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José Luis Blasco como ejemplo

José Luis Blasco besa el arado romano al recibir el Premio Solienses 2024 el pasado 12 de mayo [Foto: ISMAEL, cedida en exclusiva a Solienses]. 

José Luis Blasco (Villanueva  del Duque, 1960-Córdoba, 2024) representa un modo paradigmático de superación personal, la forma ejemplar en la que a todos nos gustaría poder comportarnos en sus mismas circunstancias. Una persona que supo sobreponerse a su situación y convertir los que pudieron haber sido los años más declinantes de su vida en los más florecientes. Desde que lo conocí, ya afectado por su enfermedad, José Luis Blasco me ha parecido una persona empeñada en no dejarse vencer por el tiempo y su coyuntura. En pocos años, y a pesar de las difíciles condiciones en las que se desarrollaron, ha llevado a cabo una actividad cultural envidiable y todo ello en ese entorno de felicidad y de optimismo que siempre se generaba a su alrededor. Ha escrito dos libros (El Vocaburlario y La lumbre de la memoria), ha coordinado la elaboración de otro, se ha comprometido con causas, ha prestado su colaboración siempre que se le ha pedido y ha sido capaz de elevarse a sí mismo como ejemplo de persona optimista y generosa incluso en las peores condiciones personales.

Mi mayor relación con José Luis ha sido a consecuencia de la concesión del Premio Solienses 2024 por su obra El Vocaburlario, una vez que ya había abandonado su actividad de cuarenta años como periodista, la mayoría de ellos en el diario Córdoba. Cuando lo llamé por teléfono para comunicarle que había sido galardonado expresó su satisfacción y su alegría por lo que él consideraba un inmenso honor por venir el premio de la gente de su tierra. Lo recibió como si recibiera un galardón de mayor prestigio y dotación y se preocupó mucho por estar a la altura en el acto de entrega. Unos días antes de que se celebrara, me envió su discurso para que le diera mi opinión al respecto, en un emocionante gesto de humildad por su parte. Cuidaba estos detalles hasta el extremo.

Hace unos veinte días se puso en contacto conmigo para pedirme que participara en la organización de un congreso sobre el mundo rural que estaba preparando a petición de la Fundación Savia. Por supuesto, le ofrecí mi colaboración e intercambiamos algunas ideas hasta que de pronto dejó de comunicarse conmigo. Conociendo su situación, me temí lo peor y así ha sucedido. Los Pedroches han perdido hoy con José Luis a otra gran figura de su cultura comarcal, una persona entusiasmada con lo que hacía, generosa y abierta a todo tipo de ideas, aunque consecuente hasta el extremo con sus propias convicciones ideológicas. Luchador por los asuntos que afectan a nuestra comarca, con él se va un referente importante, pero nos queda su visión de la vida, siempre optimista, siempre traspasada por el filtro reconfortante del humor.

"Soy inmensamente feliz hoy, aquí, en el santuario de la Virgen de Guía de mi pueblo al recibir el Premio Solienses", dijo José Luis Blasco el pasado 12 de mayo al recoger el arado romano que simboliza el galardón. Solo por eso ya mereció la pena haberlo creado. Su extraordinario ejemplo nos impulsa a seguir adelante.
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Pozoalbenses en La Nueve: dudas y certezas

Los componentes de La Nueve, en una imagen tomada a finales de julio en Inglaterra, unos días antes de embarcar hacia Francia. 

"Antonio Corto no nació en Pozoblanco ni en la fecha que señalas ni en ninguna otra. Tampoco hay nadie en la historia de Pozoblanco con ese apellido. Se trata, sin duda, de un error", me escribió José Luis González Peralbo tras leer mi entrada de ayer sobre el combatiente pozoalbense integrante de La Nueve que habría participado en la liberación de París en 1944. José Luis es el investigador que más sabe de genealogía comarcal y de apellidos en nuestros pueblos, por lo que su opinión tenía que ser tomada muy en cuenta, a pesar de que la fuente de mi información viene avalada por Diego Gaspar Celaya, profesor de Historia Contemporánea de la Universidad de Zaragoza y responsable de la web losdelanueve.es, de donde tomé el dato. Le objeté a José Luis que el nacimiento de Antonio Corto en Pozoblanco podría haber sido "accidental", por encontrarse su familia de paso o alguna otra circunstancia, pero su respuesta fue concluyente: "No pudo nacer en Pozoblanco accidentalmente, en ese caso estaría inscrito su nacimiento en el Registro Civil, aunque sus padres estuvieran de paso. He comprobado las partidas de nacimiento alrededor de la fecha de nacimiento que proporcionas, y no está. En los índices de nacimientos del Registro Civil tampoco figura, ni en esa fecha ni en ninguna otra. Y, además, en el Registro Civil no existe ninguna persona con apellido Corto desde su inauguración en 1871 hasta nuestros días".

Ante esta rotundidad, decidí ponerme en contacto con Diego Gaspar para expresarle estas dudas. En una rápida y cordial respuesta, el profesor reconoce que, efectivamente, "el caso de Antonio Corto es uno de los que está actualmente en revisión". La fuente consultada para definir la procedencia de Antonio Corto es el Service Historique de la Défense en París, donde se conserva la ficha de alistamiento de Antonio Corto en los Cuerpos Francos de África, y en la que se especifica claramente, su lugar de nacimiento: Pozoblanco (Cordoba), como puede verse en el documento que reproduzco por cortesía de Gaspar. "Sin embargo -continúa el investigador-, nuevos documentos procedentes de la consulta de su ficha personal en los Archivos de la Legión Extranjera alejan a Antonio Corto de Pozoblanco, situando su lugar de nacimiento en la provincia de Sevilla, y todo ello bajo una nueva identidad, pasando a ser Antonio Corto un pseudónimo de esta, creado precisamente para, según mis investigaciones, alistarse y servir en las filas francesas. De confirmarse, este será un nuevo caso que demuestra cómo la Historia de los hombres de La Nueve sigue viva, evoluciona y todavía nos depara más de una sorpresa". Diego Gaspar confía en poder resolver esta y otras dudas en la actualización de la web que prepara para final de año.

