Danzas en el Corpus

Danzas en el Corpus

La severidad que actualmente envuelve a las procesiones del Corpus, que ayer volvieron a celebrarse en todos los pueblos de Los Pedroches, nos hace olvidarnos, o nos oculta, cómo fue esta celebración en sus orígenes. Instituida por el papa Urbano IV en 1264 con el fin de "confundir la perfidia y locura de los hereges", la fiesta se convirtió en una expresión pública de exaltación y júbilo en la que "todos, assi clérigos como legos, canten con gozo y regozijo cantares de loor". Se trataba, por tanto, de una celebración solemne, pero alegre y participativa, que pronto consiguió aglutinar muchos componentes procedentes de la tradición popular.


Procesión del Corpus ayer en Pozoblanco (Foto: Plaza Pública).

La procesión del Corpus, que se convirtió en la principal manifestación de la fiesta, contaba con la participación de los estamentos civiles y eclesiásticos, presentándose como una exposición pública de la estructura jerárquica de la sociedad. Gremios, cofradías (éstas con sus pendones e imágenes titulares portadas en andas), milicias y miembros del Santo Oficio acompañaban el cortejo. Pero lo más llamativo del desfile lo formaban los elementos de clara raigambre popular que circulaban fundidos con los propiamente litúrgicos: la tarasca, un monstruo con apariencia de dragón, que solía encanbezar el desfile; gigantones y gigantillas, ángeles y evangelistas, animales de todo género, diablillos y judíos, músicos, danzas, representaciones teatrales (autos sacramentales, pero también obras profanas) y hasta lo que hoy llamamos carrozas con representaciones alegóricas. La procesión del Corpus, preferentemente en las grandes ciudades, constituía un espectáculo total, en el que la sociedad se implicaba enteramente, pues toda colaboración era requerida y bienvenida.

En nuestros pueblos, lógicamente, la celebración era mucho más modesta, dadas también las posibilidades económicas de los municipios (que participaban en el mantenimiento de la fiesta). De tanto esplendor, sólo guardamos testimonio documental de una fastuosa procesión del Corpus celebrada en Hinojosa del Duque en 1760, que nos ha transmitido Juan Ruiz en su obra La ilustre y noble villa de Hinojosa del Duque (Jerez de la Frontera, 1922) y que añadimos como documento a nuestra Biblioteca Histórica. Por lo demás, teníamos referencia de la presencia de danzantes en las procesiones de varios pueblos de la comarca gracias a las investigaciones de diversos autores sobre Pozoblanco, Torrecampo, Villanueva del Duque y Santa Eufemia, además de la citada Hinojosa. Ahora yo mismo, preparando mi intervención para las Jornadas de Historia Local de Pedroche, he encontrado documentación, pienso que inédita, sobre la presencia de danzantes también en la procesión del Corpus de Pedroche, junto con otros elementos significativos de la cultura popular que todavía hoy se mantienen (y que me reservo para la ocasión).


"danças que salieron en la fiesta del Corpus de [mil] seisçientos y tres y quatro".

La procesión del Corpus, en sus primeros siglos, ofrecía al espectador una expresión litúrgica y popular con la que le resultaba fácil identificarse. Actualmente, la celebración ha devenido en una ceremonia cuya solemnidad lleva aparejada el distanciamiento de los fieles y en la que, tanto creyentes como no creyentes, todos hemos salido perdiendo.