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La ermita de San Martín y la divisoria de aguas

La línea roja discontinua señala la divisoria de las cuencas hidrográficas [Imagen: Parque de San Martín (he añadido la posición de la ermita)].

La erección de ermitas rurales en la antigüedad estaba vinculada, teóricamente, a procesos de hierofanía, pero, en términos reales, respondía más bien a la reivindicación simbólica de espacios naturales o territorios en conflicto. Sin entrar ahora en mayores concreciones, resulta llamativa la presencia de ermitas y santuarios en lugares que destacan por su belleza natural (en montes, junto a ríos, en acantilados, en lo más hondo del bosque...) o en territorios objeto de diputas históricas en torno a su propiedad o áreas de influencia (cauces de agua, fuentes, fronteras, territorios en disputa, bosques compartidos, montes comunales). En nuestra comarca, sin ir más lejos, hay ermitas que marcan los caminos de la Mesta (como el santuario de la Virgen de Veredas en Torrecampo) o delimitan territorios (como la de Santo Domingo de Guzmán, que tenía una puerta de entrada para Hinojosa del Duque y otra diferente para Belalcázar). La ermita de la Virgen de Alcantarilla, en la frontera extremeña, parece tener también alguna función liminal, y qué decir de la ermita de la Virgen de Luna como hito de reafirmación de la propiedad de la dehesa de La Jara por parte de las Siete Villas de Los Pedroches, que basaban precisamente su unidad en el aprovechamiento conjunto de las dehesas comunales. La ubicación de las ermitas, especialmente las rurales, nunca es caprichoso, sino que obedece a motivos de tipo simbólico y también, en la mayoría de los casos, meramente terrenal.

La ermita de San Martín de Añora, construida en Los Jarales ya a principios del siglo XXI, parece obedecer a razones menos alegóricas o representativas. Sencillamente, se levantó allí porque ese era el espacio del que pudo disponer el Ayuntamiento para crear un parque de recreo, mediante un complejo proceso de donaciones y compras de profundo sabor ancestral. Pero el caso es que, incluso aunque el levantamiento de dicha ermita responde al mero azar, a la casualidad de que el Ayuntamiento de Añora consiguió ese terreno y no otro, el proceso ha querido finalmente que también la ermita del santo patrón noriego esté ubicada en un punto geográfico con un alto valor representativo, un hito territorial que parece buscado expresamente y no producto de la casualidad.

Línea divisoria de las demarcaciones hidrográficas de Guadiana y Guadalquivir [Imagen publicada por el Parque de San Martín].

Desde el perfil de Facebook del Parque San Martín se nos recuerda hoy mismo de una forma muy pedagógica que la ermita de San Martín se encuentra justamente sobre la línea divisoria de las cuencas hidrográficas del Guadiana y el Guadalquivir. En la propia superficie del Parque San Martín se recogen las primeras aguas de las dos cuencas: de hecho, la línea divisoria coincide casi exactamente con el camino principal de acceso. En la propia finca del Parque se inicia una elevación del terreno, hasta el cerro del Cuerno (704 m) y que se extiende en dirección sureste.

En la cuenca del Guadiana comienzan a encauzarse las aguas rápidamente formando el Arroyo del Águila, que pronto verterá sus aguas en el Guadarramilla. En la vertiente del Guadalquivir, por su parte, las aguas se encauzan más lentamente hasta el Arroyo García, afluente del río Cuzna, que desemboca a su vez en el embalse del Guadalmellato.

Entre unas cosas y otras, es probable que dentro de doscientos años comience a estudiarse el origen de la ermita de San Martín desde criterios estrictamente culturales y míticos, una vez olvidado el prosaísmo fundacional, pues tanto los motivos y el proceso institucional de su erección como el territorio natural finalmente elegido se insertan, sin haberlo pretendido previamente, en una tradición ritual e histórica que hará las delicias de la antropología cultural del futuro.

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