Ficha de alistamiento de Antonio Corto en el Corps Franc D'Afrique, donde se indica su nacimiento y domicilio en Pozoblanco.
 
Mientras tanto, otro lector de Solienses me advierte de que en la web de referencia existe otro combatiente natural de Pozoblanco (aunque se escapó a mi búsqueda inicial por venir el nombre del pueblo escrito Pozo Blanco, separado). Se trata de Francisco García (alias "José Hernández"), nacido en Pozoblanco el 12 de febrero de 1918, esta vez contrastado adecuadamente por el filtro de verificación del Registro Civil de Pozoblanco. Se alistó por primera vez a la disciplina francesa en Perpignan en septiembre de 1939 y pasó a la Legión Extranjera en Kairouan (Túnez) en mayo de 1943. En noviembre de ese año fue acusado de desertor, con la intención de alistarse en Casablanca en los Cuerpos francos de África. Como integrante de La Nueve, participó en el desembarco de Normandía y en la liberación de París. Luego, resultó herido de gravedad en los combates del día 4 de mayo de 1945 en el desfiladero del Inzell. 

En consecuencia, resulta que, finalmente, sí que hubo un pozoalbense en la liberación nazi de París como integrante de La Nueve, aunque no fuera Antonio Corto, como inicialmente habíamos relatado, sino Francisco Damián García Jurado, nacido a las nueve de la mañana del 12 de febrero de 1918 en el domicilio familiar de calle Nueva. Era hijo de Juan García Dueñas, de 23 años, jornalero, y de Adelaida Jurado Calero, de 21 años. En 1966 se casó en Argel con Estrella Aouda Bentoyaun. Su defunción está inscrita en el consulado español de Burdeos con fecha 28 de octubre de 2009. Es otra de esas vidas que no caben en un solo libro.
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Un pozoalbense participó con La Nueve en la liberación de París

Soldados de "La Nueve" en el vehículo "Don Quijote". 

El pasado sábado se cumplieron 80 años de la liberación de París del dominio nazi. La noche del 24 de agosto de 1944, la 9.ª Compañía de la 2.ª División Blindada de la Francia Libre, también conocida como División Leclerc, y llamada popularmente "La Nueve", llegó a las puertas de París para contribuir a derrotar a los nazis durante la Segunda Guerra Mundial. Fueron los primeros. La compañía estaba formada por más de 360 hombres de 14 nacionalidades, entre ellos 150 republicanos españoles. La Nueve jugó un papel crucial en la liberación de la capital francesa y también participó en el desembarco de Normandía.

Según la relación de integrantes de La Nueve que recoge la web losdelanueve.es del Gobierno de Aragón, entre ellos figuraba Antonio Corto, nacido en Pozoblanco el 4 de octubre de 1908. De estado civil casado y agricultor de profesión, en junio de 1938 estuvo ingresado una semana en el Hospital Provincial de Valencia, entonces zona republicana, lo que nos hace pensar en una peripecia vital semejante a la de tantos otros comarcanos en aquella encrucijada de la historia. 

Antonio Corto se incorporó a las fuerzas francesas en Marsella (Bouches-du-Rhône) en octubre de 1941 y en 1943 se alistó a la 9ª compañía en Orán. Estuvo presente con La Nueve en la revista de tropas del 15 de junio de 1944 en Inglaterra, previa al Desembarco de Normandía. Entró en París a bordo del vehículo semioruga half-track  'Madrid' n' 410655. Participó luego en las campañas de liberación de Lorena y Alsacia (actuando en ciudades tan significativas como Estrasburgo) y finalmente se adentró en Alemania, llegando hasta Berchtesgaden el 5 de mayo 1945, días antes de la capitulación de los ejércitos alemanes en Reims. Fue desmovilizado el 25 de julio de 1945.

En 2004 la ciudad de París realizó por primera vez un homenaje a los españoles de la División Leclerc que tanto habían contribuido a su liberación sesenta años antes. Para tal efecto se descubrió una placa conmemorativa junto al río Sena. El 25 de agosto de 2012, durante la celebración del 68 aniversario de la Liberación de París, una bandera republicana participó en dicho acto a modo de reconocimiento del papel de La Nueve en la liberación de la ciudad, siendo reconocido este hecho en el discurso del Presidente de la República francesa, François Hollande. Desde marzo de 2015, el jardín del Ayuntamiento de París se llama oficialmente Jardin des Combattants-de-la-Nueve («Jardín de los combatientes de la Nueve») y cada 24 de agosto se celebra allí una ceremonia oficial.

El pasado sábado, la ciudad de París celebró el 80 aniversario de su liberación. "Los soldados de La Nueve abrieron la primera brecha, entraron por la puerta de Italia y llegaron a la plaza del Ayuntamiento. Las campanas de París anunciaron a los parisinos y al mundo la liberación", recordó la alcaldesa de la ciudad, Anne Hidalgo, en su intervención. "Estos republicanos venidos de España eran anarquistas, socialistas y comunistas. Estaban comandados por el capitán Dronne y se distinguieron por su valor. Llegaron los primeros y nos muestran que la condición humana no sufre de ninguna frontera", añadió la regidora.

