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Heterodoxos y ortodoxos


Fahs-Al-Bel-lut representa el disco más heterodoxo de Aliara [en su página de Myspace pueden escucharse algunos temas, también reproducidos al final de este artículo en modo mirror; el disco se puede comprar aquí]. Al tratarse, según el texto introductorio, de "la culminación de la segunda etapa" del grupo, pareciera como un modo de saldar deudas (artísticas, emocionales) y abrir vías para el futuro. Heterodoxo por las formas (especialmente en su abordaje de la musicalización de los textos) y por el contenido (con piezas que difícilmente pueden calificarse, en rigor, como folklóricas). Al hacerlo así, el grupo asume un riesgo, siempre necesario para seguir viviendo, para que todo no sea igual y venza la tentación de abandonarse en cómodas fórmulas de solvencia garantizada.

Hay, en casi todo el disco, una voluntad en destacar el elemento musical sobre el textual. Se incluyen varias piezas instrumentales (algunas de creación propia, como queriendo señalar intenciones futuras) y, en algunas más, se han añadido codas e introitos que personalizan la interpretación. En "El romance del ciego" hay ecos del rock andaluz de los setenta, con una interesantísima colaboración de Sr. Olmo y Patri (Son de nadie) que sin embargo resulta fallida por culpa de la canción elegida. Pienso que ni este "Romance del ciego" ni el "Romance del soldado" que interpreta Alberto Luna son muestras de música folklórica (en realidad, ni siquiera son romances): su calidad literaria es muy escasa, por ser generoso, y más bien parecen poesías de ripio tomadas de las voluntariosas páginas de cualquier revista de feria de hace veinte años.


Aliara durante su actuación en el FolkPozoblanco 2007

Ya convinimos en lo general y ambiguo del concepto "folklore", donde pudiera caber todo lo popular y que necesitará una profunda reformulación en las próximas décadas, cuando hayan de incorporarse a su acervo las coplas de cortejo y de trabajo de ahora mismo. Por otro lado, ya hace tiempo que acordamos la imposibilidad de señalar adscripciones geográficas para la música tradicional y la imposibilidad de dotar de partida de nacimiento a la mayoría de las piezas de conocimiento general: "Díme dónde vas, morena", "Eres alta y delgada" o el "Romance de la mora Linda", por no hablar de todas las infantiles que se recogen en el disco, son tan de Pozoblanco y El Viso como de Aguilar de Campoo y Jadraque. Y qué, si como ya nos enseñó Menéndez Pidal, la tradición oral se recrea en cada nueva versión, naciendo una nueva pieza original cada vez que el autor-legión la reinterpreta a su gusto. En este sentido, me ha resultado interesante el "Romance de las tres hojitas de laurel", pues, siendo en el fondo una versión de "Las señas del marido", aporta como signo de reconocimiento una prueba novedosa que no había escuchado hasta ahora.

Innecesaria resulta, a mi entender, la revisión de algunos temas clásicos ya incluidos en otros discos: en ningún caso la nueva versión supera la original y ello, sencillamente, porque las interpretaciones primeras del "Fandanguillo de la calle Pedrajas" o las "Coplas de Mayo de Añora" son tan rotundas que no admiten réplica. Otras veces, el interés etnológico supera al propiamente musical, como en los casos de las "Coplas del Rosario de la Aurora de Hinojosa del Duque", las "Coplas de Ánimas de Dos Torres", la "Aurora de Alcaracejos" o "La Sentencia" del Viernes Santo de Pozoblanco (algunas de ellas con interpretaciones muy logradas), por cumplir todas el fin primordial de rescatar, documentar y conservar muestras muy relevantes y singulares del folklore religioso comarcal.

Y, en fin, uno, que en estos temas, como en otros, es un clásico, disfruta especialmente con las que considera piezas más logradas de todo el repertorio: las jotas, especialmente la "Jota de la hilera" y la "Jota de la harina", o los inevitables corros, como el divertidísimo "Corrido de las viejas" (no obstante el exceso escatológico), o las coplas de la sierra, como "Las mononas", por citar tan sólo algunas piezas muy sobresalientes. Escuchar este nuevo disco doble de Aliara constituye, como siempre, todo un placer, pero necesariamente en tan amplio y variado repertorio existen interpretaciones en las que apetece especialmente recalar y volver a caer una y otra vez. Y sucede que, a pesar del esfuerzo heterodoxo, éstas que más atraen son, vaya por dios, las ortodoxas, las de siempre, las de toda la vida.

























(c) http://www.myspace.com/aliarafolk

9 comentarios :

Anónimo | domingo, octubre 14, 2007 12:01:00 p. m.

A ver, don Antonio, explíqueme por qué se escribe folklore y folklórica en vez de folclore y folclórica.Si es por preservar el conjunto de creencias, costumbres, artesanías, etc., tradicionales de un pueblo, digo yo que habrá que empezar por hacerlo con el idioma.

