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No es sólo una encina


Encina junto al puente del Guadamatilla en la carretera de Hinojosa a El Viso, según una fotografía tomada en abril de 2008.

Los lectores más asiduos de Solienses se acordarán de la historia de "la encina del Guadamatilla". En abril de 2008 dábamos noticia del catálogo de árboles y arboledas singulares en Andalucía elaborado por la Junta de Andalucía, en el que se incluía, entre otros ejemplares sagrados de Los Pedroches, una encina de 500 años situada junto al puente sobre el Guadamatilla en la carretera de Hinojosa a El Viso. Enseguida surgió la sospecha de que ese árbol podría haber sido arrancado con motivo de las obras de construcción del nuevo puente motivado por la presa de La Colada. Tras algunas investigaciones y ayudas, concluimos que, en efecto, la encina cinco veces centenaria recién catalogada había ya sucumbido ante el avance de la civilización. Luego contamos su historia en dos partes (una y dos) y hasta tuvo su reseña en el diario Córdoba.

Desde entonces, cada vez que paso por esa carretera no puedo evitar mirar furtivamente al lugar donde debería estar aquella encina. Y ayer por la tarde, al hacerlo, el corazón me dio un vuelco.

Cuando, por aquel entonces, intentaba averiguar in situ si, como todo parecía evidenciar, la encina en cuestión había sido realmente arrancada, fotografié en la zona muchos ejemplares de árboles centenarios que seguramente merecerían la misma catalogación de singulares que la incluida en la publicación de la Junta. Entre ellas, me fijé especialmente en un ejemplar que debió estar situado muy cerca de la encina protagonista, con la que compartía además características morfológicas. La altura total del árbol y el diámetro del tronco eran similares y también aparentaban una misma edad.

Y esta tarde, al pasar de nuevo por allí, me la he encontrado así:



Reconozco que ignoro a qué se debe esta poda salvaje y traigo aquí las imágenes para que personas más instruidas nos ilustren sobre el caso. Pudiera ser sencillamente eso, una poda salvaje, lo cual me parece extraño, pues se trataría del único ejemplar así intervenido en la zona. O bien, lo que parece más probable, que la encina se haya secado como consecuencia de haber permanecido en zona parcialmente inundada por las aguas de la presa de La Colada durante algunos meses. En este último infortunado caso, estaríamos hablando de una nueva encina que, tras haber vivido cinco siglos, desaparece por causas no naturales. Sí, ya lo sé: es sólo una encina. Pero, en realidad, no es sólo una encina. Es otra encina. Otra más. Una a una. Y, así, hasta cuántas. A lo mejor todo esto quiere decir algo.


La encina en abril de 2008.


La misma encina ayer.

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