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👉 RECTIFICACIÓN 27-8-2024: Leer Pozoalbenses en La Nueve: dudas y certezas.
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La ermita que siempre estuvo ahí

Localizamos e identificamos por primera vez la ermita de San Roque de Torrefranca, que se consideraba perdida.



Vista de la ermita de San Roque de Torrefranca desde el exterior, aneja a la plaza de toros de Dos Torres [Todas las fotos: Solienses]. 

Como dice el refrán, a veces tirando del hilo se encuentra el ovillo. Resulta que la ermita de San Roque de Torrefranca, una de las dos dedicadas en Dos Torres al santo protector contra las epidemias, no está arruinada ni perdida, sino simplemente olvidada. 

En nuestro anterior artículo apuntábamos que en 1914 el terreno que ocupaba dicha ermita, supuestamente en ruinas, fue adquirido por el Ayuntamiento de Dos Torres “al objeto de utilizarlo para la construcción de un matadero de reses que proyecta edificar”, según puede leerse en documentación de la época consultada en el Archivo del Obispado de Córdoba. Imaginamos entonces que, en consecuencia, ese habría sido el final del santuario, como el de tantos otros edificios que tengo recogidos en mi libro Patrimonio perdido de Los Pedroches: el Ayuntamiento habría derruido los pocos restos que quedaran del edificio religioso para construir en el solar su nuevo matadero. El silencio que en torno a dicha ermita guardan desde entonces tanto los documentos oficiales como las obras de investigación o divulgación sobre el patrimonio local invitaban a pensar de ese modo. Pero no.

Gracias a un mapa de Dos Torres del siglo XIX habíamos ubicado esta ermita (presuntamente desaparecida) en el entorno de la actual plaza de toros, suponiendo que habría sucumbido ante esta obra. Y, en efecto, a comienzos del siglo XX el Ayuntamiento construyó allí un matadero (de hecho, en el pueblo el lugar es conocido todavía como "el matadero"). Sin embargo, no se trató de un edificio nuevo, levantado tras derribar los restos de la ermita que subsistieran, como cabría pensar, sino que se aprovechó totalmente la estructura ya existente para el nuevo uso. El matadero cumplió su función durante varias décadas y más tarde el edificio quedó abandonado, llegando a utilizarse incluso como taller de confección y almacén municipal. Finalmente, en su entorno se levantó en 1982 la actual Plaza de Toros, cuyos constructores tuvieron el buen acuerdo de integrar en la nueva obra los restos del matadero y, con ellos, quizás sin saberlo, los restos de la ermita antigua de San Roque de Torrefranca. Y allí se encuentra todavía, pasando desapercibida al formar parte del conjunto de chiqueros y dependencias auxiliares del coso taurino.

Porque, efectivamente, y contrariamente a todo lo que hubiéramos podido pensar en un edificio tan alterado a lo largo de todo un siglo, la estructura de la primitiva ermita no se derrumbó, sino que, sencillamente, se fue adaptando progresivamente a los nuevos usos, hasta llegar a olvidarse el original. Pero el edificio de la ermita aún continúa en pie y resulta claramente identificable. Ante semejante milagro, uno reconoce emocionado el caprichoso azar de la historia.

Interior de la ermita-matadero.

Lo que puede verse en la actualidad es una sola nave rectangular de 10x8 metros aproximadamente, con las paredes parcialmente cubiertas de azulejos e instrumental del antiguo matadero (vigas y ganchos de hierro), pero sobre todo ello se impone la conmovedora presencia de dos arcos diafragma apuntados (seguramente de ladrillo, aunque ahora aparecen enlucidos y pintados de blanco) que sostienen una armadura de tejado a dos aguas. Aunque ocultos en parte por las sucesivas reformas, los arcos pudieran arrancar de pilastras salientes de granito, como en tantas otras ermitas de la comarca de estructura similar. Al exterior, sin contrafuertes en los muros, se conserva una sencilla portada (hoy parcialmente encalada) formada por arco de medio punto adovelado ligeramente rebajado (quizás escarzano) y alfiz también de granito, la típica portada de la mayoría de las ermitas de la comarca edificadas en el siglo XVI y también de muchas viviendas particulares. El alfiz presenta la singularidad de que el extremo inferior no se cierra en la línea de imposta hacia el arco, como suele, sino que abre al exterior.

Por increíble que parezca, la ermita siempre ha estado ahí, aunque el recuerdo de su existencia hubiera desaparecido de la memoria de los vecinos de su pueblo. Corresponde ahora al Ayuntamiento de Dos Torres rescatar del olvido esta insólita muestra de su ya rico patrimonio arquitectónico, restaurarla para devolverle su individualidad monumental y reintegrarla así en el lugar que le corresponde dentro del conjunto de los bienes histórico-artísticos de la localidad. 

En Dos Torres deben sentirse afortunados: tenían un hijo perdido y lo han vuelto a encontrar.

Portada de la ermita.

Arco de la cabecera y estructuras del matadero.

Arco de los pies de la ermita.

Hemos señalado con una x roja el edificio de la ermita, junto a la plaza de toros. El inmueble se encuentra en el interior de las dependencias auxiliares del coso y no resulta accesible desde la calle.

