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Jarramplas como explicación

El Jarramplas acribillado a nabos el pasado viernes en Piornal (Cáceres) [Fotos: Solienses].

A veces, sin buscarlo expresamente, se conjugan por azar las circunstancias para dotar a un hecho ya de por sí cargado de emociones de una intensidad que lo convierte en una experiencia única, de una profundidad inolvidable.


Desde hace algunos años vengo cumpliendo mi propósito de asistir a fiestas populares de raigambre ancestral que se conservan en pueblos remotos de nuestra querida España, fiestas que han sabido (y podido) conservar su espíritu originario y sus rituales primitivos sin la contaminación globalizadora que durante las últimas décadas ha echado a perder muchas otras celebraciones tradicionales de nuestro territorio. De algunas de ellas ya he hablado en Solienses (el Corpus de Camuñas en Toledo, la Semana Santa de Aliste en Zamora, los empalaos de Valverde de la Vera en Cáceres, los picaos de San Vicente de la Sonsierra en La Rioja, etc.), mientras que sobre otras, a las que también asistí, aún no he encontrado el momento para su abordaje (como las danzas de la Octava del Corpus de Valverde de los Arroyos en Guadalajara, a la que acudí el año pasado).


En esta ocasión me he desplazado hasta Piornal (Cáceres), en pleno valle del Jerte, donde, coincidiendo con la festividad de San Sebastián, se celebra la fiesta de Jarramplas. No exagero si digo que constituye la celebración más brutalmente impresionante de cuantas he visto. Se trata de un caso más de tantos en los que una celebración pagana ha terminado asociándose a una festividad religiosa para garantizar así su conservación, aunque se ve claramente que nada tienen que ver una con otra. Por mucho que la liturgia haya querido convertir al Jarramplas en demonio, resulta evidente que nos encontramos ante un ritual de carácter agrario y, sobre todo, de una celebración comunitaria que lleva consigo significados profundos de ritos de paso, renovación generacional, representación social y reforzamiento de los lazos intravecinales frente a otras comunidades cercanas, todo ello como un mecanismo de consolidación de la identidad piornalega y de orgullo vecinal de una comunidad que recoge el legado de sus antepasados y lo transmite a futuras generaciones, con la fuerza contundente de 33 toneladas de nabos.


Todo el pueblo contra el Jarramplas.

La mañana se presentó lloviendo a cántaros y uno se preguntaba si, ante tal meteorología, se mantendría el rito. Luego pude comprobar que los vecinos presumían de que el Jarramplas salía a la calle así lloviera o nevara (lo que tampoco es infrecuente) y que tan solo el covid había conseguido que se quedara en casa. Bajo una lluvia que calaba hasta los huesos, varios centenares de personas persiguieron al Jarramplas lanzándole nabos con una violencia que, en muchos casos, iba más allá de lo exigido por el ritual. Cuando logras meterte dentro de la celebración y empaparte de los sentimientos que la mantienen, se te olvida todo y llegas a sentir ese furor ancestral que justifica la ceremonia. Con dificultad logré tomar algunas imágenes, porque el Jarramplas circula errático, va y viene sin rumbo fijo, los nabos te alcanzan a menos que te descuides, la lluvia cae e impide cualquier toma reposada, ya te olvidas del agua, la cámara en mano bajo la lluvia que no cesa y finalmente mi Canon chorreando, ya muy gastada por el uso, dijo hasta aquí hemos llegado y a duras penas he logrado recuperar de su tarjeta gráfica unas cuantas imágenes movidas pero que, sin embargo, logran transmitir lo violento y emocionante de esta celebración tan brutal y tan exageradamente poética, porque en el exceso y en la crueldad que se percibe reside también la explicación de la propia naturaleza humana: así somos, con toda esa carga de ferocidad y ensañamiento, con toda la intensidad de la agresión al enemigo, al extranjero, al extraño, al raro, al distinto, al otro, hasta que se quita la máscara y entonces lo abrazamos y lo besamos y lo acariciamos porque el peligro ha pasado y quien hasta hace un momento encarnaba un riesgo ahora es ya uno de nosotros, de los nuestros, nosotros mismos y frente al igual no hay nada que temer, más que mimarlo y quererlo hasta que, segundos después, se convierta de nuevo en adversario, en oponente y rival, en amenaza para la comunidad, y entonces, de nuevo, rápidamente, toda la energía destructora caerá otra vez sobre él, buscando su ruina y su aniquilación, porque se trata de un intruso desalmado que solo quiere entorpecer nuestra miserable felicidad.

El Jarramplas, solo ante el peligro.

Lluvia de nabos contra el Jarramplas.

Hay distintas máscaras para cada Jarramplas.

Los mayordomos asisten al Jarramplas en un descanso.

8 comentarios :

Anónimo | domingo, enero 21, 2024 2:03:00 p. m.

España mágica. Cristina. Y ahora esto. Puertollano no está tan mal.

Anónimo | domingo, enero 21, 2024 3:14:00 p. m.

Si me permites, en mi opinión, nadie como el grupo de Olivenza, ACETRE en su " Alborada de Jarramplas", ha sabido convertir en sonidos ancestrales este ritual que tan certeramente defines y retratas. Y que en 2015 pudimos escuchar en el Teatro El Silo, en directo, con motivo del Folkpoblanco. Merece la pena buscarlo y escucharlo en su música y letra.

Anónimo | domingo, enero 21, 2024 8:16:00 p. m.

De Antropología y "de tó lo que haiga farta"

Anónimo | domingo, enero 21, 2024 8:46:00 p. m.

De nuevo agradecerte tu información sobre esta fiesta, sobre todo por la circunstancias atmosféricas que nos retratas y que, seguramente, otro hubiera dado media vuelta y se hubiera ido de allí antes de ponerse empapado. Lo que hace la afición, las ganas de conocer y el deseo de transmitirlo.

Anónimo | lunes, enero 22, 2024 9:27:00 a. m.

Nuestra comarca de Los Pedroches ya queda pequeña, cansa, aburre....
Siempre igual, siempre lo mismo.... Siempre los mismos....
A este paso, un día llegarás a hablarnos de las maravillas que esconde Waterloo.

Anónimo | lunes, enero 22, 2024 12:20:00 p. m.

Para qué Antonio? Mejor tú que muestras más interés.

Anónimo | lunes, enero 22, 2024 3:30:00 p. m.

Yo, aunque soy de Torrecampo, vivo en Garganta de la olla y voy todos los años. Garganta de la olla es espectacular.

Anónimo | martes, enero 23, 2024 12:38:00 a. m.

Claramente esta fiesta debe estar emparentada con otras celebradas en España como la primera mascarada del año en Silió, Cantabria, "La Vijanera". Aquí, entre otros muchos personajes, aparece la cabra macho, además de curiosos personajes del bosque, los más bulliciosos son los ataviados con cencerros en la cintura. También tenemos "los Morraches" de Castilla La Mancha celebrando en el día de San Sebastián su llamada "Vaquilla", o la Chivorra de Becerril de Campos en Palencia, donde también aparece el personaje con cuernos y cara pintada.
Es curioso que en Killorglin, Irlanda, se celebre la Puck Fair, feria que se la supone de origen celta, donde coronan como rey a una cabra macho por tres dias. Los celtas veneraban a la cabra macho como símbolo de la fertilidad y de la primavera.

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