Censura y libertad

Censura y libertad

Vecinos de Pozoblanco se manifiestan a favor de la Residencia de Mayores durante la celebración del pleno municipal el pasado martes [Foto: captura de la emisión en directo de Canal 54 a través de Facebook]. 

Sé que será una opinión impopular, pero no considero que el Ayuntamiento de Pozoblanco esté practicando la censura ni atentando contra la libertad de expresión al limitar los comentarios en la transmisión en directo de los plenos municipales que se realiza a través de la página de Facebook de Canal 54, como se ha denunciado. Al contrario, lo considero casi un acto de saneamiento democrático, valga la licencia poética y su pizca de ironía. Hay demasiada mierda en ciertos lugares y las instituciones deberían dar ejemplo ofreciendo espacios de higiene mental y convivencia cívica. Un acto de censura y contrario a la libertad de expresión es lo que hizo el Ayuntamiento de Añora al prohibir la presentación de mi libro Patrimonio perdido de Los Pedroches en cualquier espacio público municipal, con la intención explícita de acallar una voz discrepante: la mía. 

El Ayuntamiento de Pozoblanco ofrece en directo los plenos (cosa que no todos los ayuntamientos permiten) e incluye en ellos imágenes de posiciones contrarias a la mantenida por el equipo de gobierno municipal, como puede verse en la captura que encabeza este artículo. Impedir la publicación en los comentarios de horribles insultos personales, gravísimas acusaciones sin pruebas, aburridos argumentarios partidistas y persecuciones odiosas cercanas al acoso individual, todo ello amparado casi siempre en el anonimato que permiten las redes, constituye, a mi parecer, un acto de responsabilidad institucional. 

Estoy de acuerdo en que toda transparencia es poca y que cualquier limitación pequeña puede abrir la puerta a otras mayores, pero precisamente por eso debería ponerse el acento en lo fundamental y no en lo anecdótico. Comprendo que se critique la falta de diligencia del ayuntamiento en ofrecer información a los grupos de la oposición, la escasa aparición de estos grupos en los medios de comunicación públicos o el control que pueda ejercerse sobre las asociaciones locales a través de la concesión de subvenciones, por citar algunas prácticas denunciadas en otros momentos. Pero, al menos en este punto de los comentarios, pienso que se actúa correctamente.

Internet ofrece hoy infinitas posibilidades de expresión libre del propio pensamiento y nadie podría afirmar que no dispone de altavoz suficiente para la divulgación de sus ideas. Las administraciones deben, desde luego, favorecer la diversidad y el reflejo de todas las sensibilidades artísticas e intelectuales, incluyendo las creencias políticas, a través de los medios que controlan, así como fomentar la libre expresión en los espacios públicos de su competencia. Pero con los comentarios anónimos y sin identificar de las redes sociales estamos hablando de otra cosa. Estamos hablando, precisamente, del desprecio a la libertad de expresión que supone la práctica del anonimato. Del rechazo a un logro colectivo que se ha conseguido con cárcel y muertes. De la cobardía individual que supone descargar en otros la responsabilidad de las ideas propias. 

Hace veinte años que en Solienses venimos hablando de esto y hemos ido aprendiendo con el tiempo. Yo animo a la gente a que se dé el gusto personal de hablar en libertad con su propio nombre, que se entregue al placer voluptuoso de manifestarse abiertamente al mundo -aquí estoy yo y esto es lo que pienso- sin miedos, sin ataduras, sin complejos, aprovechándose gozosamente de este inmenso logro civil y colectivo al que denominamos libertad de expresión. 

Incluso con todos los riesgos que conlleva.