 
N.B. 
1. Agradezco a Manuel Torres, alcalde de Dos Torres, las facilidades dadas para visitar el edificio de la ermita-matadero.
2. Más datos y referencias sobre la ermita de San Roque de Torrefranca y otras ermitas desaparecidas de Dos Torres aparecerán en mi artículo que se publicará a finales de año en el volumen XXXI de "Crónica de Córdoba y sus pueblos", revista de la Asociación Cordobesa de Cronistas Oficiales.
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Revistas de Añora


Comenzó siendo un complemento de lo que he dado en llamar "La página del Cronista Oficial de Añora", pero ha terminado convirtiéndose en su sección principal. En dicha página pretendía, en principio, reunir todos los artículos de investigación y/o divulgación que durante las últimas décadas he escrito sobre historia y cultura de Añora y Los Pedroches, de forma que puedan consultarse libremente por cualquier lector interesado. Ya he escaneado casi todos mis artículos y en el futuro es posible que también estén accesibles los libros, al menos algunos. Luego se me ocurrió lo de "Revistas de Añora", un utópico proyecto de recoger todas las publicaciones periódicas editadas en Añora (o, al menos, todas aquellas a las que vaya teniendo acceso). Y, finalmente, se ha convertido en la sección principal, la más rica e insospechada.

Aprovechando el invierno de este verano personal tan extraño, he ido escaneando hasta series completas de revistas noriegas. Del Boletín Informativo Municipal Añora (creado en 1988) ya se pueden consultar los quince primeros números y voy añadiendo aproximadamente uno al día. De las Revistas de Feria he conseguido ejemplares de las tres últimas décadas del siglo XX (el más antiguo es de 1970) y de la segunda y tercera década del actual. Estoy recuperando desde el número 0 (1998) el Boletín Informativo de la Agrupación Local del PSOE de Añora e iré añadiendo sucesivamente los nuevos números que logre obtener. Está disponible ya la colección completa de "El Cangilón", órgano de difusión del colectivo cultural del mismo nombre: quince números publicados entre 1982 y 1992 de forma puramente artesanal, con fotocopia y multicopia y que hoy deben ser observados con la indulgencia que merece el entusiasmo juvenil. Solo he conseguido un número de "La Fontana", periódico del Colegio "Nuestra Señora de la Peña", que ignoro si se continúa editando. Y también he incluido la revistilla anual de la Hermandad de la Virgen de la Peña, el díptico de la Hermandad de San José, el díptico de Semana Santa... y todo cuanto vaya apareciendo. El objetivo es que todas estas publicaciones que guardamos en cajas y baúles en las cámaras y desvanes de nuestras casas, y a las que aguarda el futuro cierto de tirarlas a la basura, sean accesibles a hipotéticos interesados y no se pierdan del todo. Quizás a alguien se le ocurra descargarlas en su ordenador y de este modo perduren al menos una generación más... En ellas está plasmado nuestro pasado más reciente, el del último medio siglo.

El proyecto "Revistas de Añora" tiene vocación de continuidad. De momento, todo lo que aparece es lo que yo mismo guardaba en mi casa, almacenado durante años, pero mi archivo comienza a agotarse. Por eso quiero hacer desde aquí un llamado a los noriegos que conserven en sus estanterías o en sus cámaras revistas, folletos, boletines, pasquines, periódicos, etc. publicados en Añora de cualquier tipo para que me ayuden a completar las colecciones. Interesan especialmente los ejemplares más antiguos, preferentemente del siglo XX, pero todos son bienvenidos. Exclusivamente material referido a Añora. Pueden enviármelos ya escaneados, en pdf o en fotografías aisladas a esta dirección: solienses@gmail.com. Quien no disponga de la tecnología adecuada, puede prestarme el ejemplar de papel para escanearlo yo mismo en poco rato y se lo devuelvo enseguida. Los recojo a domicilio. Sería bonito conseguir entre todos que la memoria hemerográfica de Añora no desapareciera para siempre. O, por lo menos, intentarlo.
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"Maridaje" une los versos de Lola Caballero y las acuarelas de Nemesio Rubio

Portada del libro y dos acuarelas de Nemesio Rubio. 

En octubre de 2022 falleció Nemesio Rubio Pedrajas, maestro de escuela y acuarelista autodidacta, amante de nuestra tierra y de sus paisajes, los cuales inmortalizó en sus obras. Entre los proyectos que dejó pendientes estaba uno que se ha materializado finalmente este año 2024. Se trata del libro de poemas Maridaje, publicado por la editorial Iruya, escrito por la poeta viseña Lola Caballero e ilustrado con las acuarelas que Nemesio pintó expresamente para estos versos, inspirado en ellos. 

Según escribe en el prólogo Rafaela Hames Castillo, Maridaje es, en sus diecinueve poemas y otras tantas acuarelas, "un diálogo perfecto que nos abre de par en par las puertas de un universo pleno de emotividad donde se dan cita, por una poderosísima fuerza de contrarios: añoranza y rechazo, expresión y reflexión, lucha y aceptación... (...) Versos cortos, libres, absolutos, nos llevan a la reveladora intuición de cuanto hay y sucede más allá del tiempo presente y el espacio inmediato, nos conducen al germen, al desarrollo, a la madurez y al retorno al poder de ese génesis de amor y afectividad". Por otro lado, "las tonalidades blancas, así como del fuego y del volumen del agua que predominan en las virtuosas acuarelas de Nemesio, dan, igualmente, un profundo itinerario de origen y fin a los personajes centrales de sus obras, (...) un estado de ánimo concreto personificado, en su práctica totalidad, por figuras femeninas".

Páginas 40-41 del libro (pinchar en la imagen para verla más grande y leer el poema).
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Comentarios sobre el incidente sangriento en la capea de 1759 en Añora


El expediente sobre el incidente ocurrido en las capeas de Añora en 1759, que resumimos en nuestra entrada de ayer, consta de 62 páginas y se conserva en el Archivo Histórico Municipal de Dos Torres, donde pude leerlo hace unos meses. José Luis González Peralbo lo reseña también en su obra enciclopédica La mala vida en Los Pedroches (2022) con el título de "Pueblos vecinos, mal avenidos", donde lo considera un ejemplo de rivalidad proverbial entre localidades cercanas, en este caso entre Torremilano y Añora. Esta rivalidad, al menos de manera simbólica, se mantuvo hasta los años setenta del siglo pasado, según nos recuerda un comentarista en la entrada de ayer. Luego, en cambio, sucedió un fenómeno sociológico interesante: la hostilidad se tornó en atracción y durante los años ochenta y noventa del siglo XX fueron muchos los matrimonios mixtos que se efectuaron entre jóvenes de ambas localidades, sellando así de forma muy hermosa la reconciliación entre Añora y Dos Torres al cabo de los siglos.