Pero, como dice Mercader, seguro que en algo habré metido la pata.

Anónimo | domingo, octubre 14, 2007 2:40:00 p. m.

Te respondo yo. Según el diccionario de uso español de María Moliner, versión 2.0, se pueden usar las dos formas. En el diccionario de la RAE, vigésimo segunda edición, se conserva la palabra folk:


folk.1. adj. Dicho de la música moderna: Que está inspirada en temas o motivos de la música folclórica.2. adj. Perteneciente o relativo a la música folk. Un grupo folk.3. m. Música folk


Pues eso.

Anónimo | domingo, octubre 14, 2007 4:40:00 p. m.

Lo siento, pero en mi versión del diccionario que menciona la palabra folklore no existe, vamos que no está registrada en el diccionario.

Sí, en cambio y como usted apunta acertadamente, está regitrada la palabra folk.


Tampoco habla de folkclórica alguna. Pero es que ni aunque estuviera me parecería procedente en un caso como éste, pudiendo utilizarse la versión española.


De todas formas, habrá que dejar este tema: lo importantes ahora es hablar de Aliara y su disco; que lo otro se podrá tratar en cualquier otro momento.


Saludos a todos y no se olviden de votar diariamente por esta bitácora (o blog, o web, o página....).

Antonio | domingo, octubre 14, 2007 9:47:00 p. m.

Según la versión actual del DRAE, las únicas grafías correctas son las escritas con c (folclore, folclor, folclórico), pero hasta la edición de 1970 se admitían ambas, con c y con k. Hay, por tanto, una tradición léxica de la palabra folklore (escrita así por su procedencia del inglés folk "pueblo"), que será difícil erradicar por completo por haber quedado ya plasmada para siempre en obras capitales de la etnología española y, la que más, en la sociedad y revista "El folklore andaluz", del maestro Antonio Machado y Álvarez. Así que, si de preservar se trata, la auténtica es la k. Porque la k, querido Groovi, es tan española como la c, y existe en el alfabeto latino y en el griego.

Antonio | domingo, octubre 14, 2007 9:51:00 p. m.

Apps, se me olvidaba decir que a mí, personalmente, me gusta más la versión "folklore", no sé, me parece más folklórica. En esto soy más heterodoxo...

Anónimo | domingo, octubre 14, 2007 11:34:00 p. m.

Felicitar al grupo Aliara porque lleva nada más y nada menos que treinta años en la briega. Comenzó en gentes jóvenes y se renuevan y permanece su espíritu. No han abandonado su primer objetivo de recopilar el folclore comarcal y eso ya merece el agradecimiento de todos los pedrocheños. Cada publicación que nos entrega es un tesoro porque recoge lo que el pueblo canta. Como el pan amasado, dejan tiempo para que fermente y no caen en la ligereza de producir por producir. Cuando supe que había saldo a la calle Fahs-al-bel-lut, rápidamente solicité a un amigo que me lo hiciera llegar y lo tengo en el coche para recrearme oyéndolo una y mil veces. Ánimo y adelante.

Anónimo | lunes, octubre 15, 2007 2:01:00 p. m.

'...y más bien parecen poesías de ripio tomadas de las voluntariosas páginas de cualquier revista de feria de hace veinte años'.

Merino, aún no he podido conseguir el disco, estoy en ello. Pero, al hilo de lo expuesto arriba, sólo te digo que no serán peores que las de la revista de feria de nuestro pueblo -de ahora, no de hace veinte años-, porque para leerlas, hay que echarle c......

Anónimo | martes, octubre 16, 2007 8:32:00 p. m.

