Felipe Ferreiro en el interior de la Venta de la Inés [Foto: Remigio Rueda].
Felipe Ferreiro no buscaba protagonismo, buscaba respeto. Acabo de leer esta frase, digna de un epitafio, entre los muchos mensajes de condolencia que se están escribiendo
desde que ayer mismo se conoció la muerte a los 95 años del guardián de la Venta de la Inés, en pleno Valle de Alcudia (Ciudad Real), a las puertas de Los Pedroches. El establecimiento aparece citado en la novela ejemplar
Rinconete y Cortadillo de Cervantes como Venta del Alcalde (si bien el comienzo de esa novela transcurre en otra venta cercana, la del Molinillo) y en el mismísimo
Quijote aparece una alusión a la Fuente del Alcornoque, muy cercana, donde el de Alcalá sitúa el nacimiento de los amores pastoriles entre Grisóstomo y Marcela. Desde los años ochenta del siglo pasado
Felipe, que vivía allí en condiciones lamentables, luchó contra los poderosos propietarios de la finca colindante, llamada La Cotofía, para que le permitieran el libre acceso a la Venta y la instalación de las conducciones de agua y electricidad, que durante décadas se le negaron. Felipe se convirtió así él también en personaje de una novela cervantina, en un luchador contra el poderoso, al que finalmente venció con el apoyo de asociaciones conservacionistas y amantes del patrimonio. La Venta de la Inés (que debe su nombre actual a una propietaria del siglo XVIII) está declarada hoy Bien de Interés Cultural con categoría de Sitio Histórico. Felipe dedicó su vida a mantener la Venta de la Inés en la memoria colectiva de una ciudadanía que tantas veces vive de espaldas a su propia historia. El empeño le costó caro. Ahora, al fin, podrá descansar tras tantos años de lucha y sufrimiento .
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