Destrucción y ruina en casas centenarias
Vivienda con portada artística en la calle Real de Dos Torres. A través de la ventana superior se observa el tejado hundido [Fotos: Solienses].
La asociación Hispania Nostra nos avisa de que el castillo de Belalcázar sale de la "Lista Roja del Patrimonio", aquella que recoge los elementos del patrimonio histórico español que se encuentran en riesgo de desaparición, destrucción o alteración esencial de sus valores. Las actuaciones de consolidación y conservación llevadas a cabo por la Junta de Andalucía lo hacen merecedor de su pase a la Lista Verde, la de los monumentos salvados del desastre. Aquí ya lo sabíamos, pero alegra que estas noticias circulen, que no todo lo referido al patrimonio histórico sea casi siempre negativo.
Vivienda solariega en venta en Dos Torres.
Negativa es sin duda otra consecuencia directa de la despoblación que vienen sufriendo nuestros pueblos: el deterioro (hasta el grado de ruina en muchas ocasiones) que viene experimentando la arquitectura doméstica no habitada, las viviendas, tanto las tradicionales de línea popular como las casas solariegas de raíz nobiliaria. Pasear por nuestros pueblos es asistir a un tristísimo panorama de edificios particulares que se venden, uno tras otro. Lógicamente, no hay compradores para tal oferta, por lo que las viviendas se deterioran, se hunden y van perdiendo muchos elementos relevantes de su arquitectura que se vuelven en ciertos casos ya irrecuperables. No consuela el futuro: nada hace pensar que la situación vaya a cambiar a corto ni medio plazo. Cada vez somos menos en el pueblo y necesitamos menos viviendas, los jóvenes prefieren líneas de construcción más modernas y cómodas (que ya no guardan la distribución tradicional), los edificios antiguos languidecen, sus tejados terminan por hundirse y tras ellos todo lo demás. Las subvenciones de ayuda para la reparación de cubiertas, que tan positivamente contribuyeron hace décadas a la conservación del caserío, parece que están en suspenso. En contra de lo aconsejable, se sigue permitiendo la construcción de nuevas viviendas en las afueras de nuestros pueblos, vacíos por dentro. Las modificaciones de los planes de ordenación urbana tendentes a eliminar restricciones de reconstrucción y reforma en cascos históricos no augura nada bueno para su conservación.
Me he fijado en estos casos de Torrecampo y Dos Torres, porque he pasado por allí estos días, pero podrían aportarse muchos más. Duele pararse ante una fachada para admirar su histórica portada (sus grandes dinteles, su arrabá labrado, sus escudos nobiliarios) y darse cuenta de pronto, a través de una ventana indiscreta, de que el tejado se ha vencido, cansado de esperar. Siglos de vivencias individuales, familiares y comunitarias se encierran entre esas paredes condenadas al derribo, en su mayor parte. No hay en nuestros pueblos economía (quizás tampoco voluntad) para evitarlo en su conjunto. Casas cerradas durante años, décadas, aguardan su ruina. De pronto, un día, veremos que el edificio ha desaparecido y se ha convertido tan solo en un solar, que paga menos contribución. Resistieron en pie cuatrocientos años, pero ya les llegó también su hora.
Vivienda con portada histórica situada en la Plaza de la Villa de Dos Torres, también con el tejado hundido.
Vivienda en la calle Real de Torrecampo, a través de cuya ventana superior se ve el cielo.
2 comentarios :
Y Dos Torres también pasará bien pronto a ser Conjunto Inmpatrimonial, ya que quienes gobiernan estos asuntillos les merece por lo cual bien poco su historia de patrimonio. A la vista popular salta...
Gran artículo que merece una felicitación a su autor.
Tristísimo y muy cierto lo que en él se expone.
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