Por mi parte, he preferido centrar la atención en el carácter informativo de este documento sobre el mantenimiento de los festejos taurinos asociados a celebraciones religiosas, y ello a pesar de que, con diverso grado de vigilancia, las fiestas de toros estuvieron prácticamente prohibidas durante casi todo el siglo XVIII.

Las celebraciones con toros y vacas han acompañado a las fiestas populares españolas desde la Edad Media y, con mucha frecuencia, se presentan vinculadas a las festividades religiosas que conmemoran a vírgenes o santos. Ni siquiera las más severas prohibiciones durante la Ilustración lograron acabar con ellas: al contrario, siempre consiguieron encontrar la fórmula de excepcionalidad conveniente para perpetuar un ritual complejo que mezclaba elementos económicos, simbólicos, estéticos al criterio de la época y siempre de renovación comunal en un proceso de representación colectiva y de promoción individual. 

En Añora tenemos noticia de celebraciones taurinas asociadas a las fiestas de San Martín desde el siglo XVI. Así, en el libro de Visitas Generales del Obispado de Córdoba correspondiente a la villa de Añora se anota que en 1583 “ciertos vecinos de la dicha villa lidiaron un toro en ella y el valor de la carne y cuero deste toro que fueron nueve ducados y diez y ocho mrs. dieron de limosna a esta ermita”, tal como conté en mi libro Añora y sus fiestas (2018). Se refiere a la ermita de San Martín, que en el siglo XVIII cambiaría su denominación y pasaría a estar dedicada a la Virgen de la Peña (tal como conté también en este artículo). Esta advocación mariana fue desde entonces la principal destinataria de la devoción noriega, también en el ámbito festivo. En 1773 el cura párroco de la localidad Pedro Vélez de Guevara eleva al obispado un informe sobre las cofradías locales en el que censura sus numerosos gastos superfluos. Al hablar de la Cofradía de la Virgen de la Peña, cuyo presupuesto era de los más altos, nos hace una breve pero impagable descripción de los festejos que se celebraban en honor de la Virgen patrona de la localidad el último domingo de Agosto: 

"a Nuestra Señora de la Peña se le hacen por sus maiordomos despues de la fiesta de Iglesia que es votada el domingo ultimo de agosto una comedia i toros, para cuias fiestas traen otros quatro o seis religiosos manteniendolos el tiempo que estan aqui i otros muchos que se vienen para la comedia, que es en la plaza publica, se les ponen asientos distinguidos i un andamio solo para frailes que asi lo llaman para que vean los toros (i los ai de muerte) i se diviertan que a eso vienen, en el año pasado la mañana de toros uvo treinta i tres misas y muchos no la dicen, sin aver en esta villa mas sacerdotes que los dos curas, todo se llena sin perdonar funcion de bailes..." . 

Al margen de la anécdota en sí, el caso de la trifulca sangrienta (porque sangre corrió, según se especifica varias veces en el informe) entre los noriegos y el de Torremilano en 1759 durante la celebración de las capeas nos ratifica la celebración de festejos taurinos en la Añora del Barroco, precisamente en el momento en que las celebraciones tradicionales habían alcanzado un mayor nivel de desarrollo organizativo y de desenfreno popular incontrolado. Por el testimonio del párroco Pedro Vélez de Guevara ya sabíamos que las fiestas en honor de la Virgen de la Peña implicaban la creación de infraestructuras temporales para los espectáculos: se instalaba un escenario y un andamiaje para los espectadores en la Plaza de la Iglesia y allí, con gran asistencia de público, se desarrollaban los tres festejos principales: toros, teatro y bailes. El festejo taurino se correspondía con lo que hoy conocemos como “suelta de vaquillas”, tal como confirma el testimonio del ganadero Diego López Hidalgo. 

Las reses destinadas al espectáculo se encerraban previamente en el llamado "corral del concejo", según el testimonio de uno de los acusados. Se trata de un solar municipal que formaba parte de los bienes de propios de la villa situado en la actual calle Bataneros (un celemín de tierra de secano utilizada “para aprisionar las reses que hazen daños”, según el Catastro de Ensenada), pero que tenía por entonces también, al parecer, salida directa a la propia plaza. 

El festejo gozaba de un gran seguimiento por parte de la población, hasta el punto de que las autoridades hacían la vista gorda frente a su celebración y no se atrevían a prohibirla, a pesar de existir reglamentación contraria. En los testimonios del pleito vemos que uno de los alcaldes pedáneos llega a ausentarse de la localidad durante la celebración, para no ser acusado de complicidad o connivencia en la organización del festejo. Estos festejos taurinos asociados a las fiestas religiosas acabarían desapareciendo finalmente a consecuencia de las desamortizaciones liberales del siglo XIX, cuando las hermandades y cofradías perdieran de golpe el patrimonio económico propio que permitía su mantenimiento. Pero esa es otra historia.
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Incidente sangriento en las capeas de la feria de Añora de 1759

Grabado aguafuerte "Tauromaquia. Toros en la plaza del pueblo", de José Martín Simón. 

