Quizás la última foto de la caseta del tren de Pozoblanco, en la carretera de Pedroche.
Ya lo habíamos oído antes, pero ahora
parece inminente la demolición de la caseta del antiguo
tren de via estrecha de la línea Fuente del Arco-Puertollano que se encuentra a la salida de Pozoblanco por la carretera de Pedroche. Al parecer, su mantenimiento resulta incompatible con los planes de desarrollo urbanístico del ayuntamiento en esa zona. Algunas asociaciones pozoalbenses, como
Piedra y cal y
Guadamatilla, la habían solicitado como sede. Con su derribo, en los próximos días, si es que no se ha producido ya, desaparece otro testimonio de la única aventura ferroviaria en nuestra comarca.
A veces nos preguntamos cómo es posible que monumentos grandiosos que se descubren en excavaciones arqueológicas hubieran podido perderse de la memoria de las personas. Cómo se puede explicar que las generaciones olvidaran la existencia del teatro romano de Mérida o de la ciudad de Medina Azahara y estos impresionantes testimonios del pasado histórico acabaran siendo literalmente enterrados por el paso del tiempo y la memoria de su existencia borrada de los habitantes de las ciudades vecinas, hasta el punto de que su hallazgo al cabo de los tiempos fuera considerado un "descubrimiento". La explicación comienza a encontrarse cuando se contemplan fenómenos como el que afecta precisamente a esta línea de tren, que se mantuvo activa hasta 1970 y de la que, sorprendentemente, apenas queda ya recuerdo entre las nuevas generaciones de las gentes de nuestra comarca. No sólo eso: resulta realmente descorazonador cómo en estos poco más de treinta años han desaparecido casi por completo los restos materiales que testimoniaban aquella existencia: estaciones, casetas de guardavías, almacenes, etc. han ido sucumbiendo al paso voraz del tiempo, de modo que en muchos lugares no queda ya ni el más mínimo recuerdo de que alguna vez hubo un tren que pasó por allí. Los propios terrenos de las vías han sido en algunos casos vendidos a particulares o usurpados hasta perderse la continuidad del trazado.
Es verdad que en algunos casos, como en el de la caseta de Pozoblanco, por encontrarse inmersos en un tejido urbano en expansión, resulta dificultoso (pero no imposible) el mantenimiento de determinados edificios. Sin embargo, en la mayoría de los casos las estaciones, casetas o almacenes se encuentran en entornos rurales o urbanísticos en regresión y su desaparición sólo es debida a la desidia y el abandono institucional en el que han quedado estas infraestructuras, cuya posibilidad de mantenimiento bajo la consideración de
patrimonio arqueológico industrial no ha cuajado todavía en la mentalidad de los organismos oficiales (la arqueología industrial, en cambio, parece deber felicitarse, en principio y a la espera de los resultados definitivos, por la conservación de la torre del silo integrada en el
futuro "espacio escénico" -qué cosas- de Pozoblanco).
Hace unos meses, cuando otro acontecimiento despertó en mí de nuevo la curiosidad por esta línea ferroviaria, visité algunas estaciones que se conservan cerca del lugar donde ahora vivo. Entre ellas pude ver con admiración la de Cabezarrubias del Puerto, que, aunque no puedo decirlo con seguridad, pienso que es la primera que se conserva partiendo desde Puertollano (pues la de Ojailén debe haber sucumbido al impacto minero de la zona). Esta estación, situada en un privilegiado entorno natural a casi mil metros de altura, mantiene en magnífico estado todas sus dependencias, incluyendo los andenes y los terraplenes por los que discurrían los railes. En sus inmediaciones han construido una casa rural, que ha conseguido cierto éxito como restaurante entre las gentes de la comarca. Contemplándolo, y uniendo aquel recuerdo a las recientes noticias sobre la rehabilitación de una vía verde en el norte de Córdoba aprovechando los terrenos de las antiguas vías férreas, imaginé la posibilidad, bien realizable, de una gran vía verde que uniera Puertollano con Fuenteobejuna, atravesando los paraísos naturales del
Valle de Alcudia,
Los Pedroches y
Valle del Guadiato. Imagino una ruta de senderismo (o de bicicletas) única en España, que podría convertir las antiguas estaciones en albergues, en restaurantes, en bares, en centros de información turística, en tiendas de productos artesanales de la zona, en museos etnológicos... Imagino una atracción turística de primer orden, que redundaría económicamente en todos los pueblos de la ruta, todos ellos tan necesitados de desarrollo. Este torrente de imaginaciones, que ha dado lugar a este escrito tan insólitamente largo, me ha venido a la cabeza cuando he leído la noticia de que la caseta de Pozoblanco va a ser demolida, al entender tal actuación como la manera más cómoda y menos imaginativa de resolver un incómodo problema.
Estación de Cabezarrubias del Puerto (Ciudad Real)