Parecidos razonables

Parecidos razonables

Una de las decisiones más importantes a las que deberá enfrentarse el nuevo director del Museo Posada del Moro de Torrecampo será la de qué hacer con el conjunto de esculturas paleoantropoides, pertenecientes supuestamente al Bronce Final y al entorno tartésico, que durante los últimos años centraron la atención de su antecesor en el cargo. Se trata de una colección de una treintena de retratos pétreos procedentes, al parecer, del área minera de Riotinto (Huelva) que representarían a personas pertenecientes a varias etnias o grupos raciales diferentes, lo que a la vez sugeriría su coexistencia en un mismo ámbito geográfico y temporal. Lo más llamativo sería la existencia entre esas razas representadas de individuos con rasgos neardenthaloides, lo que obliga a pensar que, o bien el artista poseía un conocimiento detallado de unos ejemplares humanos extinguidos hace milenios, o bien se limitaba a representar a un modelo original presente que habría sobrevivido con rasgos de un pasado remoto. Ambas hipótesis son igualmente atrevidas y no tienen cabida en los planteamientos historiográficos actuales, por lo que de ser auténticas estas esculturas, su existencia supondría una revolución en los estudios de nuestra prehistoria. Ningún análisis riguroso se ha efectuado todavía sobre estas piezas, a pesar de que algunos entusiastas investigadores se han apresurado a proclamar su autenticidad. El que la historiografía oficial no se haya interesado por el tema apuntaría a la sospecha de falsificación, pero el argumento ex silentio deja entrever también una duda, por si acaso...

Uno, sin poseer ningún conocimiento científico sobre estos temas, saca, no obstante, conclusiones a partir de lo que vamos a llamar circunstancias concomitantes. Por ejemplo, en este artículo se dice que

Con independencia de la intención con la que fueron realizadas estas esculturas, lo cierto es que nos da una referencia sobre nuestros orígenes a la que se añade un elemento innovador: la participación ¿extraterrestre? en la creación del hombre.

Esta otra articulista prescinde ya de las interrogaciones del anterior y afirma:

El descubrimiento de este conjunto escultórico supone una prueba arqueológica de la convivencia entre homínidos y hombres y de valorarse correctamente se salvarían los vacios existentes en la teoría de la evolución de las especies. Pero que duda cabe que lo mas inquietante que nos ofrece este conjunto escultórico son las representaciones de los supuestos extraterrestres. ¿Cómo explicar las esculturas de humanoides? Autores como Zecharia Sitchin o Alan Alford tendrían las respuestas.

Zecharia Stchin (autor de El duodécimo planeta) propone que la creación del hombre fue llevada a efecto por los nefilim o dioses extraterrestres que llegaron al planeta Tierra hace unos 400.000 años y crearon trabajadores para las minas, la raza humana. Esta creación se realizó a partir de diferentes combinaciones de ADN de los visitantes extraterrestres. El premio Nobel Francis Crick (descubridor junto con Watson del mecanismo básico del ADN) en su obra La vida misma sostiene que debió existir una panspermia dirigida inteligentemente en la creación. Estos microorganismos habrían sido enviados y controlados por una civilización extraterrestre, con lo que la vida en todas sus manifestaciones hubiera sido una creación manipulada por extraterrestres.

Con estos argumentos y estos defensores, ¿quién necesita refutaciones, quién acusadores?.

Pero, además, se rumorea por ahí que algunas de estas esculturas ofrecen un parecido demasiado sospechoso con ciertas personas relacionadas con su origen, conservación y estudio.