El 28 de agosto de 1759 Cayetano de Mena y Velázquez, abogado del Claustro de la Real Chancillería de Granada y teniente de Corregidor de las villas de Los Pedroches, abre expediente de oficio para juicio criminal contra Juan Fernández Bermejo, Miguel González Pantoja y Francisco Rodríguez Gil (luego ampliado también a Diego López Hidalgo), vecinos todos ellos de la villa de la Añora, por las heridas causadas a Alonso Ruiz Bejarano, vecino de Torremilano, durante unos “capeos” que se habían celebrado en Añora el día anterior con motivo de la fiesta de Nuestra Señora de la Peña. 

Según la declaración de la víctima, el tal Alonso Ruiz, “habiendo salido una vaca a la plaza pública de dicha villa, que es donde los hacían, este declarante se arrimó a ella con ánimo de sortearla, a cuyo tiempo habiéndola sorteado, después lo cogió a este declarante y asiéndose a un asta con las manos para que no le ofendiese, cayó este declarante en el suelo aozinando así mismo dicha vaca y con la fuerza que tenía ella misma se puso mancornada con las patas hacia arriba y este declarante tendido en el suelo sin poderse valer ni aun para huir, a cuyo tiempo acudieron diferentes personas con palos que le pareció a este declarante eran vecinos de la Añora y le descargaron bastantes y demasiados golpes en su cuerpo y cabeza con dichos palos sin haber dado motivo para ello”. 

El cirujano de la villa, Juan de la Cámara, lo atendió de urgencia “poniéndole un poco de bálsamo” y el herido pudo regresar a su pueblo, donde denunció los hechos, aunque “por haber estado cuasi sin sentido de los palos que le dieron a este declarante no pudo conocer quiénes fueron los que le dieron los dichos palos, pero después supo que era Pantoja Francisco Fernández alias Camacho y otras personas hasta siete u ocho las que no conoció por el grande tumulto que se juntó de personas y aturdimiento que este declarante tenía con los palos que le daban”. 

Tras practicar diversas diligencias, el teniente de Corregidor como juez del proceso pudo identificar a los atacantes. Enseguida envió comunicación a los dos alcaldes pedáneos de Añora, Bartolomé Sánchez Pastor y Juan de Madrid (estos cargos se habían instituido tras la creación del Corregimiento de Los Pedroches en 1747), para que los presuntos autores del delito “sean presos en la cárcel pública y se le secuestren y embarguen sus bienes”. Los tres vecinos de Añora sospechosos de haber propinado la paliza al de Torremilano son encarcelados y en documentos contenidos en el expediente se detallan los bienes embargados: mesas, sillas, una capa parda, asientos de enea, un arca de pino con su cerradura y llave, una sartén de hierro, dos asadores, una espada, seis fanegas de trigo… Se citan incluso los nombres de algunos animales: los bueyes de Francisco Fernández se llamaban Frontino y Rostrado y el novillo de Francisco Gil respondía por Cabrero

El 4 de septiembre el teniente de Corregidor interroga a los acusados. Francisco Fernández Bermejo, declara “que el día veinte y siete de agosto pasado con el motivo de haberse lidiado unas reses vacunas en la plaza pública de esta villa, como anualmente se ha hecho todos los años a celebridad de María Santísima de la Peña, habiendo salido una vaca acometió a Alonso Ruiz Bejarano, vecino de la villa de Torremilano, y habiéndolo cogido y arrastrándolo lo llevó bastante trecho por el suelo y levantándose dicho Alonso Ruiz la cogió a dicha vaca de el asta derecha por lo cual este declarante por certificarse quién era y para separarlo y que no le hiciese mal con una vara que llevaba de adelfa de tres cuartas de largo le dio con ella y le parece fue en las espaldas y a este tiempo llegó el dueño de la vaca, que era Diego López Hidalgo, vecino desta villa, y le dio diferentes empujones y con el puño en la cabeza diferentes golpes y no vio quien le diese más y a breve rato le vio chorrear sangre y oyó decir lo iban a curar a dicho Alonso Ruiz Bejarano”. 

Como consecuencia de estas declaraciones se manda prender también a Diego López Hidalgo, dueño de las vacas, que había sido capitular del concejo durante muchos años y era ya persona “anciana” (en otro lugar declara tener “sesenta y cinco al poco mas o menos”). Este reconoce que una vez ocurrió el incidente "partió a donde dicha vaca estaba a aliviarla temiéndose no se la lisiasen por ser cuasi de las mejores reses (…) y después procuró este declarante echar fuera su vaca de la plaza solo a fin de que no se la lisiasen”. 

A estas alturas de la investigación se plantea si la celebración festiva con las vacas gozaba del permiso correspondiente por parte de la autoridad competente, y todo parece indicar que no. No consta en las diligencias que se hubieran solicitado los permisos correspondientes para la realización del festejo al Corregidor, que a la sazón lo era Francisco Díaz de Mendoza. De hecho, uno de los dos alcaldes pedáneos, Bartolomé Sánchez Pastor, quizás el primer antiaturino noriego del que tenemos noticia, afirma en su declaración que el día 27 “estuvo en las viñas con su familia y que el motivo de haberse ausentado fue por causa de los capeos a que el declarante siempre se resistió que no los tuvieran”. En cuanto al otro alcalde, Juan de Madrid, que sí asistió a los festejos, declaró que “no consintió hubiese tales capeos y el haber estado en la plaza a aquella hora que sucedió el lance fue casual”.

El 5 de septiembre, en fin, el cirujano de la villa de Torremilano certifica que las heridas sufridas por Alonso Ruiz en la capea se han restablecido y no revisten realmente ninguna gravedad, en vista de todo lo cual el 17 de septiembre del mismo año el teniente de gobernador dictó su sentencia conminando a los acusados a “que en adelante se abstengan de tener cuestión y quimera con persona alguna, penas que serán gravemente castigadas y condenaba y condenó a los susodichos a las costas de los autos a justa tasación”, al tiempo que manda sean liberados de la prisión y se les devuelvan sus bienes embargados.

