Candidatos al Premio Solienses 2012
Un año más, llega el Premio Solienses para destacar a un libro que, a juicio del jurado nombrado al efecto, resulte el más meritorio de los publicados durante el año anterior por un autor de Los Pedroches. El Premio Solienses, como es sabido, se concede a obras pertenecientes a los géneros literarios de creación: narrativa, poesía, ensayo, artículo periodístico o teatro, excluyéndose obras científicas, de investigación o divulgativas. El Premio, que alcanza este año su sexta edición, no tiene dotación económica, sino que el autor galardonado recibirá una réplica del arado romano diseñado por la Asociación de Artesanos de Los Pedroches (Ofiarpe), que se ha convertido ya en el símbolo del premio.El jurado, cuya composición se dará a conocer cuando se haga público el fallo, elegirá al ganador entre los libros preseleccionados por el editor de Solienses. El año 2011 ha sido fecundo en publicaciones de calidad, incluyendo géneros tan poco habituales como las memorias (Vivir con memoria, de Ernesto Caballero) o el cómic (La partida de defunción, de Juan Bosco Castilla y Antonio Arévalo), incluyendo obras de autores consagrados (Las voces derrotadas, de Alejandro López Andrada) y noveles (Un cuarto oscuro, de Verónica Moreno). Ello ha motivado que, por primera vez en la pequeña historia del Premio, los libros finalistas sean cuatro, y no tres, como había ocurrido hasta ahora. Estos son los libros candidatos al Premio Solienses 2012, citados por orden alfabético del apellido del autor:
TAXIDERMIA, Francisco Antonio Carrasco (Editorial El Páramo)
Crítica:
Eros y tánatos, por Jesús Ortega (Cuadernos del Sur, 11-6-2011)
"No sé si Francisco Antonio Carrasco se habrá dado cuenta, porque los narradores solemos escribir a ciegas, pendientes solo de lo que les sucede a nuestros personajes, leales nada más que a la historia, pero lo cierto es que me parece ver que todos los cuentos de Taxidermia tratan sobre la muerte y el deseo.
El deseo y la muerte, eros y tánatos, son los dos temas de fondo del libro, el sustrato sobre el que crecen sus historias. Y puesto que Taxidermia está estructurado en tres partes, me lo imagino como un retablo de iglesia chica, de iglesia de pueblo, quizá, como un tríptico barroco que se abre y se cierra con la muerte, con el deseo enmedio.
Pero no se vayan ustedes a creer que se trata de un libro sombrío. En absoluto. Es un libro divertido, insolente, lleno de sustancia y cachondeo. Y ahí reside gran parte de su valor.
Dijo Lorca que España es el país del mundo con mayor presencia de la muerte; que un muerto está más vivo entre nosotros que en ningún otro lugar. Se me ocurre que los muertos y las muertes de este libro son más hispánicos que anglosajones, más católicos que protestantes, y que asumen con guasona naturalidad tanto la comedia como el drama, como esos caraduras que se cuelan en nuestra fiesta sin que nadie los haya invitado y que al final acaban, para bien o para mal, convirtiéndose en los grandes animadores de la noche. No hay nada más espectacular que la muerte, dijo Max Aub. Lo dijo en México. Se me ocurre traer a colación México, el otro país hispánico donde la muerte campa a sus anchas, como bien apreciaron Aub y Luis Buñuel, no en vano exiliados en México tras la guerra civil y permeados por la fascinación mexicana por la muerte. A Aub y Buñuel les hubiera gustado Taxidermia, la manera que tienen los cuentos de Taxidermia de poner sin tapujos la muerte delante, la manera que tiene su autor de aunar influencias y alusiones de todo tipo, del cuento folclórico al esperpento, de la mitología griega al cine de género, del costumbrismo de las páginas de sucesos al de los reallities de la televisión, del surrealismo al absurdo, de la sátira a la parodia. A Buñuel le hubiera encantado la historia tan hispánica de ese hombre que diseca a su esposa muerta para seguir amándola, amor más allá de la muerte, en el cuento que da título al libro y que es, creo, uno de losmejores de la colección.
