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Memoria de las fiestas

Septiembre llega últimamente cargado de tormentas, de tardes quejumbrosas y de lagartos en el estómago. Barro en los pies y sombra en las manos. Ausencias y angustia en los cristales. Estos septiembres que llegan últimamente tienen que terminar.

Desde este septiembre de hortigas recuerdo un verano más dulce. Todo comenzó en tres segundos. Luego vino el castillo, las olimpiadas rurales, las polémicas, la vaquera y la carta. Me perdí Asonada y la noche blanca, mientras hervía la discusión y recorría los fascinantes paisajes de la Galicia más escondida.

Ha sido, sí, un verano de escrituras. Sobre la torre de Torrecampo en El Celemín, sobre la memoria de La Losilla en el libro de la feria de Añora, sobre Pedrique en el de Pozoblanco. Pero,claro, la gran cita del verano fue la presentación de mi libro Añora y sus fiestas en el Museo Casa de los Velarde, donde se conjugó una noche mágica de luna, tormenta y sueños. Todo sucedió con urgencia y precipitación, como conviene a ciertas circunstancias, pero mereció la pena el resultado. Luego, la vida tomó su lugar y ya no hubo tiempo para el dulce empalago del recuerdo que nos hace revivir las experiencias que nos resultaron gratas.

Y ahora, que todo vuelve a su cauce, traigo este ejercicio de memoria. El vídeo recoge lo principal de mi intervención, en la que hablo sobre el contenido del libro, sobre la historia de Añora, sus fiestas y los peligros que las acechan. Guardo un gratísimo recuerdo del acto en aquella fresca noche relampagueante, rodeado de paisanos, familiares y amigos. Como todos los momentos verdaderamente profundos, no eres consciente de ello mientras está sucediendo, y solo mucho después alcanzas a intuir vagamente su significado, cuando ya es tarde para actuar de otra manera. Aquí quedan, pues, esas palabras en una noche llena de emociones, ajustes de cuentas y declaraciones de amor.

2 comentarios :

Noriega | sábado, septiembre 15, 2018 4:30:00 p. m.

Antonio, celebro que estés saboreando ahora ese momento a modo rumiante. Felicidades por tu libro. Un abrazo.

Jarote | domingo, septiembre 16, 2018 11:54:00 a. m.

No se sabe bien si el comentario de "Noriega" es, como ella dice, de celebración o lleva un poco de ironía. Creo que las dos cosas. Pero no me quedo a gusto si no lo comento un poco, aunque solo sea por llenar un espacio. Y digo: A nadie se le puede negar la ocupación de rememorar los momentos felices. Personalmente, cuando por las noches me voy a la cama, la cabeza llena de preocupaciones y sinsabores, echo mano de esas situaciones bienaventuradas vividas más o menos recientemente y, gracias a ellas, consigo conciliar el sueño. Pienso que si alguien pudiera mirarme a la cara en esos momentos de evocación, mi rostro le sonreiría. Antonio refleja en su comentario que se encuentra en ese estado. Y así lo conservará hasta que le llegue otra fase de prosperidad, que todo llegará. Es el calificativo "rumiante" el que me descoloca. Imaginamos a Antonio dando vueltas y vueltas a su grata experiencia para digerir bien lo que ha vivido. Tampoco es eso, noriega. Déjalo respirar.

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