Cementerio de noche

Cementerio de noche

En los comentarios al artículo del día de los difuntos algunos lectores de Torrecampo nos informaron de la costumbre que hay en su pueblo de visitar el cementerio por la noche. Ahora José Manuel nos da la referencia de este artículo que publica Antolina Pastor en la revista El Celemín (nº 9, de enero de 2005, pág. 26) en el que se relata el origen de esta singular tradición. Al parecer, en los años 40, murió en el pueblo el hijo de un electricista y el padre, llegado el día de Todos los Santos, adornó la cruz de la tumba del joven difunto con bombillas de colores e iluminó también el camino que lleva al cementerio, en una época en la que aún no existía alumbrado público. El espectáculo era tan prodigioso que todo el pueblo acudió al cementerio de noche para contemplar semejante primor. La costumbre se asentó durante los años siguientes, puesto que el padre electricista continuó adornando la cruz de su hijo con bombillas de colores, especialmente vistosas en la oscuridad de la noche.

Se trata, realmente, de una costumbre inusual, de la que no tengo constancia en otros pueblos de Los Pedroches, y que resulta aún más emotiva al conocer su origen. Sin embargo, no puede considerarse exclusiva, puesto que la noche de Todos los Santos es habitual en muchos pueblos y ciudades de España visitar el cementerio. Mi experiencia más emocionante en este sentido es la de hace tres o cuatro años, cuando tan señalado día me encontré de viaje en Soria. Siendo un enfermizo visitador de cementerios y enterado de que el de la ciudad estaría abierto esa noche hasta primeras horas de la madrugada, no pude vencer la tentación de acudir allí ya bien tarde, cuando supuse que escasearían los visitantes. Y debo reconocer que, a pesar de no sentir miedo a los muertos, al penetrar en lo más hondo del cementerio, oscuro como boca de lobo, un escalofrío me recorrió el espinazo cuando escuché los alaridos provenientes del cercano Monte de las Ánimas.