Digo también Max Aub porque hay dos cuentos que están muy cerca de sus famosos crímenes ejemplares, un homenaje evidentemente intencionado a ese maravilloso libro de Aub. Me refiero a La música y a El guapo Arbeloa. Se me ocurre que a Aub no le hubiera desagradado incorporar estos dos cuentos entre sus propios crímenes. Comparten muchas cosas. En El guapo Arbeloa el asesino pilla a su novia encamada con un atractivo jugador de fútbol. Pero no la mata por eso, sino porque ella le reprocha haber llegado a la mitad y no haberla dejado terminar de hacer el amor. “Créame que lo siento, señor juez, pero no pude evitarlo”, presume el homicida, sin asomo de arrepentimiento, igual que sucede con los asesinos jactanciosos de Aub. La música es otro crimen ejemplar, aunque matizado por otra alusión, no a Aub, sino a Edgar Allan Poe, a ese tremendo cuento de Poe que se llama El corazón delator. Hay dos estudiantes que comparten piso, uno todo el día con lamúsica puesta y otro que necesita obsesivamente el silencio para estudiar. El silencioso mata al ruidoso a martillazos, en plena canción de los Beatles sonando por todo el piso, para acabar dándose cuenta de que el silencio antes buscado ahora es el recordatorio ominoso de su crimen, y que necesitaría qué menos que una urgente balada para acallar los latidos culpables de su corazón.
Y así, cuento a cuento, se van ligando eros y tánatos en un baile que no termina, y sus manifestaciones pueden ir de lo chusco a lo disparatado, de lo tierno a lo trágico (...)."
Enlaces
- Eros y tánatos, por Jesús Ortega (Cuadernos del Sur, 11-6-2011)
- Francisco Antonio Carrasco presenta Taxidermia en Pozoblanco (Solienses, 15-12-2011)
- "El cuento es la historia en estado puro" (Solienses, 29-4-2011)
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LAS VOCES DERROTADAS, Alejandro López Andrada (Hiperión)
Crítica:
El perdón y la luz, por José Luis Rey (Cuadernos del Sur, 30-4-2011)
"Bellamente editado por la prestigiosa Hiperión, aparece el nuevo poemario de Alejandro López Andrada, titulado Las voces derrotadas, que ha merecido el XVIII Premio de Poesía Ciudad de Córdoba Ricardo Molina. López Andrada goza de una sólida y coherente trayectoria como poeta y como narrador, a la que se han unido, además, sus libros memorialísticos sobre la comarca de Los Pedroches. Dividido en seis partes, su nuevo libro propone una revisión de las heridas abiertas por la Guerra Civil desde una mirada conciliadora y pacífica, que intenta superar los odios y los desmanes de aquel tiempo terrible mediante una voz lírica depurada y llena de amor a la vida y a la humanidad. Su autor, poeta de la naturaleza como cierto Colinas y Claudio Rodríguez, consigue en este libro mantener un tono elevado y a la vez humilde; no en vano, el libro se abre con una famosa cita de Auden, de su poema Spain, que nos recuerda cómo la historia puede lamentarse pero no ofrecer ayuda al derrotado. López Andrada sí ofrece ayuda a los perdedores de la guerra y transmite, para ello, una fe sin ambages en la capacidad terapéutica de la poesía, en la poesía como remedio del dolor y la pérdida, incluso de la injusticia. Esto queda explícito desde el poema inicial, que lleva el título de Teorema del perdón, comienzo que destaca por sus bellas imágenes: “Más leve que el amor, / como las aves que el viento mueve / sin preguntarles nunca / a dónde se dirigen, va mi voz / buscando el rastro azul de una bandera”.
