La feria de las maravillas

La feria de las maravillas

Elaborando una Muñeca de San Isidro de Torrecampo en la Feria de los Municipios [Foto: Diputación de Córdoba].

Durante este fin de semana se celebra en la Diputación de Córdoba la décima edición de la Feria de los Municipios. Se trata de un pequeño Fitur provinciano, con sus mismas virtudes y defectos. Allí acuden los pueblos de la provincia a enseñar lo mejor que tienen, en una competición de irrealidades. Lo que se muestra estos días en el Palacio de la Merced es una ficción teatral, con mucha impostura. Allí se presenta la gastronomía típica que no encontrarás luego en ningún bar o restaurante de la localidad, la artesanía popular que no podrás comprar en ninguna tienda, los monumentos que hallarás cerrados cuando acudas a verlos, los trajes típicos siempre ocultos en el arca, el folklore que ya no se escucha en las reuniones. Es un escaparate de utopías, un sueño envuelto en celofán de todo a cien. Los alcaldes acuden y se fotografían con las autoridades provinciales mostrando sus mejores sonrisas y todos somos felices engañándonos en un fin de semana de embeleco consciente, enseñando solo nuestra cara más bonita.

Porque en los stand de la Feria de los Municipios nada se dice de la realidad vital de los pueblos. Nada se dice de la despoblación galopante que nos acecha, de la precariedad de servicios públicos, de las unidades escolares que se suprimen, de los consultorios médicos que recortan su horario, de los bancos que se cierran, de las encinas que se secan, de los cuarteles clausurados, de las deficientes comunicaciones, de las aguas contaminadas. En los stand de la Feria hay una mirada constante al pasado (el patrimonio histórico, las fiestas tradicionales, los oficios que se pierden), pero se olvida conjugar el futuro, quizás porque nadie sepa exactamente cómo abordarlo, qué mañana nos aguarda. Así, la Feria de los Municipios representa un oasis en el desierto o, mejor aún, un espejismo en el delirio de tanta sed. Cuando mañana se recojan las bandejas de rosquillos, los grandes paneles turísticos con fotografías multicolores y se barran del suelo todas las promesas ofrecidas, volveremos a la realidad cotidiana de la desesperanza, reconfortados por haber sido felices durante tres días, habiéndonos engañado a nosotros mismos, porque así es como estamos obligados a resistir, arañazo tras arañazo, hasta el destino final.


Repostería tradicional de Santa Eufemia que pudo degustarse en la Feria de los Municipios [Foto: Ayuntamiento de Santa Eufemia].