(Continuará)
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La piel de las estatuas

Juan Bosco Castilla y la portada de su nuevo libro [Foto: Solienses]. 

Leo las novelas de Juan Bosco Castilla y enseguida me invade una sensación de desconcierto. La primera suya que abordé fue El farero, hace ya veinte años, y luego indagué en su prehistoria, El mecanismo de la suerte y La doble vida de un seductor imaginario, incunables que heredé milagrosamente de mi tío Juan, aunque fue en la Trilogía de Occidente (Sholombra, De Sholombra a Nogdam, Nogdam) donde mi capacidad de aturdimiento se puso a prueba. Estas novelas monumentales, que cualquier día un productor avispado convertirá en serie de culto, sorprenden por la fascinante presentación de un mundo distópico en todo su espanto, pero lo que más inquieta es que tal alucinación futurista haya sido producto de una persona tan aparentemente afable y cotidiana como Juan Bosco, de un hombre con traje gris, de un secretario de ayuntamiento más discreto que Bartleby el escribiente y que, sin embargo, cuando se pone a crear, lo hace de una manera tan rotunda, turbadora y deslumbrante.

Una estilización de la Trilogía, tamizada por su ensayo La democracia retórica, ha dado luz a su nueva novela La piel de las estatuas, recién publicada. Uno se deja seducir por la historia, con ecos del 1984 orweliano, y se presta a descubrir qué pasa y qué está pasando, pero pronto las reflexiones literarias y políticas se imponen sobre la trama meramente argumental. Hay en La piel de las estatuas una indagación profunda sobre la figura del artista y la naturaleza del arte que conmueve y emociona, con la que uno se identifica al tiempo que sufre ante semejante verdad y evidencia. En la novela revolotean todos los temas que nos importan, el libre albedrío, los dioses y Dios, la muerte, la construcción de la propia novela, los laberintos de la administración presente y futura, los peligros de la duda, el riesgo de quebrantar las leyes creyendo hacer lo correcto ("meter la mano en la realidad para corregirla"), la esencia del arte y de la propia literatura... Y maravilla la derivada metaliteraria, no solo cuando los personajes (tal vez hijos de Pirandello o de Unamuno) repentinamente son conscientes de ser protagonistas de una novela y deben someterse a la coherencia del argumento, sino cuando el propio autor, no la voz literaria, sino el amanuense que escribe, se hace visible de pronto en lo más hondo de la narración, como Hitchcook haciendo un cameo en sus películas, y reclama su papel.

Y si es cierto, como la novela defiende, que el arte se goza por impregnación, "sin comprender, por la vía directa de la belleza y la emoción", y aunque no nos convenza, por incoherente, el happy end reservado a sus personajes, La piel de las estatuas nos cautiva sin alcanzar a poder explicar del todo bien por qué. Quizás todas las claves estén en el capítulo 44 ("La ética del eslabón"), donde se desarrolla la teoría de la intervención en la realidad y de la prisión que significa el cuerpo. El autor, como dios, interviene en la realidad de sus personajes y la modela a su antojo, salvo que estos osen rebelarse, pero raramente lo hacen (y ahí los tienes, al final, con su vida de burgueses rurales, que no es la que les correspondía). "Entre los personajes y el lector no hay una puerta abierta, como no sea la de la locura", dice el narrador, o quizás sea el autor quien lo dice, para marcar esa separación entre ficción y realidad, entre mundo y arte, puesto que solo el creador puede decidir el proceder de sus protagonistas y secundarios, que no pueden ser responsables de su propia existencia, ni el artista para modularlos puede estar sometido a la prisión del público y sus caprichos, sus ganas de conducir el azar por las sendas de lo repetido. La fábula enseña que cuando el cuerpo es demasiado pesado para nuestras alas solo nos queda entonces el liviano recurso a la melancolía, pero el creador, el artista, es otra cosa: debe aspirar a la excelencia o, cuando menos, a la extravagancia. Y, si no, morir.
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Las dos ermitas de San Roque en Dos Torres

Ermita de San Roque de Torremilano en los años setenta del siglo pasado [Foto: Archivo de la Diputación de Córdoba].

La localidad de Dos Torres tuvo hasta el siglo XIX dos ermitas dedicadas a San Roque, una en Torremilano, que todavía se mantiene, y otra en Torrefranca, hoy desaparecida y de la que se ha perdido incluso el recuerdo de su existencia. La insólita duplicidad en la advocación es consecuencia del propio origen del pueblo de Dos Torres, que resultó de la unión en 1842 de las antiguas poblaciones de Torremilano (villa de realengo perteneciente a la mancomunidad histórica de las Siete Villas de Los Pedroches) y Torrefranca (villa señorial perteneciente al Condado de Santa Eufemia), cada una de las cuales había levantado su propia ermita al santo protector. La unificación de las villas provocó el abandono progresivo de la ermita de Torrefranca, ante el mayor poder devocional de la de Torremilano, cuya imagen titular había recibido en 1650 el voto popular de nombramiento como patrón a modo de agradecimiento por la intercesión del santo con motivo de la epidemia de peste de aquel año. La ermita de Torrefranca era, sin embargo, más antigua que la de Torremilano.