Hay un recuerdo de The waste land de Eliot: pero la tierra estéril no lo oye. Otros poemas como La derrota, La voz del expatriado o Díptico del exilio establecen la memoria de lo perdido, el eco de los niños que jugaban en el campotras la caída de las bombas del invierno. Naturaleza y memoria; he aquí los dos elementos que sustentan esta hermosa exploración en el pasado de España, en un tiempo oscuro y difícil, lleno de
silencio y de espera. Quizá elmejor poema del libro sea el titulado La casa de los eucaliptos, que nos hace recordar aquel emblemático poema de Montale, La casa de los aduaneros.
Como el autor italiano, López Andrada eleva el territorio verbal de la memoria y lo contempla como un gran lago en calma, con la certeza de que la vida no ha sido en vano, pues el sujeto lírico se siente regresar con la melancolía del que vuelve resucitado, al fin, del infinito. Libro de perdón, de luz, de reconciliaciones, el lector descubrirá en él poemas llenos de emoción y verdad.
Y llegará a comprobar una de las tesis del libro: el hecho de que un poeta reviva la memoria de todo un pueblo es posible gracias a la fe en la palabra y a la necesidad de hallar sentido, mediante esa palabra, a tanto tiempo de dolor y abandono. Sin duda, estamos ante el mejor poemario de los publicados por López Andrada."
Enlaces
- El perdón y la luz, por José Luis Rey (Cuadernos del Sur, 30-4-2011)
- Alejandro López Andrada obtiene el premio de Poesía Ciudad de Córdoba "Ricardo Molina" (Solienses, 30-11-2010)
- La dualidad de Alejandro (Solienses, 8-5-2011)
Blog del autor:
El blog de Alejandro López Andrada
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UN CUARTO OSCURO, Verónica Moreno (La Bella Varsovia)
Crítica:
"Versos cortados a sangre", por Antonio Merino (Solienses, 6-1-2012)
"He abandonado momentáneamente mi lectura de Los enamoramientos (Javier Marías) para entrar a escondidas en el cuarto oscuro de Verónica Moreno. Nada sabía de la autora, pero, leyendo sus reseñas biográficas, imaginé estar ante una joven urbana y cosmopolita, no obstante haber nacido en Hinojosa del Duque, por lo que temía encontrar una obra cuajada de fashion look o de tecnología futurista -que ya era vanguardia hace cien años- tan grata a muchos poetas actuales. Y no falta, pues ahí están los poemas dedicados a las tipografías del Word o alusiones al mundo virtual de internet, deseando incorporar al lenguaje poético términos tan poco líricos como "googleo" o "Comic Sans". Quiero decir que en los versos de los autores de ciudad detecto con frecuencia un exceso de hardware, clubes de alterne, Lefties y tubos de escape, lugares donde, al parecer de muchos, se esconde ahora la emoción poética. Y, sin embargo, de todo el poemario de Verónica Moreno las piezas más sinceras, lejos de cualquier coqueteo con el collage experimental ya tan experimentado, me parecen aquellas que denuncian lo que ella misma llama su "identidad heredada" y las que se enfrentan a lo que podríamos denominar su "identidad silenciada".
Entre los primeros señalo los poemas titulados "Jabón de sosa" (sobre la transmisión de roles sociales, que evoca sin remedio el poema homónimo de Juana Castro en Del color de los ríos) y, sobre todo, "Herencias", sobre la forja de la propia individualidad en una sociedad -la rural- tan dispuesta al determinismo ("Ya no quiero ser tan buena como mi tía,/ ya no quiero ser un ángel") y que enlaza con la voluntad de "construcción del género" (Ugalde) que define la poesía escrita por mujeres desde el último tercio del siglo XX. Entre los segundos, donde se esconden los versos más poderosos, me impacta la crudeza violenta de "Salida", con su advertencia para llegar al puro conocimiento: "Si quieres saberme/ vas a tener que atravesarme el corazón/ con tus dedos", y varios poemas de la parte final, donde sobrevuela un ansia hasta cierto punto -pero no totalmente- reprimida de gritar el amor que ha de gozarse en la oscuridad ("Quiero gritarte/ para que existas fuera de esta habitación"), afrontando, sin embargo, calladamente las misteriosas direcciones del enamoramiento clandestino y fusionando en unos mismos versos poética y deseo ("No mirar la luz/ de la palabra directamente./ Rodearla por el hueco de la metáfora/ para que nos inunde y no duela,/ para que respire por nosotros/a pecho descubierto/con versos cortados a sangre"). Porque el amor duele cuando hay que rodearlo para alcanzar su plenitud, cuando hay que ocultarlo para lograr su goce.
