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Botellón

El solo titular de hace unas semanas en El País ("Los médicos denuncian un 'botellón' en la puerta de un hospital en Pozoblanco") hubiera requerido algún tipo de actuación por parte de las autoridades municipales de Pozoblanco, pero no hay noticias de que tal cosa se haya producido. La alarma de lo que allí sucede se torna indignación cuando se leen cosas como éstas, sucedidas ayer:
Un botellón que congregó a cientos de jóvenes, la mayor parte de ellos estudiantes que habían estado celebrando el Día de Andalucía con un perol en un instituto, degeneró en la tarde de ayer en incidentes dentro del hospital comarcal Valle de los Pedroches, lo que obligó a los responsables del complejo a cerrar las vallas perimetrales del centro sanitario en la zona que se comunica con la explanada donde acaba el parque Marcos Redondo, escenario de la concentración juvenil.

Según testigos, los estudiantes entraron en el hospital para hacer sus necesidades en los servicios, pasaron por las zonas de los vestuarios, derramaron las bebidas y saltaron en los sillones del hall de entrada al hospital. La Policía Local de Pozoblanco se personó en el lugar. La concentración empezó sobre las 15.30 horas y a las 20.30 horas aún había jóvenes en el lugar, que presentaba un aspecto lamentable, totalmente lleno de basura. Fuentes del hospital indicaron que este tipo de concentraciones son habituales todos los fines de semana y que los jóvenes hacen sus necesidades y vomitan en las vallas del centro sanitario. Además, el ruido que ocasionan molesta a los enfermos y, a veces, incluso se llevan trompetas y tambores. Estas mismas fuentes han pedido que el Ayuntamiento de Pozoblanco intervenga para solucionar el problema, aunque la Fiscalía archivó una denuncia del Colegio de Médicos que pedía que se resolviese.

El botellón es un problema que los ayuntamientos de España han decidido dar por perdido, haciendo alarde de una vergonzosa dejación de funciones y de su incapacidad para imponer autoridad. Pero lo que pasa en Pozoblanco es algo más: no es sólo un atentado contra la salud pública, sino contra la salud privada de los ciudadanos ingresados en el hospital, que, en tan delicadas circunstancias, deben padecer el sufrimiento añadido (e innecesario) provocado por el nuevo mal du siècle: la falta de urbanidad y la mala educación.

1 comentarios :

Anónimo | domingo, febrero 26, 2006 1:37:00 p. m.

En El día de Córdoba de hoy don Benito reconoce que las barrabasadas del viernes existieron realmente: unos "incontrolados" se saltaron la valla del hospital, pasaron a los servicios del centro y saltaron sobre los sillones del hall de enfermeros. Todo eso le parece al alcalde "pequeños disturbios" (!!!!!) y, por tanto, piensa seguir sin hacer nada. Bueno, sí, empleará "métodos disuasorios". Es decir, seguirá sin hacer nada.

http://www.eldiadecordoba.com/eldiadecordoba/articulo.asp?idart=2503134&idcat=1306

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