimos con pasión pero ahora teníamos medio olvidada, en la que percibimos transformaciones al paso del tiempo, pues lo que antaño eran letras picantes y atrevidas hoy nos parecían ya cándidas e inocentes y todo ello nos produce cierto desapego involuntario. Pero algo cambió cuando, para despedir la actuación, Aliara abordó la "Jota de la Sierra" de Pozoblanco y, después, dos tazas más, la "Jota de Ronda" de Villaralto y la "Jota de la hilera" de Dos Torres. Lo que cambió fue que, habiendo sentido durante todo el concierto la melancolía de nuestra propia vida, se nos reveló aquella tradición ("Guantanamera", "Me casó mi madre") hasta cierto punto pasada y ajena, como algo que comienza a desvanecerse y ya no se sabe bien si uno la siente realmente suya o está ahí, sin más, indolente en el depósito de tantos haberes. Sin embargo, las tres jotas finales nos trajeron repentinamente de nuevo al territorio conocido, a nuestro propio territorio. Cuando, después de tantos meandros, escuchamos al fin las canciones de siempre, las que esperamos escuchar de Aliara, sentimos entonces que nos encontrábamos de nuevo en casa, que aquel era nuestro hogar, el de ayer y el de hoy, y respiramos de nuevo aliviados con la seguridad del que sabe a dónde puede volver sin temor a equivocarse.


La tradición de cada uno es la de su edad, aunque hay tradiciones que resisten para siempre. Asistí a todo el concierto desde atrás, al final, desde el otro lado de la verja, donde la vida no se había detenido. Fue una sensación preciosa verlo todo a través de los barrotes, viviendo días en los que uno se siente prisionero en la penumbra. Y allí, si no fue una ilusión o un engaño, me pareció advertir ligerísimamente el mantenimiento de una tradición, apenas perceptible tan solo para iniciados. Fue como un soplo de aliento rejuvenecedor. El mundo cambia y las tradiciones, pero no tanto, pero no en lo esencial.

3 comentarios :

Anónimo | lunes, agosto 09, 2021 12:13:00 a. m.

No estoy de acuerdo, la tradición trasciende a los recuerdos infantiles. La tradición está ahí, diferente es que dentro de generaciones tradición sea lo que tú vives ahora.

Anónimo | lunes, agosto 09, 2021 5:29:00 p. m.

Aliara, referente cultural de los Pedroches. Todo nuestro agradecimiento y reconocimiento es poco.

Anónimo | miércoles, agosto 11, 2021 2:15:00 a. m.

Solo para iniciados, dice. Y tanto.

Publicar un comentario