Antonio, permíteme que te tutee aunque no nos conozcamos.
Recuerdo aquel, con tu firma, “Amores entre encinas y olivares”, Diario Córdoba, 28/08/1996, como el artículo más bello jamás escrito sobre un trabajo de Aliara.
Realmente me emocionó cuando lo leí en su día, al igual que me emociona cada vez que escucho a cualquiera de las gentes humildes de Los Pedroches que generosamente nos abren sus casas y sus corazones para cantarnos y contarnos sus canciones y sus vivencias.
Aprecio cordialmente tu opinión sobre nuestros trabajos y, aunque no suelo opinar sobre lo opinado, no puedo dejar pasar el desprecio que derrochas sobre los temas a los que calificas de “poesías de ripio” y además te atreves, con una aparente falta de conocimiento del concepto, a descalificarlas como romances.
La música tradicional, gran parte de cual se transmite de forma oral, incluye innumerables piezas que a veces resulta difícil catalogarlas, sin contar con las variaciones, cambios y “defectos” lingüísticos o métricos que, en muchas ocasiones y debido a la misma transmisión de una generación a otra, la memoria de los informantes padece. Pero esto no les resta absolutamente ningún valor como vestigio del acervo cultural, aunque no vengan de las grandes plumas o eminencias de la escritura, ni las excluye por ello del concepto de folklore, puesto que ha emanado del pueblo.
En cambio, sí puedo estar de acuerdo contigo en que los referidos romances no son música folklórica, concepto que nada me gusta para la música popular o de tradición oral y que todos sabemos a qué se atribuye actualmente.
Cuando conocí a Maruja Rico Salazar, en Villanueva de Córdoba, invierno de 2.001, volví una vez más a encontrarme con esa mujer típica y tópica pero real, procedente de un pasado no lejano aún, inculta de lo que ahora llamamos culto, pero educada y humilde como ahora escasea. Sentada en su silla, rodillas juntas, manos entrelazadas sobre ellas, respondía paciente y afablemente a mis preguntas sin saber muy bien porqué indagaba en sus antepasados o en su procedencia.
Cuando comenzó a cantar las coplas y romances que había aprendido de su abuela, relató el Romance del Ciego y el Romance del Soldado (aquella le dijo que habían sido hechos reales cantados por “un hombre que llegó al pueblo”), no hacía falta ser un prestigioso literato para saber que aquellas composiciones no pertenecían al autorizado Romancero Castellano (del que proceden la gran mayoría, sino todos, de los romances que encontramos en Los Pedroches) ni se trataban de las mejores métricas que había oído. Pero para mí, para nosotros, son coplas romancescas que tienen su valor en la tradición musical aunque no hayan sido escritas por García Lorca, más aún cuando no es fácil encontrar romances fuera del referido Castellano.
Sentimos un enorme respeto por todo aquello que hemos aprendido de tantas gentes de nuestra tierra, nada de ripias, ellas y ellos nos ofrecen con la mejor de sus intenciones y nosotros lo transmitimos así.
La expresión del pueblo puede no ser una joya artística, pero puede prevalecer en el tiempo y en las memorias de las generaciones cual igual que el mejor de los textos escritos por Cervantes.
Un saludo afectuoso.
José María, de Aliara.

Antonio | miércoles, octubre 17, 2007 12:34:00 a. m.

Estimado José María:
Entre los admiradores de Aliara, cuéntame el primero. Habrá otros a los que guste vuestro trabajo tanto como a mí, pero no más. Al acercarme, pues, a vuestro disco lo hago desde la reverencia y ni siquiera me atrevo a juzgarlo, pues no podría ser objetivo. Simplemente me he limitado a señalar que, de las muchas canciones que componen el álbum, unas me gustan más que otras -como parece inevitable- e indiqué cuáles y por qué, como modo de despertar en otras personas el interés por escuchar también todas estas bellas interpretaciones. Fundamentalmente porque considero a cada una de esas canciones como parte de nosotros mismos, somos nosotros mismos en ellas, porque con casi todas hemos crecido y aprendido a vivir.

Lejos de mí, pues, el desprecio hacia nada que lleve el sello de Aliara. Te confieso que, de todo lo que has escrito, esa palabra es la que me duele. Por dos razones: porque no es cierta y porque viene de ti.

Según el Diccionario de la RAE, ripio es, en la acepción que nos ocupa, "palabra o frase inútil o superflua que se emplea viciosamente con el solo objeto de completar el verso, o de darle la consonancia o asonancia requerida" y romance es "combinación métrica de origen español que consiste en repetir al fin de todos los versos pares una misma asonancia y en no dar a los impares rima de ninguna especie". Y eso es lo que entiendo yo cuando utilizo estas palabras, y no otra cosa. Sentados así los conceptos, ni el "Romance del soldado" ni el "Romance del ciego" son romances y ambos son poesías llenas de ripios. Pero con ello no estoy despreciando esas letras -aunque a mí particularmente no me gusten- y mucho menos a la persona que las proporcionó o las recogió. Simplemente describo un hecho, pienso que con rigor, en la creencia de que el conocimiento exacto de las cosas nos llevará a comprenderlas mejor y, en consecuencia, a estimarlas más.

Ello no implica ningún menoscabo para la poesía popular o la tradición oral. Sigo pensando que esas dos piezas no forman parte de lo que todos, intuitivamente, entendemos por tradición oral, aunque oralmente hayan sido transmitidas y la buena mujer que te las cantó las considerara antiquísimas. Es, desde luego, una percepción mía, de acuerdo con unos principios teóricos que ahora no vienen al caso y que, obviamente, pueden estar equivocados, pero en los que no hay ninguna voluntad de desprecio. Porque lo que hemos aprendido de las gentes de nuestra tierra, la expresión artística del pueblo, la respeto tanto como tú, no más, pero tampoco menos.

Un abrazo.
Antonio.

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