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El Colegió de Arquitectos premió el "Observatorio de Fauna de Los Pedroches" sin visitarlo siquiera

Vista frontal del llamado "Observatorio de Fauna de Los Pedroches" [Foto: Alfonso Quiroga - Revista Arquitectura Viva].

La concesión del Premio Félix Hernández al llamado "Observatorio de Fauna de Los Pedroches" ha proporcionado al edificio una notoriedad que probablemente sus dueños no hubieran deseado. Al mismo tiempo, han quedado al descubierto algunas falacias que justifican el reconocimiento y, en el fondo, ha puesto de manifiesto una vez más lo alejada que vive Córdoba capital y su mundo del resto de la provincia. Pero vayamos por partes.


En una entrevista concedida por el decano del Colegio Oficial de Arquitectos de Córdoba a Radio Córdoba Cadena SER con motivo del fallo del jurado del XVII Premio de Arquitectura Félix Hernández, Juan Eusebio Benito Pérez ha reconocido, refiriéndose al "Observatorio", que "por problemas de agenda no pudimos verlo". En el transcurso de la charla el periodista le pregunta: ¿Está en uso este edificio?. A lo que el decano y miembro del jurado que falló los premios responde: "Pues, sinceramente, no lo sé. Lamentablemente, en otros concursos que ha habido se han programado las visitas, pero [en esta ocasión] por temas de agenda no pudimos verlo. Pero yo quiero pensar que sí. Lo que no sé es qué intensidad de uso tiene". Juan Eusebio Benito está reconociendo, por tanto, que el premio se otorgó teniendo en cuenta solamente proyectos, documentos, informes técnicos y fotografías, pero sin que se produjera realmente un análisis directo de la obra construida o una reflexión in situ sobre su viabilidad y realidad ejecutada.


Solo así, realmente, pueden explicarse algunas de las afirmaciones que se realizan en la argumentación que justifica la concesión del premio, como que el edificio se encuentra "en el término de Villanueva de Córdoba a tres kilómetros de la localidad" (cuando se ubica en el de Cardeña, muy próximo a la frontera con Ciudad Real, aunque sus propietarios actuales tengan orígenes jarotes) o que desde ese edificio se puede observar "la fauna protegida" (puesto que desde el tal Observatorio no puede observarse nada ni ha sido construido con esa finalidad). El edificio tampoco supone "la revisión de la arquitectura tradicional de la zona", pues, salvo el uso de la bóveda de aristas, nada allí recuerda a la arquitectura vernácula (que, por cierto, jamás ha usado el granito para sus cubiertas, como algunos se empeñan en decir, puesto que nuestras bóvedas tradicionales son siempre de ladrillo cocido). 



Una foto para la historia: construcción del llamado "Observatorio de Fauna de Los Pedroches", donde pueden verse las cimbras metálicas para construir las estructuras [Fotos: Laboratorio Valmi].

Construcción de arcos y bóvedas [Foto: Laboratorio Valmi] Más fotos.

Hace unos días el diario ABC de Córdoba publicaba unas declaraciones del arquitecto del 'Observatorio', Rafael de la Hoz Castanys, en las que este afirmaba: "Por primera vez en mi vida pude decidir dónde construir mi proyecto". Y añade el periodista: "El encargo llevó al propio arquitecto a recorrer la comarca a pie hasta encontrar la finca y el lugar adecuado para levantar este complejo". Y continúa: "La obra le ha llevado diez años de trabajo desde que el propio arquitecto inició aquellas caminatas por la comarca de Los Pedroches hasta finalizar el proyecto". Está claro que en este artículo uno de los dos se equivoca: o los dos. Dudo mucho que el arquitecto, aunque recorriera la comarca "a pie", pudiera decidir dónde ejecutar un proyecto particular presupuestado en 913.546 euros, según la ficha técnica publicada por la revista Arquitectura Viva. Resulta obvio que se trata de un encargo confiado por un cliente para un lugar determinado, al que, no obstante, el arquitecto ha dotado de su genio creativo propio, convirtiéndolo así -a juzgar por las fotografías- en una obra exclusiva, llena de talento y belleza y de gran relevancia patrimonial para la comarca, que admiramos por su fuerza expresiva y su armonía interna.


Pero todos hemos comprendido ya a estas alturas que no estamos ante una obra de carácter ambiental construida con finalidad paisajística. Si algún día tuvo ese vago objetivo, hoy sabemos ya que el edificio se ha convertido en una vivienda particular de lujo, a cuyos dueños deseamos que la disfruten como se merece. Pero reconozcámoslo: el edificio no se integra en absoluto en su entorno, sino que lo desprecia; está construido con materiales exógenos (como el hormigón) y ha sido premiado por una condición (la de observatorio) que nunca ostentó. Y, además, ni siquiera los miembros del jurado lo han visto.

3 comentarios :

Anónimo | martes, junio 27, 2023 10:45:00 p. m.

Dice Antonio textualmente y dando en el clavo: "EL EDIFICIO NO SE INTEGRA EN ABSOLUTO EN SU ENTORNO, SINO QUE LO DESPRECIA".
A lo que yo añado: En un Espacio Protegido, como éste es, aunque sea una finca privada, debería haberlo tenido en consideración el Arquitecto premiado. Hemos de cuidar el Medio Ambiente en todos sus aspectos y el impacto visual que provocan sus exteriores es perturbador por no encajar su alto contraste con nuestro mar de encinas. Aun así, nunca es tarde si están dispuestos a pintarlo exteriormente (techo y paredes) acorde con el hermoso encinar circundante.
En los Espacios Protegidos, mientras más desapercibidos pasemos todos y todo es mucho mejor.

Anónimo | miércoles, junio 28, 2023 10:21:00 a. m.

Históricamente las construcciones rurales en nuestra comarca siempre han estado pintadas de blanco (encaladas)

Anónimo | miércoles, junio 28, 2023 12:59:00 p. m.

El blanco es para el calor. Los cortijos eran blancos aunque, quitando la fachada, lo demás se adaptaba al entorno: tejado rojo, piedra de granito o pizarra, ladrillo cocido etc. Pero el dueño habrá pedido algo original, que ya estaría harto de ver tanto cortijo y tanto pajar. Y si nos atenemos a ese mar de encinas, y más, siendo los dueños originarios de Mardencina, la casa señorial de diversos usos, como ya habrá que bautizarla, se asemejaría a un velero blanco navegando entre el oleaje verde de nuestro encinar. Es que me lo habéis puesto a huevo. Y nunca mejor escrito lo de huevo.

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