La ermita de San Roque de Torrefranca aparece ya citada en el informe de las Visitas Generales del Obispado de Córdoba de 1579, según he podido comprobar mientras realizaba una pequeña investigación para una próxima publicación de los Cronistas Oficiales. Pocos más datos podemos aportar sobre ella, pues no aparece descrita en dicha documentación. En 1885, según el párroco de la época, se hallaba ya en ruinas, "sin tener señales de haber sido ermita y estaba sirviendo de depósito de cadáveres y sala de autopsias” del antiguo cementerio de Torrefranca, que se encontraba en las proximidades. En 1914 el terreno que ocupaba es adquirido por el Ayuntamiento de Dos Torres “al objeto de utilizarlo para la construcción de un matadero de reses que proyecta edificar”.

Conocemos la ubicación de la ermita de San Roque de Torrefranca gracias a diversos planos del siglo XIX, donde todavía se señala su existencia. La ermita de San Roque de Torrefranca se encontraba al Noreste de la población, junto al antiguo cementerio, en el entorno de la actual plaza de toros. En el mapa de 1872 adjunto aparecen las cinco ermitas extramuros de Dos Torres: San Sebastián, Santa Ana (hoy llamada de Nuestra Señora de Loreto), San Bartolomé y las dos de San Roque.

Localización de las cinco ermitas extramuros a mediados del siglo XIX. San Roque de Torrefranca al noreste y San Roque de Torremilano al sur.
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Dos poemas de "Cantar para nadie"

La escritora jarota Araceli Fernández León ha avanzado dos poemas de su libro inédito Cantar para nadie, obra con la que ha obtenido este año el X Premio Internacional de Poesía José Zorrilla y que la editorial Algaida publicará próximamente. El adelanto se ha realizado en la Revista de Feria de Villanueva de Córdoba, aunque la poeta ha expresado su malestar por el hecho de que en dicho medio se haya omitido la procedencia de su colaboración. "Me parecía oportuno que se mencionara para que la gente tenga una idea de lo que se va a encontrar en el libro", ha escrito en sus redes sociales. Traemos también aquí nosotros estos dos poemas en prosa de Araceli para los lectores de Solienses, deseosos como estamos ya de poder leer el libro completo.


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La página del cronista


De momento es solo un proyecto que afrontamos con el entusiasmo habitual. Aún falta mucho contenido, pero ya pueden verse algunas cositas muy interesantes
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La luz de nuestra memoria

En la recuperación de la memoria histórica de la guerra civil y la posguerra que viene realizándose durante las últimas décadas suele ponerse el principal foco de atención en los hombres: en los milicianos defensores de la República, los ejecutados, los guerrilleros, los exiliados, los prisioneros de los campos de concentración nazis... Y casi siempre se olvida que junto a esos hombres había unas mujeres (esposas, hijas, hermanas, madres) que sufrieron en la retaguardia la humillación y la violencia, muchas veces por el mero hecho de su vínculo familiar. Mujeres que quedaron solas al cargo de la familia, desamparadas, señaladas, sin recursos y que debieron realizar enormes esfuerzos para salir adelante. El emocionante documental La luz de nuestra memoria, realizado por la Asociación Triángulo Azul Stolpersteine Córdoba, quiere centrarse en las mujeres como víctimas de una situación en la que padecieron el doble silencio de la coyuntura histórica que les tocó vivir, por rojas y por mujeres. El documental cuenta, entre otros, con los testimonios de bisnietas y sobrinas nietas de Eusebio Crespo Díaz y Rufo López Romero, ambos naturales de Torrecampo y prisioneros del campo de concentración y exterminio de Gusen (Austria). Sus descendientes manifiestan el orgullo ante el comportamiento de sus esposas, Ignacia Cortés Luque y Terencia Delgado Alarcón, respectivamente, que sufrieron destinos diferentes a partir de una misma situación y que se alzan como ejemplos señeros del destino que aguardó también a las mujeres no adictas al régimen franquista: la represión y el exilio.

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Un arqueólogo afirma haber encontrado pinturas rupestres en el término de Alcaracejos

El arqueólogo Fernando Penco fotografía una de las pinturas rupestres localizadas en Alcaracejos [Fotos de Manuel Gutiérrez publicadas en diario "Córdoba"]. 

Suelo afrontar con cierto escepticismo estas noticias de la ciencia histórica que se difunden en prensa sin el respaldo de una publicación científica que las corrobore, pero no me parecía correcto dejar pasar el espectacular anuncio del hallazgo en el término de Alcaracejos de unas "pinturas atribuidas al arte rupestre prehistórico". Según la noticia publicada por el diario Córdoba, ha sido el arqueólogo cordobés Fernando Penco quien ha notificado a la Delegación Territorial de Turismo, Cultura y Deporte de la Junta de Andalucía en Córdoba la existencia en Alcaracejos de unas pinturas rupestres "hasta ahora no documentadas". Según Penco, las nuevas pinturas prehistóricas se encuentran al aire libre, al pie del Camino Mozárabe, distribuidas en dos paneles y en ellas se representan de forma esquemática figuras humanas rodeadas de signos y de motivos geométricos en un excelente grado de conservación.

Detalle de figura antropomorfa en uno de los paneles rupestres de Alcaracejos.
 
El arqueólogo Antonio Moreno, especialista en pinturas rupestres en la provincia de Córdoba, ha asegurado que se trata de una "magnífica noticia" al encontrarse el yacimiento en la zona norte de la provincia, que es "la gran desconocida en materia de arqueología en general y de Prehistoria en particular" y donde apenas se conocen una decena de pinturas de este tipo, entre las cuales se encuentran las del peñón del Carmelo de Peñarroya o la Cueva de la Osa de Pozoblanco.

Tras la comunicación del hallazgo a la Delegación de Cultura, próximamente se realizará una visita para el estudio in situ y se informará al Ayuntamiento y a la Dirección General de Patrimonio, así como al propietario de los terrenos donde se encuentran las pinturas.