De monstruos y futuro
El Cabo de San Vicente, donde todo acaba
Esta travesía de Ayamonte a Cabo San Vicente resultó como una buena novela, que fue creciendo en interés hasta la explosión última. Incluso, para los no totalmente satisfechos con el final imponente del acantilado sagrado, guardaba una coda irresistible en las playas de Carriagem, donde huelga todo intento de explicación. La fuerza bruta de la naturaleza se muestra en todo su esplendor entre Sagres y Aljezur, ofreciendo al viajero curioso el espectáculo insólito de toda la soledad del mundo concentrada en un punto, más allá del cual en la antigüedad sólo existían monstruos y hoy la vaga expectativa de algunas respuestas frente a tantas preguntas.
En una primera lectura rápida de la entrevista con el alcalde de Pozoblanco en PlazaPública me llevo la impresión de que el señor García, con la habilidad del político profesional, sale airoso del trance y de que no había razones para la demora temerosa. Habrá ocasión más adelante para comentar algunos aspectos, pero ahora me quedo con una impresión y con una frase. La impresión que me da es que, en el asunto "Aurelio Teno", el alcalde se tiene que tragar los sapos de decisiones anteriores a su gestión, con las que parece no estar de acuerdo. Y, efectivamente, estábamos en lo cierto: la Fundación realmente, hasta el momento, no ha desarrollado ninguna labor significativa, no ha hecho nada de nada que justifique la inversión allí realizada.
Y la frase es ésta, grande: " Me opondré a esa instalación".
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