Un cuarto oscuro es, sobre todo, una búsqueda de identidades. De identidad poética -que habrá de forjarse en futuras publicaciones- y de identidad personal (esta última expresada asímismo en términos estrictamente literarios). También, a su modo, de identidad femenina. La propia autora advierte en su pórtico una voluntad de exploración ("buscar tu voz a tientas/ tentando su oscuridad") que nos anima a aguardar nuevas indagaciones en torno a los -todavía hoy- tortuosos caminos de la pasión humana hecha carne, cuando aquella, por fuerza o por cobardía, sólo se manifiesta abiertamente en los límites estrechos de una habitación cerrada y quizás oscura, cárcel a la vez que refugio."
Enlaces
- "Versos cortados a sangre", por Antonio Merino (Solienses, 6-1-2012)
- La poeta hinojoseña Verónica Moreno publica su primer libro (Solienses, 10-12-2012)
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LOS QUE MIRAN EL FRÍO, Francisco Onieva (Ediciones Espuela de Plata)
Crítica:
Verdad y belleza, por Antonio Moreno Ayora (Cuadernos del Sur, 8-10-2012)
Con una bella portada sugerente e impactante se presenta el primer intento de Francisco Onieva, poeta cordobés en pleno ejercicio, de allegar a la narrativa con el título Los que miran el frío, que aglutina nueve relatos con los más diversos personajes y un fondo temporal inamovible: el del frío invierno, al que tantas expresiones, y en todos los capítulos, remiten. Es el primero de estos relatos Las reglas del juego, que sitúa al lector en un conocido ambiente bélico al decir que “salió del pueblo para defenderlo de los fascistas y acabó encontrando la muerte mientras jugaba a la guerra”. Y es con estos ingredientes, seriedad y juego, o miedo o inocencia, como se va construyendo este primer argumento narrado, que progresa, como todos los demás, con detalle pero con agilidad expositiva, con mirada infantil o adulta, pero con respeto a la historia, con realismo ceñido a un espacio de contornos concretos, pero albergando experiencias y sentimientos universales.
De una forma u otra todos los relatos remiten a El Retamal, del que se dan continuas referencias geográficas, toponímicas y urbanas que al fin permiten considerarlo como un símbolo de un tiempo doloroso pero a la vez trasunto literario de la localidad cordobesa de Villanueva del Duque: “un pueblo que dejaba de serlo para transformarse en línea de frente”. Y a partir de esta circunscripción se van recreando con una indudable ambientación histórica fechas y lugares comprobables de los sucesos relatados, que crecen en paralelo al caudal de las menciones referidas a una comarca, los Pedroches de Córdoba, de la que se documentan numerosos elementos paisajísticos, localismos léxicos (gayubas, várgano, lanchegos, juegos de los bolindres), toponímicos (arroyos conocidos, las lomas de San Gregorio...) e incluso nombres de personajes reales que evidentemente interactúan con otros de ficción pero de una verosimilitud encomiable. Y así se irá descubriendo no solo la esencia de una tierra y de un paisaje, con sus costumbres y clima, sino además frecuentes comportamientos que emocionan por su humanidad, su ternura, su desgarro, su idealismo, su dureza o desilusión, su abatimiento. Por encima de todo, es este un libro de sentimientos diversos y encontrados, ya se trate de la desesperanza (pues la guerra era un “destino conocido por todos de antemano”), del amor a la propia tierra (pues jamás encontraría “un cielo más azul que el de los Pedroches”) o de recuerdos casi perdidos (pues “Rellenar perfiles sin salirse mucho: eso es evocar”).
