"La naturaleza representa el límite de mis palabras, aquello que ocurre fuera y que, al tratar de nombrar, se escapa"
ENTREVISTA CON EL AUTOR Y POEMA INÉDITOJorge Fernández Gonzalo gana el XII Premio Juana Castro de Poesía con su obra De los mirlos fugaces, un libro sobre "acontecimientos a los que no damos el rango de experiencias memorables".
El poeta madrileño Jorge Fernández Gonzalo ha resultado ganador de la XII edición
del Premio Juana Castro de Poesía, convocado por el Ayuntamiento de Villanueva de Córdoba, con la obra titulada De los mirlos fugaces. El jurado, compuesto por Juana Castro, José Pérez Zarco, Antonio Luis Ginés, Francisco Onieva y Pedro Sevilla, ha señalado que “la obra destaca por su novedad, atrapando desde el primer poema al lector y
acercándonos a la poesía auténtica, alejada de la palabrería e introduciéndonos en una
atmósfera particular que sorprende por una visión acertada y simbólica de la
naturaleza”.
Jorge Fernández Gonzalo (Madrid, 1982) es doctor en Filología Hispánica por la Universidad
Complutense con una tesis sobre la poesía de Claudio Rodríguez. Además de ser un
destacado investigador, cuenta con una amplia trayectoria como poeta, con cinco
poemarios publicados y premios como el Joaquín Benito de Lucas o el premio Hiperión
de poesía. Codirige la publicación digital Revista Neutral, especializada en la obra y el
pensamiento de Maurice Blanchot, y ha publicado una treintena de estudios sobre
poesía, filosofía y pensamiento en revistas especializadas.
Jorge Fernández, apenas recibida la noticia de la concesión del premio, ha respondido a unas preguntas para Solienses.
Pregunta: ¿Podría describir brevemente su obra?
Respuesta: De los mirlos fugaces trata de capturar en el poema experiencias que, por su condición excepcional, quedan relegadas al olvido. Continuamente nos asaltan acontecimientos a los que no damos el rango de experiencias memorables. Desde la contemplación de un paisaje, experiencias cotidianas como jugar con mi hijo, fenómenos naturales ínfimos (el vuelo de una mosca, la aparición de un pájaro, etc.), todo eso tiene cabida en mi poesía. En uno de los poemas digo explícitamente que, a pesar de que es tentador escribir desde la nostalgia, prefiero escribir de los mirlos, es decir, de lo que veo aquí, ahora, realidades mínimas que dan vuelo a las palabras.
P: El jurado ha señalado que De los mirlos fugaces nos introduce “en una atmósfera particular que sorprende por una visión acertada y simbólica de la naturaleza”. ¿Es la naturaleza un elemento esencial de su obra? ¿Cómo la aborda?
R: Me interesa la naturaleza desde diferentes ámbitos. Como experiencia de inmersión (para pasear, visitar lugares, contemplar paisajes…), pero también me parece un escenario perfecto para el poema. La naturaleza representa el límite de mis palabras, aquello que ocurre fuera y que, al tratar de nombrar, se escapa parcialmente. Para mí el problema de la contemplación del paisaje es un problema de decibilidad.
P: ¿Qué influencias reconoce en su obra? ¿Qué poetas le han dejado una huella especial?
R: Entre los autores más clásicos, Juan Ramón, Guillén o Salinas son lecturas que, si bien no vuelvo frecuentemente a ellas, creo que sembraron el terreno para lo que vendría después. Sin embargo, es la poesía de Claudio Rodríguez la que más ha terminado por condicionar mi escritura y también mi visión poética. Sin embargo, leo mucho y variado y tomo de todo lo que llega a mis manos alguna referencia.
P: Hemos visto que ha ganado usted varios premios de poesía este mismo año. Entendemos que se trata de una coincidencia temporal o la cosecha del trabajo de años anteriores. ¿Cómo valora los premios en la vida literaria, especialmente del poeta?
R: Todo premio, desde el más humilde al mejor dotado, es para mí motivo de orgullo. Pero también creo que si he decidido presentarme a tantos premios y volcar mi creación hacia la obtención de premios es porque con el paso del tiempo he aceptado que mi poesía no puede aspirar a convertirse en un referente, que no seré el poeta que pretendía ser y que alcanzar los cielos de la poesía no es algo para mí. Precisamente porque me considero un poeta de segunda puedo escribir mucho y sin prejuicios o limitaciones, lo que me permite presentarme a cualquier concurso sin pensar que mi obra ha de ser preservada o celebrada por alguna otra vía.
P: ¿Conocía usted previamente la obra de Juana Castro? En caso afirmativo, ¿qué destacaría de ella?
R: Sí, conocía su trabajo desde hace varias décadas. Recuerdo mis primeras aproximaciones a sus versos cuando era poco más que un adolescente. Juana Castro me ofrecía una experiencia lectora muy original: su verso tiene ese barroquismo que considero tan cordobés (pienso en Góngora, en el grupo Cántico), pero además aportaba una sensualidad y cierta oscuridad (no formal, sino temática) bastante atractiva. No sabría decir si me influyó en mis años de formación, pero sí que me impactó en mis inicios lectores.
P: El premio lo otorga el Ayuntamiento de Villanueva de Córdoba, situado en la comarca cordobesa de Los Pedroches. ¿Tenía usted alguna referencia previa de esta comarca?
R: No, no conozco la zona. No estoy especialmente vinculado a Córdoba, pero sí que se dio la casualidad de que cuando me notificaron la noticia del premio estaba en la ciudad de Córdoba porque había acudido a la feria del libro a presentar otro poemario que ganó, hace un par de años, el premio Vicente Núñez, que patrocina la Diputación.
Como adelanto del libro, que publicará próximamente la Editorial Renacimiento, ofrecemos uno de los poemas de la obra premiada:
Ars poeticaGuardadme este secreto:las palabras están hechas de pájaros.Hay algunas que tienencuriosidad de mirloy brincan por los parques a la esperade levantar el canto y otorgarlesalvación a aquello que sentimos,y otras –como le ocurre a la abubilla–hacen del exotismo su banderay resuenan, espléndidas,rumbosas,con esa ostentación de lo lejano;hay palabras-urraca que nombran los objetosque hurtamos para hacer de ellos el nidocon el que cultivar lo cotidiano,hay palabras-albatros que se pierdenen esa inmensidad de nuestra infanciay su infinito océano,y hay palabras-vencejo y verbos-golondrinaque te erizan la pielcomo si te rozaran con sus alas,y palabras comunes, palabras-gorriones,las palabras que están aquí y allásin que nadie les haga apenas caso.Esas son mis palabras. Así son mis poemas.Tan solo gorrionesque los niños señalan en los parquespara exclamar, atónitos: ¡un pájaro!













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