En el doloroso transcurrir de una guerra fratricida y sorprendente hay personajes que la cuestionan y critican y, sobre todo, que la ven como a cualquier guerra, como una devastación injusta cuyas acciones no dejan de ser inútiles, porque inútil es “conquistar un monte desde el que otear la nada (...) ¿Valen una vida?”. El pensamiento vertido demostrará en ocasiones cómo el conflicto envolvió en su vorágine a muchos individuos y familias no implicados o no convencidos políticamente.
Precisamente por esta razón puede tomarse el último relato ("Los que miran el frío") como un espacio narrativo que suscita la recapitulación, la reflexión o la revisión de un periodo tumultuoso, inseguro e hiriente cuya fatal consecuencia fue la destrucción del amor al entorno más íntimo, del cual dice uno de los personajes que “no volvería a ver el cielo azul de mi tierra ni los árboles”.
Historia, pasado y recuerdo quedan como vivas pinceladas en el primer plano de este conjuntado bloque de relatos. La belleza del lenguaje y la solvente estructuración de los argumentos son admirables, maduradas y propias de un experto narrador. Francisco Onieva acierta de pleno con su lirismo, con sus originales y emotivas descripciones y metáforas, con la concentración y agilidad del tiempo narrativo. Todo es tan exacto y fiel que al lector le parece “tocar con las yemas de los dedos la devastación, la soledad y la ausencia”. Ya sea el lector del norte de Córdoba, de la campiña, andaluz o extremeño, al fin acabará admirando la prosa de este joven escritor que apegado a la verdad y al arte de la escritura parece “querer cubrir las cicatrices que la guerra había dejado en los humildes muros de adobe y piedra”.
Enlaces
- Verdad y belleza, por Antonio Moreno Ayora (Cuadernos del Sur, 8-10-2012))
- Los que miran el frío (Solienses, 13-8-2011)
- Tomas de postura (Solienses, 10-10-2011)
- Mirar el frío, por Joaquín Pérez Azaustre (El día de Córdoba, 28-9-2011)
Blog del autor
Los que miran el frío
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Una vez más, al seleccionar las obras finalistas, se ha tenido en cuenta lo novedoso de los planteamientos, la promoción de autores nuevos, la calidad literaria de las propuestas y su contribución a la cultura comarcal. Cada obra, en su género, constituye una muestra relevante de expresión artística y de esfuerzo creativo. Su elección para componer la propuesta de candidatos, como toda decisión que acota el vago territorio de la subjetividad, supone un riesgo que el editor de Solienses asume como propio, estimándolo necesario para dotar de operatividad al procedimiento.
El fallo del jurado se hará público el domingo 4 de marzo y el Premio se entregará el domingo 18 de ese mismo mes en un lugar aún por determinar.
En las anteriores ediciones, el Premio Solienses ha sido otorgado a Los cuerpos oscuros de Juana Castro (2006), La tierra en sombra de Alejandro López Andrada (2008), Canción de la madre del agua de Pedro Tébar (2009), la obra colectiva La puerta de los sueños (2010) y la novela Hija de Sexto Mario. El hombre más rico de las Hispanias de Antonia Rodríguez (2011).
4 comentarios :
Mi más sincera enhorabuena a los candidatos seleccionados. Les deseo lo mejor.
Un saludo.
Pilar Muñoz Álamo.
Enhorabuena a los finalistas y en particular a nuestro amigo Francisco Onieva, que también concurría al premio con un libro de nuestra editorial La Fragua de Metáforas (www.lafraguademetaforasonline.com) suerte para la final¡¡
La Fragua de Metáforas
Enhorabuena a todos los finalistas y suerte para todos ellos. La verdad que no será fácil la elección
Gracias a todos los seleccionados y enhorabuena por lo que vuestra literatura nos ofrece. Felicidades por ser de Los Pedroches y tener a gala representarnos culturalmente y a tan elevado nivel. Otra vez más un millón de gracias a Antonio Merino por SOLIENSES, y por todo lo que nos aporta día a día y enriquece.
Saludos
EUMANCIO ELVIRA.
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